lunes, 29 de agosto de 2016

La inflación “rompe monedas”. Parte 2

Los sobre nombres y las cuasi monedas
En la Parte 1 de esta nota vimos, sobre todo de manera ilustrada, las monedas y billetes de todos los tiempos que circularon y circulan en la Argentina.
En esta segunda parte veremos algo más entretenido, curioso o, si se quiere, un poco más divertido de esto que algunos denominan “el vil metal”.
Primero resumiremos las nuevas emisiones y luego repasaremos cómo la cultura popular le ha otorgado al dinero en general, y a algunas denominaciones de billetes o monedas en particular, nombres o sobrenombres que usamos en la jerga coloquial, o alguna vez hemos escuchado, y que no siempre sabemos de dónde provienen. Y cerraremos con el fenómeno de las “cuasi monedas”.

Las nuevas emisiones
Recientemente se diseñaron y emitieron nuevas versiones de los billetes de 5, 10 y 50 pesos, además del conmemorativo de 100.
Nuevo billete de 5 pesos
Nuevo billete de 10 pesos
 
Nuevo billete de 50 pesos
Y en este 2016, reconociendo finalmente que tener el billete de 100 pesos como el de máxima denominación resultaba una complicación desde diversos aspectos, se diseñaron los de 200 y 500 pesos. El segundo ya está en circulación y el primero aparecerá próximamente. Traslado de caudales, depósitos y retiros bancarios, pagos de operaciones inmobiliarias o de automotores u otros bienes de mayor valor y otros ejemplos, implican volúmenes físicos de billetes muy grandes para transacciones comunes en la actualidad. Vendrá el de 1.000?

Nuevo billete de 500 pesos


Nuevo billete de 200 pesos

El ingenio popular y los diferentes nombres dados a nuestra moneda
Desde los inicios de la cultura, y ya sea como trueque o como moneda, el dinero siempre estuvo atado a connotaciones sociales y el pueblo lo fue bautizando con diversos nombres, dependiendo del lugar donde se usaba, a alguna característica de los billetes o, simplemente, relacionándolos con alguna consideración.

Un denario o "denarius"
La palabra dinero deriva del latín denarius (moneda utilizada por los romanos) y constituyó uno de los grandes avances en la historia de la humanidad, permitiendo la aparición y expansión del comercio a gran escala. 

Veamos algunos de los nombres que adquirieron mayor popularidad: 
Moneda de plata argentina

Plata: esta designación del dinero fue porque las monedas más usadas, entre los años 40 a.C., y hasta 1960, en gran parte del mundo, eran acuñadas en plata. Los valores altos de las monedas, eran de oro, los medios, de plata, y los bajos de bronce o cobre. 

De allí las expresiones: 
Un real 1813 - 1881
"Salir a gastar plata", proviene de que la moneda de plata, con el uso continuo, se va desgastando y perdiendo sus detalles originales. 
"No tengo un cobre", proviene de querer expresar que tenías tan poco dinero que ni siquiera monedas de cobre, ya que éstas siempre fueron las de menor valor. 
"Elegir Cara o Ceca" (y es ceca con c y no con s), es porque las monedas hispanoamericanas, de un lado, tenían la cara del Rey de España y del otro lado "ceca", que es una letra que indicaba en qué Casa de la Moneda del imperio Español se había acuñado la misma. 

Un Mango: este término es usado todavía en todo el ámbito nacional. Viene del lunfardo, y se dice que podría provenir del “mango de la pala”, ya que te daban un peso por palear un camión de arena. (un mango es un peso).nombre

También dicen que el origen de la palabra mango es, prácticamente con certeza, la contracción de la palabra lunfarda usada a fines del siglo XIX “marengo”. José Sixto Álvarez (Fray Mocho) documenta en sus “Memorias de un Vigilante” que los ladrones usaban la palabra marengo como sinónimo de dinero mal habido o, para ellos, fácilmente ganado.
En tal sentido, es probable que los inmigrantes del norte de Italia recordaran que para Napoleón I la batalla de Marengo fue una fácil victoria.

La aplicación “lunfarda” del término está inmortalizada en la ranchera, con letra de Ivo Pelay y música de Francisco Canaro, “Dónde hay un mango”. La cantó Tita Merello:

Viejo Gómez, vos que estás de manguero doctorao y que un mango descubrís aunque lo hayan enterrao, definime, si podés, esta contra que se ha dao, que por más que me arremango no descubro un mango ni por equivocación; que por más que la pateo un peso no veo en circulación. ¿Dónde hay un mango Viejo Gómez?...”


Una Luca: la palabra “luca” se le asignó a un billete de mil pesos. Uno podría pensar que el nombre viene por algún personaje que aparece en el billete, pero no es así. La palabra puede venir del lunfardo rioplatense como una adaptación del idioma Calo (idioma de los Gitanos Españoles) en donde “Luka” significaba dinero y “Lukas significaba” moneda.

Una "luca" chilena
No sólo en nuestro país se utilizó este nombre para del dinero. En el caso de Chile su origen se remonta a la colonia en donde circulaban, procedentes de España, unas monedas en que aparecía el rey Fernando de España con una gran peluca. 

Posiblemente el pueblo chileno, el argentino y otros países de América Latina llamaban a los miles “las pelucas”, y con los años se acortó a “luca”. 

Un Palo: era un billete de un millón de pesos que apareció en 1981. También se asocia, dentro de la serie de billetes llamados Pesos Ley 18.188, al de $ 10.000 que tenía al palmar de Entre Ríos. Recordemos que los pesos ley 18.188 le quitaron 2 ceros a los pesos moneda nacional. Por lo tanto, 10.000 pesos ley equivalían a 1.000.000 de pesos moneda nacional.
Obviamente, de este nombre deriva la forma de llamar al millón de dólares “Un Palo Verde”. 

Guita: la palabra “guita” existía ya en la Germania y en el Calo. Algunos etimologistas consideran que deriva del godo wita (cinta). Es la forma más común de referirse al dinero de manera generalizada. Aunque es entendido como un término vulgar, es muy común entre la mayoría de los argentinos y uruguayos. Sinónimos de guita son: mosca, plata, pasta, papota, filo, vento, tovén, tarasca, tela (por ejemplo: este chabón tiene tela para cortar”), teca, y biyuya

Se utilizaba para referirse a las monedas que tienen valor entre la franja de los 5 centavos de peso argentino a 50 centavos. Más generalmente, a las monedas de un centavo. Las expresiones comunes son "no tengo guita, no me alcanza" o, también más recientemente se puede usar "estoy seco" cuando se habla de no tener más "guita". 

Una Gamba: este término viene de la palabra “gambba” o pierna en Italiano, y más explícitamente del latín “Camba”, que hace referencia a la parte del animal entre el pie y la rodilla. 

Esta palabra se asoció al billete de cien pesos de la década de 1940 y se le decía “media gamba” al de cincuenta. El motivo: en el billete de $ 100, en el reverso, se ve la figura de Juan de Garay con unas piernas extremadamente largas.



El Cocinero: se denominó así al billete de cinco pesos de comienzos de siglo. También se lo llamó “cocin” (invirtiendo las sílabas de la palabra cinco). 

El Canario: era el nombre que se le daba al billete de cien pesos que circuló hasta 1940 y que era amarillo como el color del canario. También, al billete de cien pesos en general, se lo llamó “Centenario”. 

Muchos de estos nombres dados al dinero los podemos ver plasmados en la cultura musical. Por ejemplo en las letras de los tangos y en varias poesías de la época.

Un Canario sale en la poesía de "Lanza Cabrera" de Luis Blasco: 

“Chamuyá al juez de la causa, 
decile que hay interés, 
que vos solo disponés 
solamente de un CANARIO” 

El Bataraz: Al billete de un peso se lo llamó, en las décadas de 1910 a 1930 un “bataraz”. Esta es una de las pocas palabras guaraníes que incorporó el lunfardo. Viene de mbatará, que significa matizado de color. Tal la característica del billete por ese entonces. 

En el tango "Soy una fiera", de Martino, el personaje dice: 
“Sin tanto apuro y licencia 
cacho el programa y ya está 
que paga tres BATARACES
me lo afana y no hay reclamo. 
Y no hay que hacer, pa´ estas papas 
me lo elijo a Leguizamo.” 

Al billete antiguo de diez pesos, color verde, de la década de 1910, se lo llamó LACROZE aludiendo al mismo color que tenían los tranvías de esa línea. 

El Patacón: esta palabra proviene del árabe batakká (ventana), ya que muchas monedas acuñadas en el medioevo por los árabes poseían en su "cara" la representación de un myhrab -o mihrab- que parecía una ventana. Esta palabra pasó al italiano como “patacca”.

En principio, se refería a monedas de plata provenientes de países islámicos. Luego quedó como referencia a las monedas de Plata que en el mundo serían muy utilizadas. Pasado el tiempo se las empezó a llamar Duros.
Patacones de plata de 1883
En Argentina, los patacones fueron una famosa serie de monedas de plata emitidas en el período 1881-1883, con su contraparte de oro y cobre.
En el poema de "Lunanco" de Yacaré se lee como se utilizaba esta moneda en esa época: 

“La laboró con riendas... tuvo un coche 
y amarrocó unos cuantos PATACONES 
pero a un Mariano se la dio una noche 
y se comió una cana por lesiones.” 

Patacón 100° Aniversario
1881 - 1981
Aquí, los más antiguos que leen esto, podrán recordar que el término “patacones” refiriéndose al dinero (que tenía bastante) lo usaba Patoruzú, el famoso personaje de historietas de Dante Quinterno, creado en 1928.

Ya en años recientes, después de la crisis de 2001, volvieron a salir los Patacones, pero esta vez en formato de billetes, llamados Bonos “Patacones” de Cancelación de Deuda emitidos por la provincia de Buenos Aires.

Hay muchos otros nombres y apodos que se les ha puesto a los billetes que tienen que ver, casi siempre, con alguna inscripción en el mismo. 

Un Roca: billete de 100 pesos en circulación con la figura de Julio Argentino Roca 

Un Mitre: billete de 2 pesos en circulación con la figura de Bartolomé Mitre 

También es común decir: “Dame un Diez o un Diego”, refiriéndose al billete de 10 pesos, ya que se lo asocia con la figura de Diego Armando Maradona, llamado popularmente como “el Diez”. 

A las monedas en general se las denomina "chirolas" o "monedas". Por ejemplo, la expresión “2 mangos y chirolas” o “2 mangos y monedas” para significar 2 pesos y algunos centavos.

Chirola boliviana
Según la Academia Argentina del Lenguaje, la chirola era una moneda boliviana de plata, quinta parte del peso boliviano (veinte centavos), de amplia circulación en nuestro país en el siglo XIX. El peso boliviano fue un valor reconocido en el país y figuró en varios billetes del antiguo Banco Nacional. 

Otro clásico: a una cantidad de dinero ínfima se le dice genéricamente "dos guitas", "dos mangos" o se la denominaba "chaucha y palito". Esta expresión proviene de la realidad rural: l
a "chaucha" era un vegetal nada estimado por el gaucho, quien no era vegetariano, sino básicamente carnívoro. 

La voz "Chaucha" era, para él, sinónimo de cosa de poco valor. "Palito" alude al de la yerba, a aquel que flota en el agua del mate mal cebado. Sumados en la expresión, ambos elementos desconsiderados por el hombre de campo, indican que algo que es de muy poco valor "se lo compra por chaucha y palito".

Los Morlacos: este es otro término genérico para el dinero que fue adoptado por el lunfardo. Pero, según la Academia Española que norma nuestra lengua, proviene del italiano “morlacco” (que quiere decir hombre rústico). Es también un adjetivo con el cual se califica a una persona que finge tontería o ignorancia.

En el tango “Mano a mano”, cuyo autor es Celedonio Flores y que fuera inmortalizado por Carlos Gardel, se menciona en uno de sus versos "…los morlacos del otario los jugás a la marchanta…".

Un morlaco
En el mismo diccionario académico dice que en El Salvador también significa dinero, lo cual coincide con el lunfardo, un habla popular que era muy común en el Buenos Aires “arrabalero” y que persiste hasta hoy día.

Hace poco tiempo, el periodista y radiodifusor ecuatoriano, Marcelo Dotti, leyó un editorial en Radio Sucesos que lo tituló “Morlaco”' y allí decía: "El término morlaco es de esos que no resulta amigable al oído y está en el rango de las palabras que suenan feo". Y recordaba que, desde los tiempos romanos, se conocía como “morlacus” a las monedas falsas que acuñaron las tribus germánicas y que las introdujeron en el Imperio provocando inflación y desabastecimiento allá por los años cuarenta antes de Cristo.

No es un sobrenombre elogioso dice Dotti (recordemos que Dotti es ecuatoriano). Hace mucho que a los actuales azuayos (naturales de Azuay, provincia del Ecuador) los conocían como morlacos. Pero los cuencanos (Cuenca es la capital de Azuay y se llama en realidad Santa Ana de los Cuatro Ríos de Cuenca), inteligentes como son, se han tomado el polémico mote muy a la broma, al punto de que más de uno de ellos ha ensalzado la condición de ser morlaco y han convertido el gentilicio morlaquía en algo digno de ufanarse.


Los nuevos de 200 y 500

Con estos nuevos billetes podemos jugar con lo obvio: que comiencen a llamarlos “yaguareté” al de 500 y “ballena” al de 200, o que la gente empiece a llamarlos de otra manera. Total, el ingenio popular no descansa.


En alguna futura entrega hablaré del Bitcoin y otras monedas criptográficas. Están creciendo en el mundo? Funcionarán? Tendrán éxito? Veremos.





Los Billetes de Emergencia o “Cuasi monedas”

El concepto de tener que emitir Billetes de Emergencia, es conocido en todo el mundo y muchos países han tenido que recurrir a ellos. Los más famosos son los de Alemania y Austria en la época de la gran depresión y al final de la Primer Guerra Mundial. 

Billete de 50 LECOP
Cuando en agosto de 2001 la Nación Argentina anunció una primera emisión de bonos LECOP, se mencionó como destino la cancelación de la mayor parte de la coparticipación federal impositiva adeudada. 

Billete de 100 Patacones
Sin embargo, debido a la falta de disciplina fiscal en el pasado, la recesión económica y el inexistente financiamiento voluntario, distintos gobiernos provinciales iniciaron una emisión alternativa de bonos "sustitutos de moneda". 

Billete de 10 Quebrachos
Un año después, esta reacción no considerada inicialmente, cobró trascendencia hasta acumular un total de más de 8.500 millones de pesos, aproximadamente el 50% de la circulación monetaria, distribuido entre quince “cuasi monedas” alternativas a lo largo de todo el país. 


A pesar de ser momentáneamente un alivio financiero, este desorden monetario implicó costos para toda la economía. La presencia de cuasi monedas dificulta el accionar de la autoridad monetaria ya que ésta debe asegurarse un pre requisito si desea cumplir con sus objetivos: ser la única institución con la facultad de emitir moneda. La existencia de provincias emisoras de medios de pago condiciona severamente su desempeño. 

Billete de 20 Cecacor
Del total de veintitrés provincias argentinas, quince emitieron bonos provinciales que actuaron como sustitutos cercanos del peso argentino. 



La siguiente tabla presenta la distribución, para agosto de 2002 y a valor nominal, de la emisión provincial.

Provincia
Denominación
Monto 
(en millones de pesos)
Buenos Aires
Patacón
3.306,40
Córdoba
Lecor
700
Entre Ríos
Federal
348
Corrientes
Cecacor
200
Tucumán
Bocade
168
Mendoza
Petrom / Petrobono
138
Misiones
Cemis
130
San Juan
Huarpes
100
Chaco
Quebracho
50
Formosa
Boncafor
50
Catamarca
Bono Ley 4748
45
Tierra del Fuego
Letras
30
Chubut
Petrobono
20
Río Negro
Petrobono
20
La Rioja
Bocade (Serie A)
5
Nación Argentina
Lecop
3225,00
Total
8.535,40

Algunos ejemplos de "cuasi monedas" o Billetes de Emergencia:




Algunos se tomaron la moneda en broma, algunas divertidas y otras no tanto, e hicieron cosas como éstas:




Pero no somos los únicos:




Conclusión

Hemos recorrido en esta larga nota, conceptual e ilustrativamente una enorme lista. Tan larga como la historia de la inflación en nuestro país y tan larga como la lista de diferentes monedas que hemos debido emitir y usar a lo largo de la misma.

Espero que sirva como un aporte que, más allá de sus curiosidades, anécdotas, valor para los coleccionistas, y ejercicio para los menos memoriosos, exponga el dramatismo del fenómeno inflacionario y del tremendo daño que produce a las personas y países que lo padecen.

Y que sirva para que los más jóvenes, que vivieron menos esta historia de los 13 ceros, no se acostumbren a vivir con la inflación que estará socavando su propio futuro.

Por ellos, más que por nosotros que ya tenemos “menos hilo en el carretel”.