Mostrando entradas con la etiqueta tecnologías disruptivas. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta tecnologías disruptivas. Mostrar todas las entradas

lunes, 17 de octubre de 2016

Argentina puede ser el Arabia Saudita de las energías renovables

Una “vuelta de rosca” a “Viejos y Nuevos Empleos” Partes 1 y 2

A principios de octubre publiqué una nota, en dos partes, titulada “Viejos y nuevos empleos: ¿estamos calificados? En ella planteaba la perspectiva que enfrentamos, en la era de la disrupción, con respecto a los avances vertiginosos en la innovación tecnológica y el nuevo paradigma en los contenidos educativos que necesitamos implementar de manera urgente para poder acceder a los nuevos empleos que se generarán.

Una era en la que los conocimientos durarán cada vez menos tiempo y muchos tipos de empleos actuales serán eliminados.

Hablé de las innovaciones tecnológicas disruptivas, de los avances en la medicina que, probablemente, alarguen la vida humana promedio y los dilemas éticos que aparecerán entre el trabajo de la “inteligencia” artificial y el desplazamiento del trabajo humano.

En dicha nota cité al talentoso tecnólogo Santiago Bilinkis, autor del libro “Pasaje al Futuro”, quien había escrito para el diario La Nación un artículo titulado “El desafío de desaprender”, donde precisamente planteaba que, en la mayoría de las áreas, la “fecha de expiración” del conocimiento no llega hoy a los 10 años.

Pues bien, este último domingo 16 de octubre ha publicado, para el mismo diario, otro artículo bajo el título “Ilimitada y gratis” donde interroga ¿qué pasaría si la energía fuera gratis e ilimitada?

Por su absoluta relación con el tema de las “fuerzas de la disrupción”, y buscando que se te siga “volando la cabeza”, quiero compartirlo con ustedes íntegramente:


“Sí, ya sé que suena absurda esa pregunta, especialmente en este momento complicado donde en nuestro país se discuten los aumentos tarifarios que sinceren el alto costo actual de la energía y donde convivimos con el temor a los cortes de luz, la escasez de gas o las colas en las estaciones de servicio por falta de nafta.
Es ridículo pensar que algo que es caro y escaso sea ilimitado y gratis. Tan ridículo como podía parecer en julio de 2003 que alguien escribiera sobre la posibilidad de hablar sin costo ilimitadamente con cualquier persona en el lugar del planeta que se nos ocurra. Ah, me olvidaba: no sólo hablar, sino hacer videoconferencias. En ese momento las llamadas internacionales eran extremadamente caras. Hablábamos cuidando cada segundo. Y eran más costosas cuanto más lejos estuviera el receptor.
La fecha que elegí no es caprichosa: justo el mes siguiente un grupo de emprendedores nórdicos lanzaron Skype. Y todo, todo cambió. Un poco más de diez años después vivimos en el reino del revés: lo que resulta absurdo es pensar que teníamos que pagar para hablar con otra persona. Hablamos tanto como queremos, con quien se nos antoje, esté donde esté, usando video, y completamente gratis.

La teoría económica nos enseña que el precio de los bienes es, en general, un reflejo de su escasez relativa y su costo marginal. Y es precisamente esa característica la que permite pensar en un futuro cercano donde lo mismo que pasó con las comunicaciones suceda con la energía. Porque, en definitiva, no sólo no es escasa, es casi ilimitada. El sol y la tierra nos regalan diariamente varias miles de veces el consumo energético actual del planeta entero. El obsequio nos llega en la forma de luz, radiación, vientos, mareas o calor proveniente de las entrañas del planeta.
Los combustibles fósiles no son otra cosa que energía solar de hace millones de años, capturada por plantas y algas que fueron alimento de animales cuyos restos, bajo ciertas condiciones de presión extrema, se convirtieron en ese material oleoso. Es decir: 

Hoy quemamos petróleo para aprovechar la luz solar de tiempos remotos porque somos incapaces de capturar y aprovechar el cuasi infinito regalo energético que recibimos actualmente cada día.

Hay varias señales de que podemos estar cerca de una fecha bisagra para la energía como aquel mes de agosto de 2003 lo fue para las comunicaciones. Las mejoras en los mecanismos de captación y almacenamiento recientes están permitiendo a muchos lugares del mundo alcanzar la paridad solar: el punto donde el costo de generar electricidad usando paneles se vuelve igual o menor al precio pagado para recibirla de la red. Y la Argentina, con su soleado y diáfano norte y su ventoso sur, tiene la oportunidad de ser el Arabia Saudita de las energías renovables.

“Las próximas guerras serán por el agua”, vaticinan funestos quienes no vislumbran aún la dinámica profunda que generan estos cambios. ¡Si algo abunda en este planeta es agua! Sólo que casi toda es salada y desalinizarla es caro porque consume mucha energía. 
Pero., ¿y si la energía fuera gratis? Si no tuviera costo (o sólo un valor fijo, como sucede hoy con Internet), carecería de sentido pelear por petróleo o por agua.

Seguramente en unos años recordemos con una sonrisa el difícil momento actual, en que el problema era la disputa por el nivel de subsidio a la costosísima energía y los cortes en el suministro. Resultará difícil de creer que, allá por 2016, discutimos con tanta pasión y preocupación algo que estaba tan próximo a dejar de ser un tema relevante”.

¿Qué les dije? ¿Ficción, ciencia ficción o realidad cercana?
Si no te alcanza para que te “vuele la cabeza”, me gustaría que podamos volver a conversar sobre el tema en el 2020. No falta tanto.