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martes, 1 de noviembre de 2016

Resumen de Notas del Blog 7

Desde el 16 al 31 de Octubre de 2016

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Una “vuelta de rosca” a “Viejos y Nuevos Empleos” Partes 1 y 2









Desde el 1 al de 15 Octubre de 2016










La “cantidad” bien entendida empieza por casa








Huelva y Alicante, en España y Rosario, en Argentina










¿Le sirven a la Argentina? ¿Y con China, qué hacemos?









De la educación al trabajo










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miércoles, 19 de octubre de 2016

Para crecer hay que poner mucha plata

La “cantidad” bien entendida empieza por casa

En las conclusiones de mi nota “Cuánto nos falta para festejar”, y hablando de la competitividad en general, de la Argentina en particular y de las inversiones necesarias para el crecimiento, expresé que “la competitividad no se pide como un deseo al genio de la lámpara”. “Todos tenemos una cuota que aportar si queremos conseguir la capacidad para producir bienes y servicios de forma eficiente (precios decrecientes y calidad creciente)”.


“Cuando planteamos algunas pujas distributivas con cierto “salvajismo” (hay pujas redistributivas que son muy legítimas), flaco favor le hacemos a la competitividad. Los sindicatos pujando por mayores salarios, los empresarios por bajarlos, los formadores de precios aumentando sin justificación y “por las dudas”, los que fijan precios intermedios en las cadenas de valor aplicando altos precios sin importarles el conjunto, los que no invierten en capacitar a su gente fomentando la mejor productividad por talento y calidad, los que tienen que invertir en nuevas tecnologías porque las que usan han entrado en obsolescencia, los argentinos con capacidad para invertir y que no lo hacen esperando que vengan a invertir los de afuera”.

“No hay crecimiento ni desarrollo para la Argentina si no comprendemos que su competitividad es esencial, si el concepto nos resulta indiferente o si sentimos que nosotros no tenemos nada que ver”.

Las preguntas son: ¿están los argentinos interesados en invertir en Argentina? ¿son iniciadores a riesgo del proceso de inversión o se quedan esperando garantías? Las respuestas se pondrán de manifiesto dentro de poco.

El Informe sobre lo que se necesita y se espera

La consultora ABECEB, que dirige el economista Dante Sica, acaba de publicar un informe donde sostiene que, en los próximos cinco años (quinquenio 2017-2021), la Argentina requerirá que las inversiones alcancen el 19% del PBI, totalizando unos U$S 131.500 millones anuales, si quiere lograr un crecimiento sostenido.



Primero veamos los datos del informe, pero no se haga “barullo” con los números porque de lo que se trata es captar la idea conceptual en general. Los datos y las previsiones dicen:

“De 2008 a 2016, las inversiones promediaron US$ 82.690 millones anuales, lo que representa 16,4% del PBI. Así, para reanimar la economía se requerirá sumar casi U$S 50.000 millones anuales a las inversiones contabilizadas hasta este año”.

Del total de aportes que demandará nuestro país en el próximo quinquenio, la porción mayoritaria deberán provenir del sector privado con US$ 110.760 millones anuales, o sea 15,8% del PBI. Esta cifra implica un crecimiento significativo sobre los US$ 72.427 millones anuales invertidos en los cinco años anteriores.

En tanto, el sector público duplicará su aporte con U$S 20.720 millones anuales hasta 2021, cuando de 2008 a 2016 invirtió U$S 10.263 millones anuales, aumentando del 2 al 3%% del PBI.

"La inversión tiene un rol central en la actual estrategia de crecimiento. Hoy la tasa de inversión de nuestro país es muy baja y sin un aumento significativo no será posible lograr un desarrollo sostenido y significativo de la economía".

En este marco, dice que "el cambio de régimen macroeconómico generó una mejora en el clima de negocios y redujo la incertidumbre macroeconómica, factores que deberían comenzar a traccionar la inversión privada. La inversión pública también repuntará, gracias al ambicioso plan de infraestructura anunciado por el gobierno, que ya comienza a dar sus primeros pasos.

De acuerdo a las estimaciones de ABECEB, algunos de los sectores que protagonizarán el impulso a la llegada de inversiones son los siguientes:

Petróleo y gas, con U$S 9.000 millones anuales, debido a un nuevo entorno macro más atractivo, un marco regulatorio alentador y un aumento en la producción de gas. La infraestructura en obra pública con anuncios que alcanzan los U$S 6.600 millones donde se destaca el Plan Belgrano (U$S 16.000 millones) y la aplicación de la Ley Guinle que requiere inversiones por U$S 20.000 millones en energía renovable para cumplir las metas previstas el año 2025.

Recordemos que la Ley llamada Guinle (por el ex senador Marcelo Guinle) es la nueva Ley de Energías Renovables N° 27.191 que propone lograr que un 8% de la matriz nacional de la energía eléctrica sea aportada en 2017 por fuentes renovables, y alcanzar el 20 % en el 2025.

La minería aportará U$S 2.750 millones ya que, a partir de la eliminación de retenciones, la presión fiscal está en línea con la región y hay más de 30 grandes proyectos en etapa de exploración (Cerro Moro, Taca Taca y Potasio Río Colorado, entre otros).

La industria proveerá U$S 2.055 millones por varios factores, entre los cuales se destacan el crecimiento de la producción farmacéutica superior al del PBI, la mayor utilización de productos agroquímicos, la recuperación de la demanda automotriz y el establecimiento de nuevos proyectos productivos.


La agricultura inyectará inversiones por U$S 2.706 millones anuales en el próximo quinquenio impulsada por un crecimiento del mercado de 26,8% en la producción de granos, siendo los más dinámicos maíz y trigo con 48%, debido a una creciente demanda internacional, el aumento de las ganancias, una ampliación del área sembrada y un alza en el uso de agroquímicos.
Recientes noticias indican que también aumentará la superficie sembrada de girasol que, en estos días, alcanzó el precio de U$S 380 dólares la tonelada.

La construcción captará inversiones por U$S 1.760 millones anuales, luego de las restricciones monetarias que castigaron al sector, el actual déficit habitacional, el ingreso de capitales derivados por el blanqueo y los nuevos instrumentos hipotecarios.
Un sistema de créditos accesibles para primera vivienda en este rubro será fundamental ya que, hoy día, los préstamos hipotecarios son muy escasos y de muy difícil calificación para los solicitantes.

Por último, alimentos y bebidas será uno de segmentos más atractivos con inversiones en el orden de los U$S 1.856 millones, por el crecimiento de la demanda interna que se verificará a partir de 2017. El sector de la carne también será protagonista, con inversiones que alcanzarán los U$S 1.134 millones impulsadas, entre otros motivos, por un crecimiento del 23,3% en el consumo de bovinos, del 25,7% en cerdo y del 8,1% en pollos y, además, la eliminación de los ROE permite acceso a los mercados extranjeros.

Como se ve, el informe habla de “la llegada” de inversiones aplicadas a los distintos sectores mencionados. Los números son grandes para los niveles existentes, en los últimos tiempos, en la Argentina.

La pregunta es: ¿cuánto invertirán los argentinos en su propio país? ¿lo harán algunos, blanqueo o no mediante, con parte de las gigantescas sumas que mantienen en el exterior? ¿o se quedarán de nuevo “sentados” a esperar que vengan primero los extranjeros a marcar el rumbo?

¿Seremos capaces?

¿Tendremos la capacidad de “tirar todos del mismo carro”, con la cuota que nos corresponda y desde el lugar en donde estamos? El gobierno tiene la obligación de crear, orientar y establecer las condiciones para la inversión, que sean seguras jurídicamente y duraderas, pero el capital privado es el que tiene que “jugarse” desde el principio. Y no permanecer “agazapado” viendo cómo les va a los otros primero y después reaccionar.

La gente mira lo que le pasa a la gente. Los datos del crecimiento, los porcentajes del PBI y otros datos de la macroeconomía son importantes porque son las grandes formas de medir lo que pasa, pero para el común de los argentinos es información poco entendible y números que sobrepasan a la comprensión práctica personal.

Los argentinos asistimos a discusiones sobre si se puede o no girar dividendos al exterior, si se impone que una parte deba reinvertirse en el país que los generó, si los impuestos que se cobran a estas grandes inversiones son, en parte, para remediar los pasivos ambientales que esas explotaciones dejan para el futuro, si las reservas del Banco Central crecen porque el país crece y exporta más o porque nos estamos endeudando en el exterior, si bajamos las retenciones o no las bajamos, y tantos otros asuntos de política económica. Pero no se nos explica claramente adónde se apunta con cada decisión y, lo más importante, cómo nos afectará como habitantes y ciudadanos.


La gente mira si tiene empleo, si la familia o sus hijos consiguen empleo, si se puede vivir un poco mejor, si la plata alcanza, si la educación vale la pena, si se tiene mejor calidad de vida.





La riqueza que se genera en un país tiene que servir para que circule más riqueza para su gente. Y esta es la gran lucha para vencer a la pobreza.


Conclusiones

El informe es alentador y, a la vez, desafiante. Nos la pasamos diciendo que nuestro país es rico en todo, en recursos naturales, en locaciones turísticas, en la capacidad de generación de alimentos, en talento de sus recursos humanos, pero siempre, por alguna razón, estamos “fallos a la copa”. Que los políticos, que los empresarios, que los sindicalistas, que nosotros, que ellos.

Tanto nos ha castigado el mal ejemplo, desde arriba y desde abajo, que somos “sospecheros” para todo. Si alguien gana bien nos preguntamos en qué “curro” andará; si alguien es exitoso, con quién se habrá acomodado; si se cierra una concesión o una adjudicación, a quién habrá sobornado. Estas cosas las vemos nosotros, a veces acertando y a veces equivocándonos, pero también se ven desde afuera.

Queremos que vengan a invertir, pero cuidado con “extranjerizar”. Hay muchos argentinos con mucho capital, pero son remisos a seguir invirtiendo. Alguien tiene que invertir para que haya trabajo, sobre todo en estos tiempos donde la irrupción vertiginosa de nuevas tecnologías hará que, en apenas pocos años, todo cambie.

Por lejos, la mayor inversión que tendrá que hacer el Estado, los empresarios y los sindicatos será en educación. Caso contrario habrá un gran dilema: inversiones de capital intensivo en máquinas y tecnología, pero que darán poco trabajo a las personas.

Sé que estos argumentos ofrecen muchos flancos para la crítica y para pensar distinto. Todo tiene matices, pero si queremos crecer e intentar vivir mejor, tenemos que bañarnos con un poco de confianza y promover la buena inversión con entusiasmo y menos reticencia.

Y esto vale fundamentalmente para los más jóvenes que se están preparando para el futuro. Tendrá que venir una generación de exitosos honestos que ganen mucha plata a fuerza de talento, ingenio y capacidad.

Ojalá que entremos en un tiempo en el que podamos volver a confiar. Pero es más fácil si el que conduce explica por qué, adónde vamos, cómo lo haremos y para qué sirve.

En recientes encuentros empresarios, el Presidente de la Nación les pidió entusiasmo y ánimo para invertir. Les hablaba a los de afuera, pero principalmente a los de adentro.



Y sí. Para crecer hace falta poner mucha plata, pero vamos a ver si los argentinos pican en punta.


Fuente consultada: Revista Mercado

23-10-2016

Gracias Alejandro Borensztein por tu remate en tu nota ¿Hay que dejar de votar por dos años?
"Imaginemos un plebiscito entre los empresarios argentinos:
1. ¿Quieren seguir siendo un país pobre con gobiernos autoritarios y berretas? Respuesta: NOOOO!!!
2. ¿Están dispuestos a apostar al futuro del país metiendo la mano en el bolsillo e invirtiendo ahora mismo? Respuesta: NOOO!!
Reflexión para el Compañero Mauri: olvídate macho, pensate otro plan porque estos ñatos no van a poner un sope".






lunes, 17 de octubre de 2016

Argentina puede ser el Arabia Saudita de las energías renovables

Una “vuelta de rosca” a “Viejos y Nuevos Empleos” Partes 1 y 2

A principios de octubre publiqué una nota, en dos partes, titulada “Viejos y nuevos empleos: ¿estamos calificados? En ella planteaba la perspectiva que enfrentamos, en la era de la disrupción, con respecto a los avances vertiginosos en la innovación tecnológica y el nuevo paradigma en los contenidos educativos que necesitamos implementar de manera urgente para poder acceder a los nuevos empleos que se generarán.

Una era en la que los conocimientos durarán cada vez menos tiempo y muchos tipos de empleos actuales serán eliminados.

Hablé de las innovaciones tecnológicas disruptivas, de los avances en la medicina que, probablemente, alarguen la vida humana promedio y los dilemas éticos que aparecerán entre el trabajo de la “inteligencia” artificial y el desplazamiento del trabajo humano.

En dicha nota cité al talentoso tecnólogo Santiago Bilinkis, autor del libro “Pasaje al Futuro”, quien había escrito para el diario La Nación un artículo titulado “El desafío de desaprender”, donde precisamente planteaba que, en la mayoría de las áreas, la “fecha de expiración” del conocimiento no llega hoy a los 10 años.

Pues bien, este último domingo 16 de octubre ha publicado, para el mismo diario, otro artículo bajo el título “Ilimitada y gratis” donde interroga ¿qué pasaría si la energía fuera gratis e ilimitada?

Por su absoluta relación con el tema de las “fuerzas de la disrupción”, y buscando que se te siga “volando la cabeza”, quiero compartirlo con ustedes íntegramente:


“Sí, ya sé que suena absurda esa pregunta, especialmente en este momento complicado donde en nuestro país se discuten los aumentos tarifarios que sinceren el alto costo actual de la energía y donde convivimos con el temor a los cortes de luz, la escasez de gas o las colas en las estaciones de servicio por falta de nafta.
Es ridículo pensar que algo que es caro y escaso sea ilimitado y gratis. Tan ridículo como podía parecer en julio de 2003 que alguien escribiera sobre la posibilidad de hablar sin costo ilimitadamente con cualquier persona en el lugar del planeta que se nos ocurra. Ah, me olvidaba: no sólo hablar, sino hacer videoconferencias. En ese momento las llamadas internacionales eran extremadamente caras. Hablábamos cuidando cada segundo. Y eran más costosas cuanto más lejos estuviera el receptor.
La fecha que elegí no es caprichosa: justo el mes siguiente un grupo de emprendedores nórdicos lanzaron Skype. Y todo, todo cambió. Un poco más de diez años después vivimos en el reino del revés: lo que resulta absurdo es pensar que teníamos que pagar para hablar con otra persona. Hablamos tanto como queremos, con quien se nos antoje, esté donde esté, usando video, y completamente gratis.

La teoría económica nos enseña que el precio de los bienes es, en general, un reflejo de su escasez relativa y su costo marginal. Y es precisamente esa característica la que permite pensar en un futuro cercano donde lo mismo que pasó con las comunicaciones suceda con la energía. Porque, en definitiva, no sólo no es escasa, es casi ilimitada. El sol y la tierra nos regalan diariamente varias miles de veces el consumo energético actual del planeta entero. El obsequio nos llega en la forma de luz, radiación, vientos, mareas o calor proveniente de las entrañas del planeta.
Los combustibles fósiles no son otra cosa que energía solar de hace millones de años, capturada por plantas y algas que fueron alimento de animales cuyos restos, bajo ciertas condiciones de presión extrema, se convirtieron en ese material oleoso. Es decir: 

Hoy quemamos petróleo para aprovechar la luz solar de tiempos remotos porque somos incapaces de capturar y aprovechar el cuasi infinito regalo energético que recibimos actualmente cada día.

Hay varias señales de que podemos estar cerca de una fecha bisagra para la energía como aquel mes de agosto de 2003 lo fue para las comunicaciones. Las mejoras en los mecanismos de captación y almacenamiento recientes están permitiendo a muchos lugares del mundo alcanzar la paridad solar: el punto donde el costo de generar electricidad usando paneles se vuelve igual o menor al precio pagado para recibirla de la red. Y la Argentina, con su soleado y diáfano norte y su ventoso sur, tiene la oportunidad de ser el Arabia Saudita de las energías renovables.

“Las próximas guerras serán por el agua”, vaticinan funestos quienes no vislumbran aún la dinámica profunda que generan estos cambios. ¡Si algo abunda en este planeta es agua! Sólo que casi toda es salada y desalinizarla es caro porque consume mucha energía. 
Pero., ¿y si la energía fuera gratis? Si no tuviera costo (o sólo un valor fijo, como sucede hoy con Internet), carecería de sentido pelear por petróleo o por agua.

Seguramente en unos años recordemos con una sonrisa el difícil momento actual, en que el problema era la disputa por el nivel de subsidio a la costosísima energía y los cortes en el suministro. Resultará difícil de creer que, allá por 2016, discutimos con tanta pasión y preocupación algo que estaba tan próximo a dejar de ser un tema relevante”.

¿Qué les dije? ¿Ficción, ciencia ficción o realidad cercana?
Si no te alcanza para que te “vuele la cabeza”, me gustaría que podamos volver a conversar sobre el tema en el 2020. No falta tanto.