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lunes, 19 de junio de 2017

O lo creés o te podés quedar afuera

Todavía no hay conciencia sobre los trabajos del futuro

Como en ocasiones anteriores, hoy quiero compartir reflexiones y ratificaciones sobre los desafíos para los nuevos empleos, a partir de una nueva nota del tecnólogo Santiago Bilinkis, autor del libro “Pasaje al Futuro”.

La nota fue publicada el 17 de junio de 2017, lleva el título “Los trabajos del futuro” y tiene directa relación con las que publiqué en octubre del año pasado bajo los títulos Viejos y nuevos empleos: ¿estamos calificados? Parte 1 y Parte 2”, Argentina puede ser el Arabia Saudita de las energías renovables y Aprender toda la vida.


Bilinkis comienza con una suposición extrema que resulta un ejemplo claro y esclarecedor para introducir al tema, y dice:

“Imaginate que recibís una carta anunciándote que vas a competir en los próximos Juegos Olímpicos. ¡Ya está! Tenés tu lugar asegurado en Tokio 2020. Pero hay una salvedad: no se sabe aún en qué disciplina te tocará competir. Eso se decidirá en un sorteo el día anterior al comienzo de los Juegos y puede tocarte cualquier alternativa: sea tiro al plato, levantamiento de pesas, maratón, lucha grecorromana o clavado desde un trampolín. ¿Cómo te prepararías para esa competencia?”.
Y continúa:
“Ese es el desafío que enfrentamos hoy todos con respecto a los trabajos del futuro. Con creciente frecuencia diferentes estudios hablan de la inminente destrucción de empleo que las tecnologías generarán en las próximas dos décadas. Dos tercios de los trabajos actuales, los informes auguran, van a desaparecer. En su lugar surgirán roles nuevos muy diferentes de los que hoy desempeñamos. El cambio no será tan repentino, hay tiempo de irnos preparando. Pero prepararnos, ¿para qué? ¡Lo único que sabemos de esos nuevos empleos es que no tenemos idea de cómo serán!
El problema, de todos modos, es mayor de lo que parece porque la mayoría de las personas desatendemos las alertas. A pesar de que ve en los medios cada vez más notas sobre estos temas, seguimos adelante con nuestra vida sin hacernos cargo de lo que acabábamos de leer. ¡Dos de cada tres trabajos actuales pronto dejarán de existir!”

¡Dos de cada tres trabajos actuales pronto dejarán de existir!

La toma de conciencia

Santiago nos cuenta que, en su columna radial de hace unas semanas, realizó una encuesta a varios miles de personas para incorporar datos para este trabajo. Los resultados fueron claros: 71% de las personas creen que su trabajo no desaparecerá. Y aun cuando eso pasara, 69% se considera ya preparado para los nuevos trabajos que surjan. ¿Tendrán razón o es una increíble falta de conciencia sobre el problema?

Por eso sentencia:

“¡El primer paso para solucionar un problema es reconocerlo como tal!”

También nos dice que consultó los Gerentes de Adquisición y Retención de Talento de varias de las mayores empresas que operan en el país. Les preguntó qué rasgos eran los más buscados al seleccionar un candidato hace 10 años, cuáles ahora y cuáles estimaban que serán los necesarios de aquí a una década. “La conclusión fue reveladora: antes se buscaba conocimiento técnico y dedicación, es decir, habilidades duras y cumplimiento de normas. Hoy lo más importante es el trabajo en equipo, la empatía y la resiliencia (1), habilidades más blandas. En el futuro, la clave será la flexibilidad, el aprendizaje continuo y la creatividad/innovación, habilidades mucho más blandas aún y la capacidad ya no de cumplir sino de romper las reglas”.

Y así, Bilinkis remata su nota concluyendo que “la visión de estas personas nos da una pista de cómo prepararnos para esos “Juegos Olímpicos” del ejemplo inicial:

No importa tanto aprender cosas específicas como desarrollar la capacidad de seguir aprendiendo de manera constante e incentivar nuestra creatividad.

Y propone preguntas que cada uno debería hacerse a sí mismo:

Una primera pregunta sería si te parece que esas son las habilidades que privilegia la institución que hayas elegido para educar a tus hijos. Si apunta sobre todo al conocimiento técnico y el cumplimiento de normas, debés concluir que ¡tus chicos se están preparando para el año 2005 en vez de hacerlo para el 2025!

La siguiente pregunta que propone pensar es si estás anticipando correctamente los cambios que se avecinan en tu propia actividad profesional.

Y finalmente, la última cosa para que te cuestiones es qué lugar ocupa tu propia formación en tu vida y qué habilidades estás priorizando desarrollar. ¿Te estás preparando para seguir aprendiendo siempre y para romper las reglas?

Concluye enfáticamente diciendo que, seguramente, esto sea la clave para tu trabajo del futuro.

Jóvenes y no tan jóvenes

No hace falta decirlo (pero, por las dudas igual lo digo) que adherir y difundir todas estas advertencias no tienen vinculación alguna con ningún tipo de interés personal sobre el tema. Los que me conocen saben que estoy en la frontera de la edad jubilatoria y este monumental cambio de paradigma sobre la educación y el empleo impacta sobre los miles de jóvenes que estudian y trabajan, los que están por ingresar al sistema educativo  y también, peligrosamente, sobre aquellos que están todavía en plena vida laboral activa, de más de 40 años, para quienes la pérdida de su empleo podría resultar dramática por una muy dificultosa reinserción.

Con la excepción, por supuesto, de seguir practicando aquello de “Aprender toda la vida” porque, trabaje o no trabaje, estará vigente en mí hasta el final de mis días.

En mis notas anteriores, citadas al principio, decía que:

No veo que se advierta de manera masiva que lo aprendido, o lo que hoy se enseña, servirá para poco en los empleos que se ofrecerán en este futuro cercano.

Y planteaba que, según los especialistas, en los próximos veinte años, la tecnología avanzará más que en los anteriores mil. El avance del conocimiento del genoma humano permitirá avances en la medicina no imaginados hasta hace poco y hasta se piensa que se podrá prolongar la vida humana en diez años cada cinco.

La robótica y la Inteligencia Artificial (IA) se desarrollarán hasta ser capaces de hacer hasta casi todo y, en algunas cosas, mejor que el cerebro humano. Tal vez a muchos esto nos pone “la piel de gallina”, pero es lo que se viene. O, mejor dicho, ya está entre nosotros. Pues, entonces, ¿en qué y con qué capacitación, trabajarán las personas en ese futuro?

La disrupción es el fenómeno más temido. Por eso, avizorar el porvenir no es un juego de diletantes. Es entrenarse para leer los signos ocultos de lo que puede acontecer y estar preparado para enfrentarlo.

Es posible que los que pierdan su empleo carezcan de las habilidades necesarias para competir por los nuevos empleos.

Si no nos anticipamos a la amenaza, tendremos que estar dispuestos a pagar un altísimo costo económico y social.

Las empresas tendrán que apostar por el desarrollo del talento como pilar mismo de su crecimiento futuro. Más complejo es el papel que deberán cumplir los políticos, que deberán liderar un cambio en el sistema educativo y la regulación del mercado de trabajo, que llevan décadas de retraso en muchos países. 

Los políticos deberán liderar un cambio en el sistema educativo.

El último informe de Davos (Foro Económico Mundial) recomienda que los gobiernos y las empresas deberán tomar acciones urgentes y específicas lo antes posible, para gestionar la transición a corto plazo y generar una fuerza de trabajo con habilidades a prueba de futuro. Solo así se puede hacer frente al creciente desempleo y la desigualdad.

En nuestra Argentina (aunque creo que es válido para cualquier país) también tendrán que entender, y actuar en consecuencia, los sindicatos. Me refiero a sus dirigentes.

Los sindicatos y sus dirigentes también deberán reaccionar y contribuir a la capacitación de sus afiliados para que puedan defender sus empleos o conseguir nuevos.

Conclusiones

Los expertos sostienen que la “fecha de expiración” del conocimiento no llega hoy a los 10 años. Es decir, estamos en una era en la que los conocimientos durarán cada vez menos tiempo y muchos tipos de empleos actuales serán eliminados.

Por eso, en lugar de destinar el 100% del tiempo durante el 20% de la vida (de los 5 a los 25 años de edad) a aprender y después muy poco pensando que ya se lo sabe todo, la propuesta es:

Pasar de estudiar el 100% del tiempo durante el 20% de la vida, a estudiar el 20% del tiempo durante el 100% de  la vida.

Así que, más allá de los conflictos que el sistema educativo tiene, los salarios docentes y la infraestructura deficiente, se trata de un “borrón y cuenta nueva” en materia de contenidos. No se trata de “maquillar” una reforma, se trata de concebir todo de nuevo y cambiarlo de cabo a rabo. De lo contrario, para los nuevos empleos no habrá quien esté capacitado para ocuparlos.

Un chico que apenas termine el secundario (ni hablar si ni siquiera lo logra) o un universitario con este sistema, no tendrá cabida en este nuevo paradigma. No calificará y nadie lo tomará. Si no se cambia rápido, se pueden perder una o dos generaciones a las que les costará tener una salida laboral. Y aquí la pobreza será crónica.

Por eso les dejo la misma conclusión que en mi nota anterior sobre este tema:

Espero haberte ayudado a pensar. O mucho mejor que eso, a estimularte para que te prepares, vos y tus hijos, para lo que está pasando. Como se suele decir, el futuro es ahora.

Creo que la disyuntiva es “de hierro”: o lo creés o te podés quedar afuera.



(1)
Resiliencia viene del término latín resilio: “volver atrás, volver de un salto, resaltar, rebotar”. El término se adaptó al uso en psicología y otras ciencias sociales para referirse a las personas que, a pesar de sufrir situaciones estresantes, no son afectadas psicológicamente por ellas.
Sin embargo, el término desarrolla diferentes adaptaciones, según sea la ciencia o disciplina en la que se aplique.
Resiliencia puede referirse a:
·         La resiliencia; en psicología, capacidad de las personas de sobreponerse a períodos de dolor emocional y situaciones adversas.
·         La resiliencia; en periodontología, capacidad los tejidos blandos de recuperar su forma natural al hacer leve presión sobre el tejido, hay grosor adecuado que permite la compresión ligera.
·         La resiliencia; en sociología, capacidad que tienen los grupos sociales para sobreponerse a los resultados adversos, reconstruyendo sus vínculos internos, a fin de hacer prevalecer su homeostasis colectiva de modo tal que no fracasen en su propia sinergia.
·         La resiliencia; en ecología, capacidad de las comunidades y ecosistemas de absorber perturbaciones sin alterar significativamente sus características de estructura y funcionalidad, pudiendo regresar a su estado original una vez que la perturbación ha cesado.
·         La resiliencia; en ingeniería, energía de deformación (por unidad de volumen) que puede ser recuperada de un cuerpo deformado cuando cesa el esfuerzo que causa la deformación.
·         La resiliencia; en sistemas tecnológicos, capacidad de un sistema de soportar y recuperarse ante desastres y perturbaciones.
·         La resiliencia; en la cultura emprendedora, capacidad que tiene el emprendedor para confrontar situaciones que compliquen la generación y desarrollo de su plan de negocios o su proyecto a emprender, generando sinergia con sus socios o colaboradores para salir airoso y con determinación de ella; basado en la previsión del riesgo.
·         La resiliencia; en derecho, capacidad de las personas, dentro del marco general de los derechos humanos, de recuperar su estado original de libertad, igualdad, inocencia, etc. después de haber sido sometidas a las acciones de fuerza del Estado.
·         La resiliencia; en urbanismo, es la capacidad de la ciudad para resistir una amenaza, también absorber, adaptarse y recuperarse de sus efectos de manera oportuna y eficiente, incluye la preservación y restauración de sus estructuras y funciones básicas.
·         La resiliencia; en arte, es la capacidad de la obra de arte para conservar a través de la estética su particularidad, a pesar del creciente subjetivismo.









martes, 25 de octubre de 2016

Aprender toda la vida

De la educación al trabajo

Por su directa relación con temas que he venido abordando en el Blog, en esta nota quiero compartir con ustedes la presentación que, con ese título, hizo Santiago Bilinkis en el reciente Coloquio de Idea realizado en Mar del Plata.

El video que acompaño contiene el panel de “Educación y Empleo”, donde participa el Ministro de Educación de la Nación, Esteban Bullrich, a quien también vale la pena ver y oír. Habla de educación en los diferentes niveles escolares, contenidos, jornada extendida, comprensión de textos, y de la educación como la principal herramienta para combatir la pobreza.

Bilinkis y Bullrich en el panel "Educación y Empleo" del Coloquio de Idea


El video dura 1 hora 17´, pero Bilinkis comienza en el minuto 21 y dura unos 10 minutos.
Precisamente la reproducción comienza en ese momento, pero si tenés ganas, podés verlo íntegro o seguir también a cualquiera de los otros panelistas.

Antes de reproducirlo podría haber pensado que no tenía ganas (o tiempo) de “gastar” 10 minutos para ver otra conferencia en video, y mucho menos algo más de una hora. Pero después de verlo, creer que no tenía 10 minutos para escuchar esto, me pareció casi arrogante de mi parte. No sólo por su contenido sino porque me demostró claramente que, a pesar de muchos años de formación y experiencia, todavía queda muchísimo por aprender. Más aún, tal vez muchas cosas que sé, ya no sirvan. Y ni hablar si estás en plena vida laboral activa.


Para ubicar mejor a este tecnólogo, autor del libro “Pasaje al Futuro”, y que cité en mi nota “Viejos y nuevos empleos: ¿estamos calificados? Partes 1 y 2”, Santiago Bilinkis fue fundador de la empresa Officenet en 1997, una exitosa compañía de venta de insumos de librería con entrega a domicilio, que en el año 2000 se expandió a Brasil.

En 2004, las operaciones fueron adquiridas por Staples, el gigante internacional del sector, con 25 años en el mercado, más de 2300 tiendas en el mundo, ventas anuales de US$ 25.500 millones y el título de ser la segunda empresa que más vende por Internet (detrás de Amazon). A partir de marzo de 2011, la filial local pasó a llamarse Staples Argentina. 

La revolución educativa que necesitamos no es sólo aplicable a los jóvenes, sino que es fundamental para los adultos. Para los que creemos que ya sabemos lo suficiente, que ya cumplimos con nuestra etapa de estudio y ahora sólo nos queda trabajar y producir con ese conocimiento.




Algunos conceptos salientes

El problema es que, hoy en día, la duración promedio del conocimiento no dura más de 10 años.

Cuenta que una encuesta realizada en EEUU, sobre decenas de miles de casos, preguntó:
¿Cuántas horas por año dedican las personas a estudiar y aprender según los tramos de edad? Y el resultado fue el siguiente:

De los 15 a los 19 años: 1.250 horas.
De los 20 a los 24 años: 540 horas.
De los 24 a los 34 años: 86 horas.
De los 34 a los 54 años: 23 horas.
Después de los 54 años: 0

Los resultados son extremos, y para miles de casos, porque siempre habrá alguien mayor de 50 que está estudiando algo, o perfeccionando algún conocimiento, y dirá que, para él, el tiempo no es 0. Pero muestra la contundencia de la baja estrepitosa de dedicación al estudio a medida que se es mayor.

Aprender cuando éramos jóvenes era más fácil. Si ahora todos los temas son más complicados y difíciles, ¿no debiéramos dedicar más tiempo a estudiar y aprender?

Cuenta que la manera de ejercer medicina en el hospital de Harvard es, alternadamente, atender pacientes durante dos semanas y dedicar una a investigación y actualización, de manera continua.


La distancia ya no es un obstáculo. Hoy podemos estudiar en cualquier universidad prestigiosa del mundo desde nuestra casa, “on line”.

En un mundo que cambiaba lento, destinar el 100% del tiempo durante el 20% de la vida (de los 5 a los 25 años de edad) a aprender y después, prácticamente nada, podía funcionar. En un mundo que cambia rápido, ese modelo no sirve más.

La propuesta es pasar de estudiar el 100% del tiempo durante el 20% de la vida, a estudiar el 20% del tiempo durante el 100% de  la vida.

Un día por semana durante todo el tiempo que nos quede de vida. Es un cambio profundo sobre la manera en que encaramos nuestra propia formación. Esto es válido desde lo individual, de lo que podemos hacer cada uno.

Pero también vale para las organizaciones, empresas y todo lugar donde haya trabajo colectivo. Todas las compañías se proponen y se definen como “innovadoras”. Pero cuán innovadoras pueden ser si la mayoría de su gente está desactualizada.

Entonces, esto no se agota con dedicar un día “nuestro”, sino que todos deben entrar en esta gimnasia permanente de actualización. Si no ¿qué hacemos? ¿Vamos jubilando (o retirando) a la gente cada vez más temprano y reemplazamos a nuestros empleados por gente más actualizada, que entienda mejor todo lo que está cambiando?

La tendencia debería ser la contraria. La vida será cada vez más larga. Cada vez necesitamos ser más productivos hasta una etapa más avanzada de la vida.  No podemos quedarnos anclados al modelo anterior.

Las grandes universidades nacionales debieran incluir a las grandes compañías, a las grandes empleadoras, que tienen miles de personas trabajando en ellas.

Educar a los adultos es más complicado, más difícil. El problema que tenemos los adultos no es aprender, es “desaprender”. Cuando éramos jóvenes y bastante vacíos de conocimiento, todo entraba, había lugar, nada entraba en conflicto con nada. Pero cuando somos adultos, ya estamos llenos de preconceptos, experiencia, prejuicios; y cada concepto nuevo choca, nos resistimos, y nos cuesta soltar nuestras certezas anteriores.

Precisamente porque es difícil, resulta cada vez más imprescindible que dediquemos tiempo a nuestra actualización y a la de nuestra gente.

Queda claro que hay que reinventar el modelo educativo. El desafío es grande, pero el premio también.

En definitiva, dejo aquí escritos algunos conceptos salientes de la charla por si no tenés 10 minutos para verla y oírla, pero sí tenés 5 para leer. El resto corre por tu cuenta.


“Creo que la disyuntiva es “de hierro”: o te lo creés o te podés quedar afuera”. Salvo que no te importe.