martes, 25 de octubre de 2016

Aprender toda la vida

De la educación al trabajo

Por su directa relación con temas que he venido abordando en el Blog, en esta nota quiero compartir con ustedes la presentación que, con ese título, hizo Santiago Bilinkis en el reciente Coloquio de Idea realizado en Mar del Plata.

El video que acompaño contiene el panel de “Educación y Empleo”, donde participa el Ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich, a quien también vale la pena ver y oír. Habla de educación en los diferentes niveles escolares, contenidos, jornada extendida, comprensión de textos, y de la educación como la principal herramienta para combatir la pobreza.

Bilinkis y Bullrich en el panel "Educación y Empleo" del Coloquio de Idea


El video dura 1 hora 17´, pero Bilinkis comienza en el minuto 21 y dura unos 10 minutos.
Precisamente la reproducción comienza en ese momento, pero si tenés ganas, podés verlo íntegro o seguir también a cualquiera de los otros panelistas.

Antes de reproducirlo podría haber pensado que no tenía ganas (o tiempo) de “gastar” 10 minutos para ver otra conferencia en video, y mucho menos algo más de una hora. Pero después de verlo, creer que no tenía 10 minutos para escuchar esto, me pareció casi arrogante de mi parte. No sólo por su contenido sino porque me demostró claramente que, a pesar de muchos años de formación y experiencia, todavía queda muchísimo por aprender. Más aún, tal vez muchas cosas que sé, ya no sirvan. Y ni hablar si estás en plena vida laboral activa.


Para ubicar mejor a este tecnólogo, autor del libro “Pasaje al Futuro”, y que cité en mi nota “Viejos y nuevos empleos: ¿estamos calificados? Partes 1 y 2”, Santiago Bilinkis fue fundador de la empresa Officenet en 1997, una exitosa compañía de venta de insumos de librería con entrega a domicilio, que en el año 2000 se expandió a Brasil.

En 2004, las operaciones fueron adquiridas por Staples, el gigante internacional del sector, con 25 años en el mercado, más de 2300 tiendas en el mundo, ventas anuales de US$ 25.500 millones y el título de ser la segunda empresa que más vende por Internet (detrás de Amazon). A partir de marzo de 2011, la filial local pasó a llamarse Staples Argentina. 

La revolución educativa que necesitamos no es sólo aplicable a los jóvenes, sino que es fundamental para los adultos. Para los que creemos que ya sabemos lo suficiente, que ya cumplimos con nuestra etapa de estudio y ahora sólo nos queda trabajar y producir con ese conocimiento.




Algunos conceptos salientes

El problema es que, hoy en día, la duración promedio del conocimiento no dura más de 10 años.

Cuenta que una encuesta realizada en EEUU, sobre decenas de miles de casos, preguntó:
¿Cuántas horas por año dedican las personas a estudiar y aprender según los tramos de edad? Y el resultado fue el siguiente:

De los 15 a los 19 años: 1.250 horas.
De los 20 a los 24 años: 540 horas.
De los 24 a los 34 años: 86 horas.
De los 34 a los 54 años: 23 horas.
Después de los 54 años: 0

Los resultados son extremos, y para miles de casos, porque siempre habrá alguien mayor de 50 que está estudiando algo, o perfeccionando algún conocimiento, y dirá que, para él, el tiempo no es 0. Pero muestra la contundencia de la baja estrepitosa de dedicación al estudio a medida que se es mayor.

Aprender cuando éramos jóvenes era más fácil. Si ahora todos los temas son más complicados y difíciles, ¿no debiéramos dedicar más tiempo a estudiar y aprender?

Cuenta que la manera de ejercer medicina en el hospital de Harvard es, alternadamente, atender pacientes durante dos semanas y dedicar una a investigación y actualización, de manera continua.


La distancia ya no es un obstáculo. Hoy podemos estudiar en cualquier universidad prestigiosa del mundo desde nuestra casa, “on line”.

En un mundo que cambiaba lento, destinar el 100% del tiempo durante el 20% de la vida (de los 5 a los 25 años de edad) a aprender y después, prácticamente nada, podía funcionar. En un mundo que cambia rápido, ese modelo no sirve más.

La propuesta es pasar de estudiar el 100% del tiempo durante el 20% de la vida, a estudiar el 20% del tiempo durante el 100% de  la vida.

Un día por semana durante todo el tiempo que nos quede de vida. Es un cambio profundo sobre la manera en que encaramos nuestra propia formación. Esto es válido desde lo individual, de lo que podemos hacer cada uno.

Pero también vale para las organizaciones, empresas y todo lugar donde haya trabajo colectivo. Todas las compañías se proponen y se definen como “innovadoras”. Pero cuán innovadoras pueden ser si la mayoría de su gente está desactualizada.

Entonces, esto no se agota con dedicar un día “nuestro”, sino que todos deben entrar en esta gimnasia permanente de actualización. Si no ¿qué hacemos? ¿Vamos jubilando (o retirando) a la gente cada vez más temprano y reemplazamos a nuestros empleados por gente más actualizada, que entienda mejor todo lo que está cambiando?

La tendencia debería ser la contraria. La vida será cada vez más larga. Cada vez necesitamos ser más productivos hasta una etapa más avanzada de la vida.  No podemos quedarnos anclados al modelo anterior.

Las grandes universidades nacionales debieran incluir a las grandes compañías, a las grandes empleadoras, que tienen miles de personas trabajando en ellas.

Educar a los adultos es más complicado, más difícil. El problema que tenemos los adultos no es aprender, es “desaprender”. Cuando éramos jóvenes y bastante vacíos de conocimiento, todo entraba, había lugar, nada entraba en conflicto con nada. Pero cuando somos adultos, ya estamos llenos de preconceptos, experiencia, prejuicios; y cada concepto nuevo choca, nos resistimos, y nos cuesta soltar nuestras certezas anteriores.

Precisamente porque es difícil, resulta cada vez más imprescindible que dediquemos tiempo a nuestra actualización y a la de nuestra gente.

Queda claro que hay que reinventar el modelo educativo. El desafío es grande, pero el premio también.

En definitiva, dejo aquí escritos algunos conceptos salientes de la charla por si no tenés 10 minutos para verla y oírla, pero sí tenés 5 para leer. El resto corre por tu cuenta.


“Creo que la disyuntiva es “de hierro”: o te lo creés o te podés quedar afuera”. Salvo que no te importe.





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