Necesitan la reconversión para alcanzar una actividad sustentable
Muchas veces sostuve, en especial
durante mis funciones en el Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca,
que la pesca artesanal es una práctica ancestral y anterior a la existencia
misma de los puertos. Desde los tiempos en que era practicada como una economía
de subsistencia hasta los tiempos actuales en que se realiza con intenciones
comerciales y como una fuente de ingresos y de trabajo para muchas personas,
algunas de las cuales lo vienen haciendo por generaciones.
Sucede que en los espacios donde
se practicaba aparecieron los puertos y, con su desarrollo y expansión, se
comenzó a “correr” a los pescadores que ya no podían seguir trabajando en las
zonas de captura por donde transitan grandes barcos o se emplazan las
terminales portuarias. Y esto es así acá y en todos los puertos del mundo.
En este espíritu se orientó el
Programa de Reconversión que pusimos en marcha en 2012 para la pesca artesanal
en el estuario de Bahía Blanca. Se trataba de colaborar para que reconvirtieran
su actividad a una que pasara de la simple captura y venta al agregado de valor
para obtener un mejor precio, a que mejoraran sus “artes de pesca”, se los
dotara de un espacio específico y de instalaciones dignas para su trabajo
cotidiano.
Se ha hecho muchísimo si se
compara con los tiempos donde las situaciones de conflicto social eran moneda
corriente. Y todavía falta. Definir nuevas zonas de captura, un plan de manejo
sustentable, instalaciones y frío para agregar valor a lo que obtienen del
estuario.
Parece que en esto está la gente
de la pesca en San Pedro, provincia de Buenos Aires. Reclamando un sector para
ubicarse en grupo y desarrollarse. Y se les había prometido un predio donde
tiempo atrás, el polémico Max Higgins, en una visita a la localidad, les
prometió que invertiría en construir una suerte de “Disneylandia” criolla. Y
por supuesto que no cumplió.
A esto se refiere el nuevo presidente
del Consorcio de Gestión del Puerto de San Pedro, Horacio Frangi, cuando dice "Max Higgins he recibido varios. Ya tuvimos uno, y no quiero tener
otro".
Lo cierto es que, en ese predio o
en otro alternativo, el reclamo de los pescadores artesanales es justo y es de
esperar que también allí, como en otros puertos argentinos, se pongan en marcha
programas de reconversión adecuados a la realidad de cada lugar, para
respetarles una actividad que da de comer a mucha gente.
No olvidemos que ellos estaban
primero.
Por el Cr. Hugo Antonio Borelli
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