El déficit fiscal subió
o bajó?
El
Gobierno, a través de la Secretaría de Hacienda, acaba de publicar el déficit
fiscal para el mes de julio de 2016 y es lo que técnicamente se denomina
déficit primario o resultado de la Base
Caja de la Administración Pública Nacional. La noticia puede pasar de largo
entre las tantas de temas técnico económicos, que parecen reservadas sólo para
especialistas. Sin embargo, tiene que ver con cada uno de nosotros mucho más de
lo que nos imaginamos y es lo que pretendimos resaltar en nuestra anterior nota
“Un depredador anda suelto”.
Tal
vez esto sea sólo para aquellos más o menos entendidos en los números de las
finanzas públicas y, por supuesto, árido y aburrido. Pero una gran parte de lo
que nos pasa en nuestra vida económica cotidiana tiene que ver con esto.
En
esa nota anterior decíamos que “la inflación es la hija descarriada del déficit
fiscal” y “las tasas de interés son las hijas obedientes de la inflación” Pues
si el déficit fiscal es un tema macro que nos resulta difícil analizar desde el
conocimiento medio de las personas, los efectos de la inflación y de las tasas
de interés los entendemos muy bien.
Los números
Veamos
primero los números, tal como se indican en el informe, que son los que pienso
darán justificación a los títulos de esta nota.
La
cartera de Hacienda, conducida por Gustavo Marconato, nos dice que las cuentas
del Estado Nacional cerraron julio con un déficit de $ 25.714,6 millones, más del doble que los $ 12.102,5 millones de igual mes del año pasado (+112,5%).
La
cuenta financiera arrojó un saldo negativo de $ 27.584,2 millones, considerando
el pago de intereses de la deuda pública, los ingresos por rentas financieras
originadas en las utilidades distribuidas por el Banco Central y las producidas
por del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS.
En
el séptimo mes del año, mientras los ingresos primarios aumentaron $ 25.958
millones (+22%), el gasto primario lo hizo en $ 39.570,1 millones (+30,7%),
siempre contra julio de 2015. El rojo fiscal de julio presentó una
profundización del desequilibrio de las cuentas públicas porque, en términos
interanuales, se disparó por encima de
la inflación.
Agrega
que, en términos acumulados, y siempre en base caja, el resultado primario sin
rentas financieras presentó un déficit de $
146.917,7 millones, lo que representó un alza del 37,1% respecto al rojo registrado entre enero y julio de 2015.
Sumadas las rentas, el llamado resultado financiero registró un déficit de $ 160.806 millones, lo que representó
una suba interanual del 48%.
Ahora
bien (espere antes de agotarse mirando números), el mismo informe da cuenta
también que, medido a precios constantes del primer semestre del 2015, se
aprecia que el déficit primario sin rentas de enero-julio del 2016 muestra una
reducción de $ 1.966,9 millones (-1,8% en términos reales) interanual.
Y
continúa, sin disimulado optimismo, que “la trayectoria fiscal del período
enero-julio del 2016 se encamina hacia el objetivo previsto en el programa
fiscal 2016, que pronostica: una reducción del déficit primario que irá desde un 5,4% del PBI en 2015 a 4,8% del
PBI en 2016, es decir, una caída del orden del 12% en términos reales”.
El
último informe de la IAE Business School dice que “las cuentas fiscales siguen
deteriorándose, aunque no en términos reales. Si bien los gastos siguen
creciendo por encima de los ingresos, el déficit fiscal en relación al año
pasado se incrementó por debajo de la
inflación.
Finalmente,
se indica que si se excluyen las rentas
de la propiedad del Banco Central y de la ANSeS, en los primeros siete meses
del año el gobierno registró un déficit financiero de $ 248.119,7 millones, un 62%
más que en el mismo lapso de 2015.
La
pucha, qué complicado. Cómo nos complica las cuentas esta bendita inflación.
Cómo se pueden manejar tendencias y pronósticos que resulten fiables, partiendo
de ajustes entre lo nominal y lo real, del orden de los 40 puntos anuales.
El
déficit fiscal subió. Pero no subió, en realidad bajó. Estamos peor o, en
realidad, vamos mejor? Cómo puede la gente mirar estos números e intentar
imaginar cómo le irá en su vida (económica)? La gente mira cosas mucho más
directas que tienen que ver con su bolsillo, pero sin dudas en esto está “la
madre del borrego” (1).
Corregir a la “madre”
para curar a la “hija”
Si
el déficit fiscal es “la madre del borrego” o el quid de la cuestión, y la
inflación es su hija descarriada. Cómo corregirlo? En general, las medidas
necesarias no le gustarán a nadie.
Un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA),
consideró que "el fallo de la Corte sobre la readecuación tarifaria
implica que la estrategia de reducir déficit fiscal vía recorte de
subsidios llevará más tiempo del
planeado”. Por lo tanto, habrá que ponerse a revisar otros componentes del
gasto público.
IDESA estimó, de todos
modos, que es posible mejorar las cuentas
fiscales abordando gastos en otras áreas, pues los subsidios
económicos constituyen un 15% del gasto público primario, una proporción
similar al pago de salarios y funcionamiento del Estado (16%). El grueso
de los recursos de
la Administración Pública Nacional los demandan los gastos de carácter
social, como previsión social, salud, educación, vivienda e
infraestructura básica, que representan un 63% del total,
mientras que el 6% restante se destina a inversión pública.
La entidad, que dirige Jorge
Colina, continúa diciendo que "reformar
el sistema previsional y
desmantelar intervenciones nacionales superpuestas con funciones provinciales
no solo resultan prioritarias sino que, después de la intervención de la
Justicia, pasan a ser urgentes".
Otros que opinan y
aconsejan, como la IAE Business School dice: "El gasto público sigue muy
elevado. Consideramos que hay un excedente en la dotación del
personal para
disponer de una productividad lógica. Sobra personal en el Estado. Es un seguro
de desempleo encubierto. La tasa de desempleo corregida por este efecto es de
dos dígitos".
También IDESA advirtió que
"los recursos fiscales asignados a
subsidiar la energía, el transporte y las empresas públicas representan
prácticamente un cuarto del gasto social,
lo mismo que se gasta en salarios públicos y más del doble de lo que se asigna
a obra pública. Se trata de una enorme cantidad de recursos fiscales que en la mayoría de los casos beneficia a personas de ingresos medios y altos,
produce ineficiencias y oportunidades de corrupción y ha llevado a la crisis
del sector energético".
Menudo debate y menuda
tensión social frente a todas estas recomendaciones, que algunas pueden ser
justas y viables y otras, por el contrario, muy complicadas y hasta casi
impracticables. Es que, en este bendito país, los habitantes tendremos que estar siempre tratando de entender y
soportando los brutales ajustes que intenten corregir los desmadres de los que
estuvieron antes?
En la vida cotidiana
Mientras tanto, lo que nos
resulta muy fácil de entender (y de padecer) son los precios de las cosas que
consumimos todos los días.
En setiembre de 2015,
la periodista Jorgelina do Rosario publicó una nota y un cuadro en Infobae,
donde resume los resultados de la inflación de los últimos 12 años entre 2003 y
2015. La verdad, yo no sé si a usted le pasa, pero hay precios de 2003 que nos
resulta casi imposible recordar. Pero cuando uno mira que hay casos que superan
el 1.000% sólo puede sentir escalofrió.
A continuación,
reproduzco ese cuadro donde detalla los precios, en uno y otro extremo, de
algunos productos comunes comprados por cada hogar, relevados en supermercados
conocidos. Inclusive algunos formaban parte de la lista de precios “cuidados”.
Mientras dejo para una
próxima entrega trasladar estos resultados a la actualidad, me permito dejarles
un ejercicio, según la experiencia de cada uno. Busque usted los precios
actuales de estos productos o use otros que le parezcan mejores para comparar.
Los 13 ceros
Abusando de vuestra
paciencia, cierro con una pequeña anécdota que, cuando ocurrió, me produjo una
dramática sensación, y que demuestra de manera contundente la perversidad de la
inflación. Y me paso a mí (como a muchos) que tengo la edad para haber
transcurrido mi infancia con una moneda argentina que se llamaba “peso moneda
nacional”.
En el año 2010 funcionó en
la Municipalidad de Bahía Blanca la Escuela Municipal de Gobierno, que buscaba
motivar a jóvenes a interesarse por la función pública y mostrarles el rol que
esta tarea tiene hacia la sociedad. Asistían, en general, estudiantes entre 18
y 25 años, es decir, nacidos entre 1985 y 1992 aproximadamente.
En la ocasión, me tocó dar
unas clases de economía y finanzas públicas y hablando de la historia
inflacionaria de nuestro país les comenté que, en el término de 40 años, le
habíamos sacado 13 ceros a nuestra moneda.
La famosa "Fragata": 1.000 pesos m/n |
En 1970 convertimos los
pesos moneda nacional (se abreviaban m/n y los billetes decían “páguese al
portador y a la vista”) en los llamados pesos ley 18.188 y le sacamos 2 ceros. Rigieron hasta 1983. Llegamos
a tener un billete de $ 1.000.000.-
1.000.000 de pesos Ley 18.188 |
En 1983 cambiamos los pesos
ley 18.188 por los llamados Pesos Argentinos y le sacamos a la moneda 4 ceros. La inflación fue tan “galopante”
que duraron apenas 2 años. Rigieron hasta 1985.
En 1985 aparece el llamado
Plan Austral y cambiamos los pesos argentinos por Australes, y le sacamos a la
moneda 3 ceros más. Y la inflación
no paró.
Y, finalmente, en 1991 con
la Ley de Convertibilidad, cambiamos los australes por los actuales Pesos, y le
sacamos a la moneda los últimos 4 ceros.
Y la inflación tampoco paró.
Empezamos esa última etapa comprando un dólar con un peso y ahora, con un peso,
podemos comprar algo más de 6 centavos de dólar.
Les pedí a los jóvenes, que
azorados intentaban asimilar la historia, que hicieran un simple ejercicio en
un papel para entender lo que significaban 13 ceros a la derecha detrás de un
uno, así: 10.000.000.000.000.- Es decir, que un peso de hoy equivale a diez billones de pesos moneda nacional.
Nada resultó más práctico para entender la destrucción que produce la
inflación.
Dicen que la moneda es un
símbolo de soberanía, al menos económica. Es de esperar que no tengamos que
sacarle más ceros.
Aunque, como el billete
actual de 100 pesos no alcanza para nada, por lo menos tuvimos que admitir que
hizo falta uno de 200 y otro de 500, para empezar.
(1) El origen de la frase “la
madre del borrego”
Expresión que se utiliza como interjección,
para dar a entender que, finalmente, la persona que la exclama ha comprobado
una verdad o ha descubierto un hecho. Podría equivaler a ese es el quid de la cuestión.
El origen de este dicho es controvertido. Hay
quienes sostienen que la madre, como tal, es el origen de la vida, y como tal
de todo, y la explicación de la causa inicial de lo que pudiera surgir luego. Otros
lo asocian no a la madre-mujer sino a la madre-tierra, pero dándole una explicación
similar a la anterior.
No se conoce ni lugar ni fecha del origen
de la expresión, pero está claro que tiene génesis española y también otras
formas de expresarse, por ejemplo “ahí está la madre del borrego”. Incluso en
algunos lugares se habla de la madre del “cordero”.
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