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viernes, 19 de agosto de 2016

La Basura cuesta cara

El dilema de una Tasa que no alcanza

El motivo de esta nota es provocador y supongo que, en quienes la lean, generará adhesión o rechazo, porque sería lo mismo que ocurrió en el pasado.
Además, es lo que corresponde. Porque lo que no podemos dejar de hacer es discutirlo.



Comportamiento notable

En estos últimos tiempos hemos mantenido una enorme preocupación sobre lo que pasará con los aumentos de las tarifas de gas y luz, y asistido a cientos de horas en los medios tratando el asunto, con polémicas y manifestaciones de mucha gente. Muchos años de tarifas congeladas (y mantenidas artificialmente con subsidios) y ahora un enorme aumento, todo de golpe. Parece que nuestro estilo es no tener términos medios.

Lo que siempre me resulta notable es cómo reacciona la gente frente a cosas que, de un modo u otro, deberá pagar. Si el cargo o aumento es en una factura directa, sea servicio o cualquier otra cosa, a la que hay que hacerle frente yendo a pagarla a título personal, el reclamo lógicamente es inmediato. A nadie le gusta que le aumenten nada, aunque igual lo estemos padeciendo.

Pero la gente reacciona mucho más pasiva y pacíficamente si lo que no queremos pagar de manera directa, lo terminamos haciendo de un modo indirecto y mucho más perverso. Cómo no darse cuenta que, al final, alguien lo paga. Y si lo hace el Estado, lo hace con plata nuestra. Y lo hace de manera espuria, emitiendo el dinero que no tiene, generando inflación, o aumentando los impuestos.

Cuando pagamos, en el promedio de todas las cosas, un 45% más (o el porcentaje que fuere) por efecto de la inflación, acaso no es un modo de pagar más caro la luz y el gas, que no quisimos absorber. Lamentablemente, como se dice ahora, esto es un “juego de suma cero” y si no lo paga uno, lo paga el otro.  El monstruo de la inflación, por ahora,  sigue suelto.

Otra cuestión notable, aunque se entiende desde la lógica periodística de generar debate, es por qué los medios de comunicación difunden la idea de que, si aumentan las tarifas, es para beneficio o triunfo del gobierno. El problema energético, más allá de los responsables que deberían pagar por él, lo tenemos todos y nada causa más zozobra en una casa que cuando se corta la luz o el gas. 

Con el ajuste se les fue la mano y ahora me parece que el asunto derivará en algo más cercano a la justa medida, aunque retrotraer los aumentos y volver al tarifario anterior está volviendo a “regalarle” el servicio a los usuarios de la Capital y algún sector del Gran Buenos Aires, en detrimento del interior del país. Esto no puede ser, simplemente porque no es justo.

La basura

Con la basura pasa lo mismo. En estos días, el intendente de Bahía Blanca manifestó que la recolección de la basura, hoy a cargo de la SAPEM Ambiental, cierra con déficit, que el año pasado se invirtió la totalidad de lo recaudado con la Tasa de Alumbrado, Barrido y Conservación de la Vía Pública y que la comuna debió aportar 140 millones de pesos adicionales (ver nota de Frente a Cano haciendo click aquí). Vale aclarar primero que ahora el municipio la rebautizó como “Tasa de Inmuebles”, tal vez porque la boleta también incluye la Tasa de Salud, o por alguna otra razón que, tal vez, tenga que ver con lo que diré a continuación.

Veamos esto con algún grado de detalle. La tasa nombrada, popularmente conocida como ABL, estuvo concebida desde hace mucho tiempo, desde el punto de vista de la contraprestación de un servicio (por eso se llama tasa), para cubrir 1) el Alumbrado público, 2) el Barrido de las calles y 3) la Conservación de la Vía Pública, es decir, toda tarea de mantenimiento de calles y espacios públicos (no obra pública nueva), sean de tierra o con pavimento, comprendiendo obviamente el “bacheo”.

La basura, en estos tiempos originarios, estaba incluida aquí porque era recogida por los camiones municipales, con mano de obra municipal, se volcaba en basural a cielo abierto, y no tenía un costo que revistiera gran importancia.

Pero con el tiempo, la cosa se complicó. Vino el relleno sanitario, como primera etapa en el mejoramiento de la disposición final de los residuos, y la privatización del servicio de recolección. Y allí los números cambiaron drásticamente.

Mientras todo esto fue pasando, seguimos ensayando programas de separación en origen que, hasta ahora, no hemos podido implementar de manera integral.

Cuánto vale y cómo se paga

No es mi intención, ni podría, tratar aquí el tema desde el punto de vista técnico en cuanto a cómo se trata la basura. En el tema hay profesionales expertos (en ingeniería y medio ambiente), tratados, programas exitosos y muchas propuestas sobre el particular.

Pero sí pretendo tratarlo desde el punto de vista de lo que domino mejor, que es cuánto cuesta y cómo podría ser sustentable para su financiamiento.

En el año 2009, en mi función de Secretario de Economía y Hacienda municipal y en ocasión de preparar el Presupuesto y la Ordenanza Fiscal e Impositiva para 2010, realicé una propuesta que el intendente de entonces no estuvo dispuesto a aplicar. Esta es la controversia que pretendo instalar ahora.

Para entenderla voy a recordar algunos números (obviamente que conservo la documentación que lo prueba), cuyo ajuste a los tiempos actuales es muy fácil de realizar. 

Para 2010 se preveía un total presupuestario de unos 316 millones de pesos financiado con recursos de origen municipal (sin contar las transferencias afectadas de la Provincia o de la Nación); con una recaudación para el ABL de 45 millones (14,2%). También pongo por testigo y gran colaborador al actual Director General de Rentas municipal, excelente y capaz funcionario que, en ese entonces, revestía como Jefe de Departamento.

Para llevarlo aproximadamente a valores actuales, para 2016 se previeron unos 1.785 millones de pesos de recursos de libre disponibilidad. O sea, que estaríamos multiplicando por alrededor de 5,6

La recolección de la basura, que estaba a cargo de una empresa privada (recordemos Cliba, Covelia, etc.) iba a costar unos 35 millones y el relleno sanitario unos 10 millones más. La recolección de residuos, para 2016, tiene una previsión de 256 millones. Las proporciones se mantienen.

Como se verá, ya en 2010, la basura se llevaría toda la recaudación del ABL y todavía estaba quedando afuera el alumbrado público (en ese entonces, unos 4 millones anuales) más el barrido y ni que hablar de la conservación de la vía pública.

Teniendo en claro esto, y hoy la discusión se ha resucitado, es que propuse la creación de una Tasa de Basura, a la que, para darle un nombre más “elegante” denominé Tasa por Servicios de Limpieza y Saneamiento o Tasa de Recolección y Disposición de Residuos, que sería muy accesible (entre $ 2 y $ 10 por inmueble), con un cargo especial para los establecimientos que generan mucha basura, y que pretendía recaudar unos 10 millones de pesos anuales.

Esto pretendía corregir el déficit para cubrir el alumbrado y el barrido, que estaban afuera.
Y, complementariamente, una Tasa de Conservación Vial para los automovilistas, también muy accesible, que contribuirían con 2 centavos por litro de combustible y que pretendía recaudar otros 3 millones de pesos anuales, para paliar el déficit de la conservación de la vía pública. De algún modo, buscaba que contribuyeran al mantenimiento de las calles aquellos que las usan.

No estaba el horno para bollos

Esto no se pensó por deporte ni por la vocación aborrecible de crear tasas. No fue una idea masoquista para que insultaran al funcionario que se le ocurría semejante cosa. Era, simplemente, porque dos más dos son cuatro y los números no cerraban. Los municipios cada vez con más incumbencias y la contrapartida siempre es una gran polémica cuando hay que ajustar sus recursos.

Pero el intendente no quiso y casi nadie se enteró de que esto se había analizado. 

Recordemos que apenas salíamos de un 2008 en que hubo que ajustar el ABL un 150% porque había estado “congelado” 16 años (comparar con el caso del gas y la luz hoy día). De 1991 hasta 2001 por la convertibilidad, luego y hasta 2007 porque nunca se consideró oportuno dados los “coletazos” de la crisis desde 2002 y un país que se iba recuperando lentamente. Hasta que el presupuesto no pudo más.

Hay que ser creativo. Por supuesto. Hay que ser eficiente. También.

El tema de la basura es un problema complejo en todo el mundo. Algunos países, o sus ciudades, ya lo han resuelto, otras están en vías de hacerlo y otras han logrado poco o nada.

Que la SAPEM Ambiental también se puede dedicar a prestar otros servicios para generar más recursos. Claro que sí. Que pueden ingresar capitales privados para ampliar el horizonte de negocios. Claro que sí. Que una reprogramación del servicio sería mejorar la eficiencia. Sí. Que esto sería polémico. Por supuesto.

Se dirá que afecta a la mano de obra, que peligra la fuente de empleo. Claro. Pero lo que también hay que tener claro es que no cambiar, al mismo tiempo, es decidir quién lo va a pagar. Tal vez una combinación de ambas acciones sea el plan más inteligente.

Porque también se puede ser más sensato en el formato de recolección de la basura domiciliaria. Para qué necesita una familia frecuencia 6 (cantidad de días por semana que pasan por el domicilio los recolectores), o frecuencia 5? No se puede sostener en casa los residuos para sacarlos sólo 3 días, sobre todo los inorgánicos? O colocar contenedores en las esquinas o dos por cuadra para que la gente lleve allí su basura?

En otros lugares del mundo se camina hasta una cuadra y media para dejar los residuos en contenedores y se recogen cuando están prácticamente llenos. Y no se ven esos canastitos o tambores individuales en el frente de cada casa. 
La propia Ciudad Autónoma de Buenos Aires es un ejemplo.


Vocación de ayudar

Esta es la única intención que me anima. Las experiencias sirven para construir sobre ellas. Y discutirlas ayuda, para no caer en la tentación de pensar que todo empezó cuando llegamos nosotros.

Esto no fue sólo para aburrir con una experiencia del pasado, sino porque creo que el problema es absolutamente actual y pretendo polemizar sobre los razonamientos para encontrar soluciones.

Y si provoca debate, mucho mejor.












Documento de Trabajo: Simulación para la Tasa de Basura

Y hablando del gas, la luz y el fallo de la Corte, y de la búsqueda de consensos y de los números que no cierran: si tenés 17 minutos, mirá y oí el reportaje a Carlos Pagni de La Nación.



miércoles, 27 de julio de 2016

Si al comerciante le resulta caro, al usuario ni le cuento

Los usuarios pueden llegar a pagar 75% anual por sus saldos deudores

La Cámara Argentina de Comercio (CAC) le planteó, el lunes 25 de julio, al Ministro de Producción de la Nación, Francisco Cabrera, que las tarjetas de crédito cobran a los comercios argentinos una comisión de 3%, que está por encima del 1,5% que se cobra en Perú y el 1,3% que rige en Brasil.

Lógico planteo en un país que pretende “bancarizar” la mayor parte de sus operaciones, controlar la evasión (que cuando se logre deberá acompañarse con una reducción de la descomunal presión impositiva), eliminando en la medida que se pueda el uso del efectivo, que es una gran fuente de inseguridad y también, por qué negarlo, de gran oportunidad para los que venden de no emitir ticket o factura si el cliente no pide.

Es un círculo vicioso. El comerciante no “tickea” para “ahorrar” impuestos, y la presión impositiva no baja porque hay mucha evasión. A eso apunta, en parte y más allá del beneficio social que persigue, el reciente mecanismo de devolución de un porcentaje a los usuarios de tarjetas de débito.

Ahora bien, si los comerciantes se quejan de estas altas comisiones, qué decir de las tasas de interés que pagar los usuarios de tarjetas por los saldos impagos de cada resumen mensual.

Tengo a la vista el resumen de una tarjeta (la más popular del mercado) que dice en letra chiquita al pie del resumen: “Financiación renovable mensualmente a tasa variable. En caso de que ud. haya financiado el saldo de su resumen anterior, la tasa aplicada es: TEA (tasa efectiva anual) 53,50%, TEM (tasa efectiva mensual) 4,40%, CFT (costo financiero total) s/IVA 57,14%, CFT c/IVA 74,78%”.

Pobre de aquel que, por necesidad o por no haber podido controlar racionalmente sus compras y consumos, haya tenido que caer en la financiación estructural de sus saldos con la tarjeta de crédito que usa. Pagará intereses con una tasa del 5 al 6% mensual.

Existen muchos planes de las tarjetas para comprar en cuotas “sin interés”. Pero no se haga ilusiones, los precios de los productos ya contienen una tasa de interés intrínseca que cubre la financiación “promocional”. Con estos costos financieros actuales, que acompañan a la tasa de inflación, quién podría “regalar” financiación a varios meses y cubrir su reposición. Por eso muchos grandes comercios de electrodomésticos o electrónica tienen financieras cautivas para estos fines.

Hoy las Lebac (letras con las que el Banco Central emite deuda mediante una licitación realizada cada martes y a diferentes plazos) están rindiendo el 30,25% anual. Básicamente es un mecanismo regulador del mercado financiero por el que absorbe pesos del mercado (o los devuelve).

Los bancos le están pagando a sus depositantes entre un 20 al 26%. La tasa Badlar (tasa promedio que pagan los bancos privados sobre una muestra de Capital y Gran Buenos Aires) está ahora en el 25,75%.

Y las tarjetas de crédito refinancian los saldos deudores de sus usuarios a tasas cercanas al 75% anual.

A estos niveles, no hay estómago (perdón, bolsillo) que resista.



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