Se mantendrán los
reembolsos. Me queda el “sincericidio”.
Ahora
está de moda la palabra “sincericidio”. La verdad es que no tengo ninguna gana
de rendirme, pero debo confesar, con toda sinceridad, que no he logrado sensibilizar o reaccionar a
nadie. No he podido provocar una reacción activa y manifiestamente pública de
las autoridades y organizaciones comprometidas con el tema.
Cuando
se lucha por algo que se cree justo, con todo respeto, se habla con “Dios y
María Santísima”. No se espera pasivamente a ver qué deciden los otros.
Claro
que, quién soy yo para obligar a nadie. Sólo tengo la legitimidad de un
ciudadano comprometido con los intereses de nuestro puerto y que ha sido
protagonista de las primeras reacciones que condujeron a convocar la reunión en
la que se suscribió la Declaración de Bahía Blanca, en noviembre de 2015, y la
presentación judicial, por inconstitucionalidad de los reembolsos, que derivó
de ella. Sólo eso y todo eso.
No estoy viendo una acción enérgica de todas las entidades, tanto oficiales
como empresarias y sindicales, que firmaron esa Declaración, con convicción y
seguros de que es una cuestión por la que vale la pena actuar.
Dice
hoy con acierto Adrián Luciani en La Nueva, uno de los pocos que se ocupa de
seguir el tema, que “el Consorcio de Gestión del Puerto espera
novedades en el plano judicial”. “En la estación marítima local
el objetivo apuntado consiste en agotar todas las instancias procesales
pertinentes para obtener una sentencia del más alto tribunal de la Nación que
defina con absoluta certeza la inconstitucionalidad de la medida dispuesta por
el kirchnerismo poco antes de dejar la Casa Rodada, mediante un decreto de
necesidad y urgencia”. Y resume la magnífica presentación realizada
por los abogados del Consorcio Víctor Colace y Mónica Blanco.
Mientras tanto en el sur, se movilizan todos los
gobernadores, los legisladores, los ministros y, masivamente, todos los medios
de comunicación de las provincias sureñas.
Cómo
esforzarse por bajar los costos portuarios si, haciendo el más eficiente de los
esfuerzos, nunca se podrán poner a la par de un reembolso artificial. No
alcanza plantearse como desafío la disminución de los costos portuarios y dejar
pasar cosas como ésta.
Por
qué no dar un estímulo fiscal, o de otro tipo, a los chacareros, a los
productores de la fruta, a las industrias pymes que agregan valor a estas
producciones, y después ellos, con un mejor “precio” para su producción,
pueda elegir el puerto más eficaz en
costo, rapidez y servicio.
Ya
me he manifestado largamente, y hasta me he puesto cansador, sobre la cuestión.
Pero lo hago porque me importa y trato de hacer lo que pueda, desde mi lugar.
Por
supuesto, con respecto al resultado de esta polémica y por el bien del Puerto de Bahía Blanca, ojalá me equivoque.
Por el Cr. Hugo Antonio Borelli
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