Meterse en camisa de
once varas
Cuando
en estos días preparaba la nota “A las indagatorias les falta algo” tuve el
impulso de hacer un comentario que, en ese momento, decidí reprimirlo.
Les
recuerdo que, cuando resumí en qué consiste una indagatoria, decía que una vez terminada la
audiencia el juez de la causa cuenta con 10 días hábiles para resolver la
situación procesal del imputado, esto es, el procesamiento, el sobreseimiento o
la falta de mérito. El procesamiento implica que la persona será
sometida a juicio; el sobreseimiento implica que no existen elementos para
relacionar a la persona con el caso; y
la falta de mérito implica que no se puede decidir aún el procesamiento o el
sobreseimiento y que el fiscal debe seguir investigando hasta poderlo definir.
Lo
que me vino a la mente en ese momento (y que decidí no escribir, aunque ahora
sí lo hago) es que la “falta de mérito”, más allá que tiene su lógica y que,
por supuesto, puede darse que el juez sienta que aún le faltan elementos para
tomar una decisión, también puede permitir la posibilidad que una investigación se "estire" indefinidamente, corriéndose el riesgo, inclusive, de que
prescriba. Para muestra, hay unas cuantas.
Pero
en el momento que escribía la nota citada, me surgió espontáneamente en la mente
la expresión: “¿para qué me voy a meter
en camisa de once varas?”. E inmediatamente me dije: ¿de dónde sale esta
expresión que he dicho o pensado tantas veces y no conozco su origen? Y de
inmediato fui a buscar la respuesta.
Para
los que, como yo, no lo sabían, comparto el origen de esta expresión tan común:
El dicho “meterse
en camisa de once varas” es
una expresión coloquial para señalar la
poca conveniencia de complicarse la vida
innecesariamente.
Su
origen se sitúa en la Edad Media,
en la ceremonia de adopción de un niño, buscando simbolizar los problemas que ésta
conlleva por decisión propia. El padre debía meter al niño por la manga
de una camisa grande hecha para la ocasión. Luego lo
sacaba por la cabeza o el cuello de la prenda y el padre le daba un fuerte beso
en la frente como prueba de la aceptación de la paternidad. En algunas regiones
de Europa la ceremonia continúa vigente, pero con la madre, con el objeto de
simular el parto.
Cuando
se adoptaba a jóvenes o adultos, a veces la ceremonia no salía del todo bien. Al
adoptar a un hijo, quien iba a ser el padre adoptivo, muchas veces un
eclesiástico que deseaba un sucesor, lo metía por la manga de una camisa muy
amplia -de ahí la exagerada medida de once varas- y lo sacaba por la cabeza,
queriendo simbolizar, con este recorrido, un segundo parto.
Esta
ceremonia, documentada en varios países de Europa, habría dado también origen a
refranes y frases, hoy en desuso, como “Éntrale por la manga y sácale por el
cabezón”, “Metedlo por la bocamanga y salirse os ha por el seno (por el
cabezal)”.
En algunas zonas, el padre o
la madre adoptivos metían al niño bajo su manto o sus vestiduras en señal de
protección. Estas costumbres, u otras muy similares, se mantienen actualmente
en algunos pueblos eslavos del sur (búlgaros y bosnios) y entre los turcos.
La expresión, con el mismo
significado, existe actualmente en portugués.
El
dicho refleja una exageración en las dimensiones de la camisa, la cual jamás
podía medir once varas, ya que
una vara son treinta y tres pulgadas,
lo que equivale a unos ochenta y cuatro 84 centímetros.
Así, la camisa mediría 363 pulgadas o
bien 9,24 metros.
Actualmente el significado más común es "Meterse una persona en asuntos o problemas que no conoce, que no
le competen o que no reportan ningún beneficio".
Bueno,
parece que esto es lo que me pasó a mí con la nota mencionada.
Como
nobleza obliga debo decir, y no tengo ningún problema en reconocerlo, que algunos
mensajes de abogados recibí. No hay problema. Como bien aclaré en la nota, mi
intención no fue, en modo alguno, incursionar en sus incumbencias
profesionales. Sólo intenté expresar un deseo o sugerencia desde la posición de
un ciudadano lego. Los procesos o la promoción del cambio de las leyes corren
por cuenta de ellos.
De
todos modos habrá servido, más allá de lo que dicen estas leyes y la técnica
jurídica, si algunos de ustedes concuerdan con lo que fue el motivo de la
misma: sugerir que sería muy interesante que, en los llamados a indagatoria, los
imputados tengan que comparecer cara a cara frente a los jueces.
Usted
decide, con su palabra o con su pensamiento. Y así valdrá la pena que me haya “metido
en camisa de once varas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario