miércoles, 18 de octubre de 2017

Ser Ciudad-Puerto es mucho más que ser un puerto

Alegría y Reflexiones. Agregar a otros actores sumaría mucho más.

En esta entrega voy a compartir con ustedes la nota que me invitaron a escribir los responsables editoriales de la Revista Ciudad Puerto con motivo de su Edición Especial por el 24° aniversario del Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca.


La revista es un emprendimiento local dedicado a la “Actividad Portuaria, Industrial, Cultural & Medio Ambiente”, cuyo Número 1 apareció en diciembre de 2012 y especialmente enfocado en la localidad de Ingeniero White y nuestro puerto.






Este es su contenido completo:

Un nuevo aniversario del Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca, el vigesimocuarto, me convoca una vez más a la alegría, por una parte, y a algunas reflexiones, por la otra.

Feliz cumpleaños a todo el Equipo que, día a día, contribuye a que se haya cumplido otro año de este modelo de gestión exitosa que ha hecho del Puerto de la Ciudad de Bahía Blanca uno de los más importantes de la Argentina y América Latina.

En mi mensaje del 22° aniversario pude agradecer a la enorme cantidad de personas que, desde 1992, contribuyeron en todas las etapas a crear, desarrollar, y sostener un sistema de administración portuaria que, por su eficacia, luego fue seguido por otros.

Hoy el puerto ha iniciado una nueva etapa, con nuevas improntas, con ese magnífico Equipo, que logrará nuevas realizaciones y progresos, y sosteniendo las buenas cosas que se lograron antes, a través de todos los que tuvimos el orgullo de participar. Y el sentimiento de pertenecer a una Ciudad-Puerto está más fuerte y arraigado que nunca.

En aquel momento decía: “¿Cómo desarrollar una visión sobre cómo será, para este puerto, el resto de su vida? Es más sencillo visualizar el futuro en el corto y hasta mediano plazo, porque el largo entra en el terreno de la visión profundamente estratégica, los sueños y las utopías”. “Las principales acciones de los administradores portuarios conducen a aumentar los volúmenes de carga, exportar más, mejorar la velocidad operativa, disminuir los costos; es decir, mejorar la competitividad en todos sus aspectos; pero, por otro lado, también sostenemos que de nada serviría continuar creciendo en las capacidades internas si la carga no llega mejor, más rápido y seguro a los puertos”.

Y todos estos aspectos propios de la operación portuaria tienen que servir no solamente para crecer y reinvertir en nuevas capacidades, generando más empleo, sino también, como un fin mayor, a contribuir al desarrollo de la ciudad que contiene al puerto, a su región y al país con programas de responsabilidad social que canalicen excedentes destinados a necesidades de la comunidad.

Un fin mayor: contribuir al desarrollo de la ciudad que contiene al puerto con programas de responsabilidad social que canalicen excedentes destinados a necesidades de la comunidad.


Imaginar el futuro

Vale la pena destacar, entonces, que en este vigesimocuarto año se haya decidido renovar su Plan Estratégico, a través de un trabajo que se ha denominado “Visión Portuaria Bahía Blanca 2040”. Esto de intentar prever el futuro de nuestra ciudad y su puerto, insertos en el país y el mundo, 23 años para adelante resulta, a todas luces, loable porque representa un símbolo de algo que se ha hecho poco en la Argentina, cual es trazar planes y gestionar acciones para el largo plazo.

Un plazo que excede los tiempos naturales de los dirigentes que los imaginan y ponen en marcha. Por eso tiene mucho valor, porque parte de la base de reconocer, con humildad, que los resultados finales tal vez no los lleguemos a ver o lo haremos desde otro lugar.


Siempre se trata de crecer sobre lo construido y crear con nuevas ideas y nuevos logros. Así intenté hacerlo yo respecto de las gestiones precedentes y espero que también lo harán los que vengan en el futuro. La historia no comienza con nosotros y, por supuesto, mucho menos termina con nosotros: “Los éxitos, en estos casos, no son competitivos, son nuevos aportes que se suman a otros éxitos, y así se gesta una trayectoria exitosa”.

Claro que 23 años hacia el futuro es mucho tiempo, casi otro tanto como los que ya ha vivido el Consorcio. Sobre todo en una época donde se están trastocando muchos paradigmas, donde los vertiginosos cambios tecnológicos, del conocimiento y de otra índole vienen modificando la forma de pensar y hacer a una velocidad a la que resulta muy esforzado adaptarse.

Seguramente un plan de este tipo requerirá dividirlo en etapas más cortas (quinquenios, por ejemplo) para adaptarlo y corregirlo sobre la base de cuestiones que ni siquiera sabemos que van a suceder.

¿Cómo serán, en 10 o 20 años, la logística y la tecnología aplicada a la misma? Con el crecimiento de la generación de energía a través de fuentes renovables, ¿qué pasará con la buena parte del transporte marítimo dedicado a movilizar combustibles fósiles? ¿Cómo habrá que adaptar el compromiso social de esta organización a otro tipo de demandas requeridas por el compromiso Ciudad-Puerto? Se podrían plantear decenas de preguntas como éstas y, obviamente, intentar contestarlas es la tarea de un plan a largo plazo como éste. Y así, las revisiones y modificaciones a nuevas realidades serán inevitables.

Ya en 2012 lo tuve claro y bauticé a nuestro puerto de Bahía Blanca como un “Gigante Portuario”Como ya he expresado en otras ocasiones el Gigante está intacto y mirando al futuro con vocación y ambición de ser cada vez más grande e importante, contribuyendo al comercio exterior de la Nación, a dar empleo a mucha gente, y a ser un motor de crecimiento y desarrollo de la ciudad que lo contiene. Es un modelo probado y efectivo de gestión portuaria y hacemos votos para que continúe siempre de esta manera.


Solidaridad portuaria y compromiso social

Al principio de esta nota comenté que, además de la alegre celebración, quería aprovechar la ocasión para hacer algunas reflexiones.

No muchos saben que, desde su creación, el Consorcio estuvo exento, por ley provincial, del impuesto a los ingresos brutos por tratarse de una entidad sin fines de lucro y contribuyendo a la competitividad de los costos portuarios. Pero esto cambió cuando la Provincia eliminó la exención y le reclamó el pago de este impuesto regresivo, desde 2010 hasta el presente y con la mayor alícuota del 5%. (Nótese que este impuesto está siendo objetado actualmente, en el marco de una reforma tributaria integral que buscará gradualmente su eliminación).

Aquí quiero respaldar el contenido del proyecto de Ley de Puertos Bonaerenses que considera volver a la situación anterior eliminando el pago de ingresos brutos, pero cambiarlo por una contribución del mismo orden (5% de los ingresos) a la creación de un Fondo Compensador Portuario provincial que permita a la autoridad portuaria de la provincia destinar recursos hacia puertos que necesitan inversiones y cuya capacidad propia no es suficiente para financiarlas. De este modo, puertos como el nuestro podrán colaborar con otros puertos de la provincia tratándolos a todos como un Sistema Portuario Integrado.

En otro orden, los que han tenido la oportunidad de examinar o consultar el Plan Estratégico hacia el 2040 habrán notado que contiene, como es común en este tipo de planificaciones, un análisis F.O.D.A. (Fortalezas-Oportunidades-Debilidades-Amenazas).

Las Fortalezas y Oportunidades son muchas y han sido ampliamente analizadas. Son todas las que marcan un promisorio porvenir para nuestro puerto mientras su gestión siga por el buen camino. Las Debilidades y Amenazas son, en general, de carácter operativo como ser los deficientes accesos viales y ferroviarios, las descargas cloacales y su impacto medio ambiental, la escasez de agua de uso industrial, la falta de tierras para expansiones y otras.

Pero quiero detenerme en dos temas en particular: del lado de las Debilidades, el “desequilibrio del desarrollo con la comunidad de Ingeniero White”; y del lado de las Amenazas, la “falta de alineación de las organizaciones sindicales con los objetivos del complejo portuario-industrial en materia de competitividad y eficiencia”.

Con respecto a lo primero, siempre reconoceré que, durante mi gestión, con todo el apoyo del Equipo consorcial, uno de los logros sobresalientes fue la instalación definitiva del Programa Ciudad-Puerto y la construcción de infraestructura portuaria recreativa como una inversión primigenia y necesaria para atraer a la población a su mar y su puerto.

Sus dos primeros exponentes fueron el Balcón al Mar y el Paseo Portuario a lo largo del muelle Ministro Carranza. Para su completamiento, acaba de anunciarse la tercera etapa cual es la puesta en valor del ingreso por la Av. Mario Guido, desde el ingreso por Guillermo Torres hasta la plazoleta. Así el sector de paseos internos quedará totalmente integrado.

Pero la “debilidad” aludida se refiere a lo que ocurre puertas afuera del puerto, esto es la situación de su hermano gemelo de nacimiento, Ingeniero White. La localidad necesita ayuda para mejorar su aspecto y condición. Los particulares, por no poder o no querer, casi ni invierten en ella y el “pueblo” que nació junto con el puerto está casi como detenido en el tiempo.


La Fundación que no dejaron ser

Este era uno de los objetivos primordiales que pensamos al crear en 2015 la “Fundación para el Desarrollo Sostenible de la Ciudad Puerto de Bahía Blanca”. Las razones por las que la iniciativa no se puso en marcha por parte de las actuales autoridades quedan para otro análisis (*), pero se trataba de crear una herramienta que sumara las contribuciones que puede hacer el propio Consorcio a otras, públicas y privadas, que multiplicara la masa crítica de recursos a aplicar a estos fines sociales.

Escritura de constitución de la Fundación 09-10-2015

Acta de aprobación por unanimidad de la Fundación


(*) Al estilo de la muy exitosa Fundación Valencia Port (España), los objetivos y posibilidades de esta herramienta son muy buenos. Aún sin mi presencia, como mentor del proyecto, las actuales autoridades (que la conducirían) debieran explicar mejor por qué decidieron no llevarla adelante, a pesar que su creación fue aprobada por unanimidad del Directorio en setiembre de 2015 y la mayoría de los directores siguen perteneciendo al mismo.

Resolución de aprobación de la Fundación de la Dirección de Personas Jurídicas P.B.A.

Matrícula de inscripción de la Fundación N° 43397

El Consorcio acaba de anunciar que invertirá en el orden del millón de dólares anuales para estos fines. Sin duda se trata de un aporte importante, pero no suficiente. Con el mecanismo aquí descrito se podría triplicar o cuadruplicar la inversión y lograr un impacto mucho más rápido y potente. Ingeniero White y la ciudad se lo merecen. Eso es, esencialmente, ser una Ciudad-Puerto.

Sumando los aportes del Consorcio a otros, públicos y privados, se podría triplicar o cuadruplicar la inversión en el Programa Ciudad-Puerto.

¿Desalineación sindical?

Con relación a lo planteado como una “amenaza”, enunciada como “falta de alineación de las organizaciones sindicales con los objetivos del complejo portuario-industrial en materia de competitividad y eficiencia”, debiera explicitarse mejor a qué se refiere.

Los diversos sindicatos que operan en el puerto ¿Están en contra del progreso de su fuente de empleo? ¿Realmente quieren que el puerto sea menos competitivo y eficiente? En verdad, no lo creo. Sería como “escupir para arriba”.

¿No habrá faltado un diálogo más profundo con este sector? Cuando se mencionan, en la Visión Portuaria 2040, los actores que “acompañan esta visión” abundan mayoritariamente instituciones y organismos públicos y privados y empresas. En una línea se menciona a la Intersindical Portuaria, pero luego se plantea como una amenaza su falta de alineación.

Esto no es sustentable si no se corrige. No hay modo de llevar adelante un plan de tan largo aliento si todos los actores no están alineados en la misma visión. Y el sector del trabajo es un actor sustancial porque es el motor que realiza las acciones y metas que se proponen.

Conclusión

Se dice que las personas nacemos, crecemos, nos desarrollamos y morimos. Espero que instituciones como el Consorcio en particular y el Puerto de Bahía Blanca, en general, hagan todo lo primero, pero nunca lo último. El destino es perdurar en el tiempo y más allá de las personas, aunque todas estas hayan dejado, en su paso, su capacidad, sus ideas, sus logros, que se van sumando a lo largo de los años y durarán para siempre.

Mis mejores deseos a todos los que siguen haciendo del Puerto de Bahía Blanca una gran organización. Lo que no está bien puede corregirse, si es que hay vocación de hacerlo. 

En mi caso, desde todo lugar, seguiré trabajando por su Éxito.





Ex Presidente del Consorcio 2012-2016







sábado, 14 de octubre de 2017

A veces, las cosas no son lo que parecen

La construcción de conceptos equivocados

Esta nota tiene el objeto de demostrar, con un simple ejemplo, cómo se pueden construir, en el imaginario colectivo, conceptos o conclusiones erróneas partiendo de la influencia de algunos que los comunican, por preconceptos que se nos instalan desprovistos de la información necesaria o por la intención de “fabricarlos” o retrasmitirlos para provocar confusión.

En estos días, compartiendo una charla con amigos, y hablando de economía, surgió una polémica acerca de en qué gobierno se había producido más devaluación de nuestra moneda respecto del dólar: si en el último mandato de Cristina Fernández o en lo que va del mandato de Mauricio Macri.

La cuestión se planteaba en el marco de una mentalidad argentina dolarizada y convencida sobre que la caída de nuestro peso frente al dólar tiene efecto directo sobre la inflación, es decir, toda devaluación produce un aumento de los precios. Unido esto a que la paridad cambiaria en un momento determinado tiene también influencia directa sobre la competitividad de los productos argentinos exportables y, a la vez, impacta sobre los costos de los componentes que debemos importar para fabricar en el país.

En un momento determinado de la conversación, algunos decían que durante el gobierno anterior se había devaluado poco como consecuencia de una política de “súper” retraso cambiario y que el gobierno actual, en cambio, había conducido a una mega devaluación desde el preciso momento en que asumió; y otros sosteníamos que en el período del gobierno anterior (diciembre de 2011 a diciembre de 2015) la devaluación había sido mayor que la producida en el presente.

Llegado a este punto, uno de los interlocutores me propuso: “Por qué no hacés una tablita sobre cómo evolucionó el valor del dólar desde diciembre de 2011 hasta el presente, con una parada en diciembre de 2015, y la vemos otro día. Y ahora, cambiemos de tema”.

La intención fue que intentáramos pasar un momento agradable, reunidos entre amigos, y no dejar que “la grieta”, en la discusión política, abriera una brecha entre nosotros como ha ocurrido, lamentablemente, en tantos casos.

Vayamos al punto, entonces, para dirimir estas diferencias de “impresión” con los números reales recogidos de la información pública que está disponible en internet para cualquiera.

El lector de este Blog puede guardar la tabla que surge de esta exploración para usarla como referencia en cualquier tema en que le resulte útil porque yo no pude encontrarla, así de simple, "googleando" sobre el asunto.


Tabla de prueba

A continuación, va una tabla que recoge la paridad peso-dólar al cierre del último día hábil de cada mes, desde diciembre de 2011 ($ 4,32 por dólar) hasta setiembre de 2017 ($ 17,66 por dólar). Luego veremos algunas consideraciones y porcentajes.

Valor del dólar al cierre del último día hábil de cada mes
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
Enero

4,35
4,98
8,02
8,67
14,16
16,27
Febrero

4,37
5,05
7,90
8,76
15,84
15,89
Marzo

4,39
5,13
8,05
8,85
14,93
15,68
Abril

4,43
5,19
8,05
8,94
14,35
15,78
Mayo

4,49
5,28
8,11
9,02
14,35
16,37
Junio

4,54
5,39
8,16
9,12
15,24
16,87
Julio

4,59
5,51
8,22
9,23
15,28
17,96
Agosto

4,65
5,67
8,41
9,35
15,24
17,66
Setiembre

4,70
5,79
8,45
9,49
15,56
17,66
Octubre

4,77
5,91
8,50
9,61
15,40
17,70
Noviembre

4,85
6,14
8,54
9,75
16,07
Diciembre
4,32
4,92
6,53
8,58
13,43
16,30
% s/Año Ant.
0,00
13,89
32,72
31,39
56,53
21,37
8,59
% Acumul.
0,00
13,89
51,16
98,61
210,88
277,31
309,72

 Valor al 13-10-2017


Para tener en cuenta

Recordemos primero la traumática salida de la “convertibilidad”. El polémico uno a uno del peso argentino con el dólar duró desde marzo de 1991 hasta que, el 6 de enero de 2002, la Cámara de Diputados de la Nación aprobó la ley de emergencia pública que le puso fin.

Esto ocurrió durante la presidencia provisional de Eduardo Duhalde y con su Ministro de Economía Jorge Remes Lenicov, quienes dispusieron aquella famosa “pesificación asimétrica” de los préstamos y depósitos en el sistema financiero.

La liberación cambiaria disparó el valor del dólar que, en poco tiempo, tocó el precio de cuatro pesos. Luego la paridad comenzó a asentarse y llegó al valor de $ 3 por dólar en mayo de 2003, cuando asumió el presidente Néstor Kirchner, quien declaró que “el dólar de 3 pesos está bien para la Argentina”.

Desde allí, a lo largo de 103 meses (8 años y 7 meses desde mayo de 2003 a diciembre de 2011), y durante los mandatos de Néstor Kirchner (tiempos de “superávits gemelos” y precio de la soja por las nubes) y el primero de Cristina Fernández, el dólar escaló desde los $ 3 hasta el de $ 4,32 en diciembre de 2011, donde se inicia nuestra tabla. Veamos que, en todo ese tiempo, nuestra moneda perdió “sólo” un 44% de su valor.

A partir del segundo mandato de Cristina Fernández, la paridad cambiaria fue marcando pequeñas mini devaluaciones durante todo 2012 y 2013 (agregando algo más de otro 50% de depreciación), hasta que en enero de 2014 se produce un salto inusual inducido por el gobierno del orden del 23% que lleva el cambio de $ 6,53 a $ 8,02. Mientras tanto, el gobierno negaba las devaluaciones.



Con el mismo criterio de graduales devaluaciones transcurre todo el 2014 y el 2015, para llegar al fin de ese mandato de gobierno con un dólar “oficial” de $ 9,92.

Pero se llega allí en medio de una economía y déficit fiscal desquiciados, con el “corset” de un “cepo cambiario” que impedía conseguir un dólar a ese precio, salvo algunas operaciones especiales previamente autorizadas por el gobierno.

Había aparecido con fuerza el denominado “dólar blue” (o paralelo) cuyo valor, a mediados de diciembre de 2015, ya estaba en el orden de $ 14,48 por dólar. Este era el verdadero valor que el mercado le asignaba al dólar en ese momento y no el poco creíble de $ 9,92.

Llega la asunción del gobierno de Mauricio Macri y algunas de las primeras medidas tomadas, en materia económica y cambiaria, fueron la eliminación del “cepo” y la liberación del mercado de cambios. El, hasta entonces, llamado “dólar oficial” saltó de $ 9,92 el 16 de diciembre de 2015 a $ 13,95 el 17 de diciembre. Ese mismo día, el dólar blue estaba a $ 14,48 para la venta.

En el tiempo que lleva el gobierno actual, la moneda argentina se devaluó un 21,37% durante 2016 (de $ 13,43 a $ 16,30) más un 8,59% en lo que va de 2017 (de $ 16,30 a $ 17,70 el 13 de octubre, fecha de corte de esta nota).

La resolución de la polémica

Hay dos maneras de dirimir la polémica inicial acerca de en qué gobierno hubo mayor devaluación. Y de la tabla surgen ambas posibilidades.

Una es considerar como “precio de salida” del dólar del gobierno anterior los $ 9,92 de la “cotización oficial”; y la otra es tomar el valor “sincerado” de diciembre de 2015 en $ 13,43, después de la salida del cepo y con el cambio liberado y acercado al valor “blue” de $ 14,48. Desde ya adelanto que yo me inclino por la segunda.

Primera opción

Durante la administración anterior nuestra moneda se depreció un 130% en 4 años, pasando de $ 4,32 a $ 9,92.

Durante la administración actual, la depreciación fue del 79% en algo más de 21 meses, pasando de $ 9,92 a $ 17,70.

Segunda opción

Creo que la mirada adecuada es considerar el salto de diciembre 2015 como el sinceramiento del real valor del dólar en el mercado que, en la práctica, ya estaba por encima de los catorce pesos. Si es así, entonces:

Durante la administración anterior nuestra moneda se depreció un 211% en 4 años, pasando de $ 4,32 a $ 13,43.

Durante la administración actual, la depreciación fue del 32% en algo más de 21 meses, pasando de $ 13,43 a $ 17,70.

Conclusiones

Más allá de dirimir una polémica circunstancial en una charla con amigos, y con un tema relativamente sencillo porque bastaba con ir a los números para resolverlo por encima de impresiones o suposiciones, lo que quiero señalar aquí y con este simple ejemplo, es lo que nos sucede cuando se construyen conceptos o conclusiones erróneas en el imaginario colectivo de la población.

La discusión sobre quién devaluó más no reviste gravedad porque, finalmente, se refiere al pasado, a algo que ya pasó y no tiene remedio. Pero el problema es cuando estas diferencias, basadas en ignorancia o información deficiente, tratan temas que tienen que ver con nuestro futuro y con decisiones o posiciones que aún no hemos tomado.

Es por eso que, así como hay buenas cosas, hay tanta “basura” comunicativa, especialmente en las redes sociales que, exentas de chequeo o de información certera, se difunden y retransmiten provocando desinformación y confusión.

Y cuando se trata de asuntos que nos importan o afectan a todos, generan polémicas o divisiones que sólo contribuyen a agrandar “la grieta” y no a cerrarla.

Y guay de los que lo hacen con malas y oscuras intenciones.