martes, 23 de agosto de 2016

El vaso medio vacío o medio lleno

El déficit fiscal subió o bajó?

El Gobierno, a través de la Secretaría de Hacienda, acaba de publicar el déficit fiscal para el mes de julio de 2016 y es lo que técnicamente se denomina déficit primario o resultado de la Base Caja de la Administración Pública Nacional. La noticia puede pasar de largo entre las tantas de temas técnico económicos, que parecen reservadas sólo para especialistas. Sin embargo, tiene que ver con cada uno de nosotros mucho más de lo que nos imaginamos y es lo que pretendimos resaltar en nuestra anterior nota “Un depredador anda suelto”.

Tal vez esto sea sólo para aquellos más o menos entendidos en los números de las finanzas públicas y, por supuesto, árido y aburrido. Pero una gran parte de lo que nos pasa en nuestra vida económica cotidiana tiene que ver con esto.

En esa nota anterior decíamos que “la inflación es la hija descarriada del déficit fiscal” y “las tasas de interés son las hijas obedientes de la inflación” Pues si el déficit fiscal es un tema macro que nos resulta difícil analizar desde el conocimiento medio de las personas, los efectos de la inflación y de las tasas de interés los entendemos muy bien.

Los números

Veamos primero los números, tal como se indican en el informe, que son los que pienso darán justificación a los títulos de esta nota.

La cartera de Hacienda, conducida por Gustavo Marconato, nos dice que las cuentas del Estado Nacional cerraron julio con un déficit de $ 25.714,6 millones, más del doble que los $ 12.102,5 millones de igual mes del año pasado (+112,5%).

La cuenta financiera arrojó un saldo negativo de $ 27.584,2 millones, considerando el pago de intereses de la deuda pública, los ingresos por rentas financieras originadas en las utilidades distribuidas por el Banco Central y las producidas por del Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la ANSeS.

En el séptimo mes del año, mientras los ingresos primarios aumentaron $ 25.958 millones (+22%), el gasto primario lo hizo en $ 39.570,1 millones (+30,7%), siempre contra julio de 2015. El rojo fiscal de julio presentó una profundización del desequilibrio de las cuentas públicas porque, en términos interanuales, se disparó por encima de la inflación.

Agrega que, en términos acumulados, y siempre en base caja, el resultado primario sin rentas financieras presentó un déficit de $ 146.917,7 millones, lo que representó un alza del 37,1% respecto al rojo registrado entre enero y julio de 2015.

Sumadas las rentas, el llamado resultado financiero registró un déficit de $ 160.806 millones, lo que representó una suba interanual del 48%.

Ahora bien (espere antes de agotarse mirando números), el mismo informe da cuenta también que, medido a precios constantes del primer semestre del 2015, se aprecia que el déficit primario sin rentas de enero-julio del 2016 muestra una reducción de $ 1.966,9 millones (-1,8% en términos reales) interanual.

Y continúa, sin disimulado optimismo, que “la trayectoria fiscal del período enero-julio del 2016 se encamina hacia el objetivo previsto en el programa fiscal 2016, que pronostica: una reducción del déficit primario que irá desde un 5,4% del PBI en 2015 a 4,8% del PBI en 2016, es decir, una caída del orden del 12% en términos reales”.

El último informe de la IAE Business School dice que “las cuentas fiscales siguen deteriorándose, aunque no en términos reales. Si bien los gastos siguen creciendo por encima de los ingresos, el déficit fiscal en relación al año pasado se incrementó por debajo de la inflación.

Finalmente, se indica  que si se excluyen las rentas de la propiedad del Banco Central y de la ANSeS, en los primeros siete meses del año el gobierno registró un déficit financiero de $ 248.119,7 millones, un 62% más que en el mismo lapso de 2015.

La pucha, qué complicado. Cómo nos complica las cuentas esta bendita inflación. Cómo se pueden manejar tendencias y pronósticos que resulten fiables, partiendo de ajustes entre lo nominal y lo real, del orden de los 40 puntos anuales.

El déficit fiscal subió. Pero no subió, en realidad bajó. Estamos peor o, en realidad, vamos mejor? Cómo puede la gente mirar estos números e intentar imaginar cómo le irá en su vida (económica)? La gente mira cosas mucho más directas que tienen que ver con su bolsillo, pero sin dudas en esto está “la madre del borrego” (1).

Corregir a la “madre” para curar a la “hija”

Si el déficit fiscal es “la madre del borrego” o el quid de la cuestión, y la inflación es su hija descarriada. Cómo corregirlo? En general, las medidas necesarias no le gustarán a nadie.

Un informe del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (IDESA), consideró que "el fallo de la Corte sobre la readecuación tarifaria implica que la estrategia de reducir déficit fiscal vía recorte de subsidios llevará más tiempo del planeado”. Por lo tanto, habrá que ponerse a revisar otros componentes del gasto público.

IDESA estimó, de todos modos, que es posible mejorar las cuentas fiscales abordando gastos en otras áreas, pues los subsidios económicos constituyen un 15% del gasto público primario, una proporción similar al pago de salarios y funcionamiento del Estado (16%). El grueso de los recursos de la Administración Pública Nacional los demandan los gastos de carácter social, como previsión social, salud, educación, vivienda e infraestructura básica, que representan un 63% del total, mientras que el 6% restante se destina a inversión pública.

La entidad, que dirige Jorge Colina, continúa diciendo que "reformar el sistema previsional y desmantelar intervenciones nacionales superpuestas con funciones provinciales no solo resultan prioritarias sino que, después de la intervención de la Justicia, pasan a ser urgentes".

Otros que opinan y aconsejan, como la IAE Business School dice: "El gasto público sigue muy elevado. Consideramos que hay un excedente en la dotación del personal para disponer de una productividad lógica. Sobra personal en el Estado. Es un seguro de desempleo encubierto. La tasa de desempleo corregida por este efecto es de dos dígitos".

También IDESA advirtió que "los recursos fiscales asignados a subsidiar la energía, el transporte y las empresas públicas representan prácticamente un cuarto del gasto social, lo mismo que se gasta en salarios públicos y más del doble de lo que se asigna a obra pública. Se trata de una enorme cantidad de recursos fiscales que en la mayoría de los casos beneficia a personas de ingresos medios y altos, produce ineficiencias y oportunidades de corrupción y ha llevado a la crisis del sector energético".

Menudo debate y menuda tensión social frente a todas estas recomendaciones, que algunas pueden ser justas y viables y otras, por el contrario, muy complicadas y hasta casi impracticables. Es que, en este bendito país, los habitantes tendremos que estar siempre tratando de entender y soportando los brutales ajustes que intenten corregir los desmadres de los que estuvieron antes?

En la vida cotidiana

Mientras tanto, lo que nos resulta muy fácil de entender (y de padecer) son los precios de las cosas que consumimos todos los días.

En setiembre de 2015, la periodista Jorgelina do Rosario publicó una nota y un cuadro en Infobae, donde resume los resultados de la inflación de los últimos 12 años entre 2003 y 2015. La verdad, yo no sé si a usted le pasa, pero hay precios de 2003 que nos resulta casi imposible recordar. Pero cuando uno mira que hay casos que superan el 1.000% sólo puede sentir escalofrió.

A continuación, reproduzco ese cuadro donde detalla los precios, en uno y otro extremo, de algunos productos comunes comprados por cada hogar, relevados en supermercados conocidos. Inclusive algunos formaban parte de la lista de precios “cuidados”.



Mientras dejo para una próxima entrega trasladar estos resultados a la actualidad, me permito dejarles un ejercicio, según la experiencia de cada uno. Busque usted los precios actuales de estos productos o use otros que le parezcan mejores para comparar.

Los 13 ceros
Abusando de vuestra paciencia, cierro con una pequeña anécdota que, cuando ocurrió, me produjo una dramática sensación, y que demuestra de manera contundente la perversidad de la inflación. Y me paso a mí (como a muchos) que tengo la edad para haber transcurrido mi infancia con una moneda argentina que se llamaba “peso moneda nacional”.

En el año 2010 funcionó en la Municipalidad de Bahía Blanca la Escuela Municipal de Gobierno, que buscaba motivar a jóvenes a interesarse por la función pública y mostrarles el rol que esta tarea tiene hacia la sociedad. Asistían, en general, estudiantes entre 18 y 25 años, es decir, nacidos entre 1985 y 1992 aproximadamente.

En la ocasión, me tocó dar unas clases de economía y finanzas públicas y hablando de la historia inflacionaria de nuestro país les comenté que, en el término de 40 años, le habíamos sacado 13 ceros a nuestra moneda.

La famosa "Fragata": 1.000 pesos m/n
En 1970 convertimos los pesos moneda nacional (se abreviaban m/n y los billetes decían “páguese al portador y a la vista”) en los llamados pesos ley 18.188 y le sacamos 2 ceros. Rigieron hasta 1983. Llegamos a tener un billete de $ 1.000.000.-


1.000.000 de pesos Ley 18.188


En 1983 cambiamos los pesos ley 18.188 por los llamados Pesos Argentinos y le sacamos a la moneda 4 ceros. La inflación fue tan “galopante” que duraron apenas 2 años. Rigieron hasta 1985.

En 1985 aparece el llamado Plan Austral y cambiamos los pesos argentinos por Australes, y le sacamos a la moneda 3 ceros más. Y la inflación no paró.


Y, finalmente, en 1991 con la Ley de Convertibilidad, cambiamos los australes por los actuales Pesos, y le sacamos a la moneda los últimos 4 ceros.

Y la inflación tampoco paró. Empezamos esa última etapa comprando un dólar con un peso y ahora, con un peso, podemos comprar algo más de 6 centavos de dólar.  

Les pedí a los jóvenes, que azorados intentaban asimilar la historia, que hicieran un simple ejercicio en un papel para entender lo que significaban 13 ceros a la derecha detrás de un uno, así: 10.000.000.000.000.- Es decir, que un peso de hoy equivale a diez billones de pesos moneda nacional. Nada resultó más práctico para entender la destrucción que produce la inflación.

Dicen que la moneda es un símbolo de soberanía, al menos económica. Es de esperar que no tengamos que sacarle más ceros.

Aunque, como el billete actual de 100 pesos no alcanza para nada, por lo menos tuvimos que admitir que hizo falta uno de 200 y otro de 500, para empezar.







(1) El origen de la frase “la madre del borrego”

Expresión que se utiliza como interjección, para dar a entender que, finalmente, la persona que la exclama ha comprobado una verdad o ha descubierto un hecho. Podría equivaler a ese es el quid de la cuestión.

El origen de este dicho es controvertido. Hay quienes sostienen que la madre, como tal, es el origen de la vida, y como tal de todo, y la explicación de la causa inicial de lo que pudiera surgir luego. Otros lo asocian no a la madre-mujer sino a la madre-tierra, pero dándole una explicación similar a la anterior.
No se conoce ni lugar ni fecha del origen de la expresión, pero está claro que tiene génesis española y también otras formas de expresarse, por ejemplo “ahí está la madre del borrego”. Incluso en algunos lugares se habla de la madre del “cordero”.

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