El dilema de una Tasa
que no alcanza
El
motivo de esta nota es provocador y supongo que, en quienes la lean, generará
adhesión o rechazo, porque sería lo mismo que ocurrió en el pasado.
Además,
es lo que corresponde. Porque lo que no podemos dejar de hacer es discutirlo.
Comportamiento notable
En
estos últimos tiempos hemos mantenido una enorme preocupación sobre lo que
pasará con los aumentos de las tarifas de gas y luz, y asistido a cientos de
horas en los medios tratando el asunto, con polémicas y manifestaciones de mucha
gente. Muchos años de tarifas congeladas (y mantenidas artificialmente con
subsidios) y ahora un enorme aumento, todo de golpe. Parece que nuestro estilo
es no tener términos medios.
Lo
que siempre me resulta notable es cómo reacciona la gente frente a cosas que,
de un modo u otro, deberá pagar. Si el cargo o aumento es en una factura
directa, sea servicio o cualquier otra cosa, a la que hay que hacerle frente yendo
a pagarla a título personal, el reclamo lógicamente es inmediato. A nadie le
gusta que le aumenten nada, aunque igual lo estemos padeciendo.
Pero
la gente reacciona mucho más pasiva y pacíficamente si lo que no queremos pagar
de manera directa, lo terminamos haciendo de un modo indirecto y mucho más
perverso. Cómo no darse cuenta que, al final, alguien lo paga. Y si lo hace el
Estado, lo hace con plata nuestra. Y lo hace de manera espuria, emitiendo el
dinero que no tiene, generando inflación, o aumentando los impuestos.
Cuando
pagamos, en el promedio de todas las cosas, un 45% más (o el porcentaje que
fuere) por efecto de la inflación, acaso no es un modo de pagar más caro la luz
y el gas, que no quisimos absorber. Lamentablemente, como se dice ahora, esto
es un “juego de suma cero” y si no lo paga uno, lo paga el otro. El monstruo de la inflación, por ahora, sigue suelto.
Otra
cuestión notable, aunque se entiende desde la lógica periodística de generar
debate, es por qué los medios de comunicación difunden la idea de que, si
aumentan las tarifas, es para beneficio o triunfo del gobierno. El problema
energético, más allá de los responsables que deberían pagar por él, lo tenemos
todos y nada causa más zozobra en una casa que cuando se corta la luz o el gas.
Con el ajuste se les fue la mano y ahora me parece que el asunto derivará en
algo más cercano a la justa medida, aunque retrotraer los aumentos y volver al
tarifario anterior está volviendo a “regalarle” el servicio a los usuarios de
la Capital y algún sector del Gran Buenos Aires, en detrimento del interior del
país. Esto no puede ser, simplemente porque no es justo.
La basura
Con
la basura pasa lo mismo. En estos días, el intendente de Bahía Blanca manifestó
que la recolección de la basura, hoy a cargo de la SAPEM Ambiental, cierra con déficit, que el año pasado se invirtió
la totalidad de lo recaudado con la Tasa
de Alumbrado, Barrido y Conservación de la Vía Pública y que la comuna
debió aportar 140 millones de pesos adicionales (ver nota de Frente a Cano haciendo click aquí). Vale
aclarar primero que ahora el municipio la rebautizó como “Tasa de Inmuebles”, tal vez porque la boleta también incluye la
Tasa de Salud, o por alguna otra razón que, tal vez, tenga que ver con lo que
diré a continuación.
Veamos
esto con algún grado de detalle. La tasa nombrada, popularmente conocida como
ABL, estuvo concebida desde hace mucho tiempo, desde el punto de vista de la
contraprestación de un servicio (por eso se llama tasa), para cubrir 1) el Alumbrado público, 2) el Barrido de
las calles y 3) la Conservación de la Vía Pública, es decir, toda tarea de
mantenimiento de calles y espacios públicos (no obra pública nueva), sean de
tierra o con pavimento, comprendiendo obviamente el “bacheo”.
La
basura, en estos tiempos originarios, estaba incluida aquí porque era recogida
por los camiones municipales, con mano de obra municipal, se volcaba en basural
a cielo abierto, y no tenía un costo que revistiera gran importancia.
Pero
con el tiempo, la cosa se complicó. Vino el relleno sanitario, como primera
etapa en el mejoramiento de la disposición final de los residuos, y la
privatización del servicio de recolección. Y allí los números cambiaron
drásticamente.
Mientras
todo esto fue pasando, seguimos ensayando programas de separación en origen
que, hasta ahora, no hemos podido implementar de manera integral.
Cuánto vale y cómo se
paga
No
es mi intención, ni podría, tratar aquí el tema desde el punto de vista técnico
en cuanto a cómo se trata la basura. En el tema hay profesionales expertos (en
ingeniería y medio ambiente), tratados, programas exitosos y muchas propuestas
sobre el particular.
Pero
sí pretendo tratarlo desde el punto de vista de lo que domino mejor, que es
cuánto cuesta y cómo podría ser sustentable para su financiamiento.
En
el año 2009, en mi función de Secretario de Economía y Hacienda municipal y en
ocasión de preparar el Presupuesto y la Ordenanza Fiscal e Impositiva para
2010, realicé una propuesta que el intendente de entonces no estuvo dispuesto a
aplicar. Esta es la controversia que pretendo instalar ahora.
Para
entenderla voy a recordar algunos números (obviamente que conservo la
documentación que lo prueba), cuyo ajuste a los tiempos actuales es muy fácil
de realizar.
Para 2010 se preveía un total presupuestario de unos 316 millones de pesos financiado con recursos
de origen municipal (sin contar las transferencias afectadas de la Provincia o
de la Nación); con una recaudación para el ABL
de 45 millones (14,2%). También
pongo por testigo y gran colaborador al actual Director General de Rentas
municipal, excelente y capaz funcionario que, en ese entonces, revestía como
Jefe de Departamento.
Para
llevarlo aproximadamente a valores actuales, para 2016 se previeron unos 1.785 millones de pesos de recursos de
libre disponibilidad. O sea, que estaríamos multiplicando por alrededor de 5,6
La
recolección de la basura, que estaba a cargo de una empresa privada (recordemos
Cliba, Covelia, etc.) iba a costar unos 35
millones y el relleno sanitario unos 10
millones más. La recolección de residuos, para 2016, tiene una previsión de
256 millones. Las proporciones se mantienen.
Como
se verá, ya en 2010, la basura se llevaría toda la recaudación del ABL y
todavía estaba quedando afuera el alumbrado público (en ese entonces, unos 4 millones anuales) más el barrido y ni
que hablar de la conservación de la vía pública.
Teniendo
en claro esto, y hoy la discusión se ha resucitado, es que propuse la creación
de una Tasa de Basura, a la que,
para darle un nombre más “elegante” denominé Tasa por Servicios de Limpieza y
Saneamiento o Tasa de Recolección y Disposición de Residuos, que sería muy
accesible (entre $ 2 y $ 10 por inmueble), con un cargo especial para los
establecimientos que generan mucha basura, y que pretendía recaudar unos 10 millones de pesos anuales.
Esto
pretendía corregir el déficit para cubrir el alumbrado y el barrido, que
estaban afuera.
Y,
complementariamente, una Tasa de Conservación Vial para los automovilistas,
también muy accesible, que contribuirían con 2 centavos por litro de
combustible y que pretendía recaudar otros 3
millones de pesos anuales, para paliar el déficit de la conservación de la
vía pública. De algún modo, buscaba que contribuyeran al mantenimiento de las
calles aquellos que las usan.
No estaba el horno para
bollos
Esto
no se pensó por deporte ni por la vocación aborrecible de crear tasas. No fue
una idea masoquista para que insultaran al funcionario que se le ocurría semejante
cosa. Era, simplemente, porque dos más dos son cuatro y los números no
cerraban. Los municipios cada vez con más incumbencias y la contrapartida
siempre es una gran polémica cuando hay que ajustar sus recursos.
Pero
el intendente no quiso y casi nadie se enteró de que esto se había analizado.
Recordemos que apenas salíamos de un 2008 en que hubo que ajustar el ABL un
150% porque había estado “congelado” 16 años (comparar con el caso del gas y la
luz hoy día). De 1991 hasta 2001 por la convertibilidad, luego y hasta 2007
porque nunca se consideró oportuno dados los “coletazos” de la crisis desde
2002 y un país que se iba recuperando lentamente. Hasta que el presupuesto no
pudo más.
Hay que ser creativo.
Por supuesto. Hay que ser eficiente. También.
El
tema de la basura es un problema complejo en todo el mundo. Algunos países, o
sus ciudades, ya lo han resuelto, otras están en vías de hacerlo y otras han
logrado poco o nada.
Que la SAPEM Ambiental
también se puede dedicar a prestar otros servicios para generar más recursos.
Claro que sí. Que pueden ingresar capitales privados para ampliar el horizonte
de negocios. Claro que sí. Que una reprogramación del servicio sería mejorar la
eficiencia. Sí. Que esto sería polémico. Por supuesto.
Se
dirá que afecta a la mano de obra, que peligra la fuente de empleo. Claro. Pero
lo que también hay que tener claro es que no cambiar, al mismo tiempo, es decidir quién lo va a pagar. Tal vez una combinación de ambas acciones sea el
plan más inteligente.
Porque
también se puede ser más sensato en el formato de recolección de la basura
domiciliaria. Para qué necesita una familia frecuencia 6 (cantidad de días por
semana que pasan por el domicilio los recolectores), o frecuencia 5? No se
puede sostener en casa los residuos para sacarlos sólo 3 días, sobre todo los
inorgánicos? O colocar contenedores en las esquinas o dos por cuadra para que
la gente lleve allí su basura?
En
otros lugares del mundo se camina hasta una cuadra y media para dejar los
residuos en contenedores y se recogen cuando están prácticamente llenos. Y no
se ven esos canastitos o tambores individuales en el frente de cada casa.
La
propia Ciudad Autónoma de Buenos Aires es un ejemplo.
Vocación de ayudar
Esta
es la única intención que me anima. Las experiencias sirven para construir
sobre ellas. Y discutirlas ayuda, para no caer en la tentación de pensar que
todo empezó cuando llegamos nosotros.
Esto
no fue sólo para aburrir con una experiencia del pasado, sino porque creo que
el problema es absolutamente actual y pretendo polemizar sobre los
razonamientos para encontrar soluciones.
Y
si provoca debate, mucho mejor.
Documento de Trabajo: Simulación para la Tasa de Basura
Y
hablando del gas, la luz y el fallo de la Corte, y de la búsqueda de consensos y de los números que no cierran: si tenés
17 minutos, mirá y oí el reportaje a Carlos Pagni de La Nación.
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