domingo, 23 de diciembre de 2018

Feliz Año Nuevo 2019


Deseo y augurio siempre presente… y hoy más que nunca.

Desde el año 2007 que comparto este deseo y augurio para el año que está por comenzar. Promover una “licencia para matar” desvalores fue una simple asociación, en aquel año, con el “007” y el código de identificación del célebre agente secreto inglés de ficción.

Como el deseo mantiene completa vigencia, lo reitero todos los años como el símbolo de una utopía constante, a la que me gusta aferrarme en la búsqueda de un mundo mejor.

El año que deje de publicar este deseo y augurio será, o porque yo ya no esté para hacerlo, o porque hayamos podido conseguir, al menos en una muy buena medida, la desaparición de los desvalores y el crecimiento de los Valores Compartidos.

Espero, de todo corazón, que sea por lo segundo.

Frente a una Humanidad que enfrenta
una lamentable crisis de valores,
trabajemos por revitalizarlos
en cada acto de nuestra vida,
por nosotros, por nuestra familia
y por toda la sociedad.

Por un 2019…

Que tenga licencia para matar a:

la debilidad
la imprudencia
la indiferencia
la negligencia
la inconstancia
la terquedad
la incomprensión
el desprecio
la envidia
el individualismo
la deslealtad
la traición
el fanatismo
la mentira
la injusticia
el egoísmo
el abandono
la enemistad
la cobardía
el desorden
el caos
la desvergüenza
la pereza
la presunción
la discriminación
el rencor
la desconfianza
la tontería
la violencia
y el odio


Y sea el símbolo de
la presencia y el crecimiento de
Valores Compartidos:




la generosidad
la Libertad
la fortaleza
la tolerancia
la sinceridad
la cooperación

el orden
la perseverancia
la laboriosidad

el pudor
la sobriedad
la sociabilidad

la Amistad
el Respeto
la sencillez

el Patriotismo
la prudencia
la flexibilidad

la responsabilidad
la honradez
la comprensión

la Lealtad
la audacia
la humildad

el optimismo
la Justicia
la Verdad

el entendimiento
el juego limpio
el reconocimiento

la igualdad
el reencuentro
la confianza

la Solidaridad
la valentía
la templanza
y el Amor


CUANDO LO IDEAL ES IMPOSIBLE,
LO POSIBLE...ES OBLIGATORIO.

¡FELIZ AÑO NUEVO!
PARA TODOS


Hugo Antonio Borelli



martes, 28 de agosto de 2018

Celebrando nuestro puerto, una vez más


Homenaje a los gestores de nuestro Gigante Portuario


Una vez más, y esta vez con motivo del 25° Aniversario de la creación del Consorcio de Gestión del Puerto de Bahía Blanca (CGPBB) el 1 de setiembre de 1993, quiero dedicar estas palabras, más que para hablar de la historia de estos primeros 25 años y el gran futuro que continuará, para reconocer y homenajear a todos los que contribuyeron a su éxito y prestigio, a todos aquellos que, con su trabajo, esfuerzo, pasión y visión hicieron posible el desarrollo del complejo portuario de Bahía Blanca, desde sus orígenes hasta el presente.

He dicho en muchas ocasiones, y más importante que decirlo es sentirlo, que he tenido muchos trabajos en mi vida profesional y laboral, tanto en el ámbito privado como público, pero el que me tocó cumplir en el Consorcio fue, sin dudas para mí, el que más me entusiasmó, atrapó y apasionó, de todos ellos.

Tal vez muchos de los actores, de varias generaciones, que gestaron este éxito portuario, tengan este mismo sentimiento. Y no es para menos. Porque todas las visiones y planes, ejecutados con capacitación, trabajo y esfuerzo, permiten ver y disfrutar los resultados concretos conquistados hasta ahora.

Desde el 1° de setiembre de 1993 el, para entonces, novedoso modelo portuario bahiense de cogestión público-privada permitió un salto enorme de calidad en los desarrollos portuarios. El nuestro fue el primer puerto autónomo de la República Argentina, liderando el proceso de transformación de todo el sistema portuario argentino, e incluso, trascendiendo como referente más allá de nuestras fronteras. Nuestro puerto es apreciado como uno de los más importantes de América Latina por sus volúmenes de carga, su eficacia operativa, la competitividad de sus costos, la cantidad de terminales funcionando en su territorio, la profesionalidad de su gente y, por supuesto, por su profundidad.

Pocas ciudades del mundo tienen el privilegio de contar con un puerto y muchas menos con uno que sostenga una gestión exitosa durante tantos años.

En todo ese tiempo, la institución y la comunidad portuaria que la contiene han crecido vigorosamente sin solución de continuidad y esto ha sido la obra del factor humano

Todos sus presidentes, directores, gerentes, personal y todos los trabajadores y empresas portuarias fueron artífices indiscutibles de ese crecimiento que, con la estabilidad generada por sus reglas de juego duraderas, permitieron siempre trazar y ejecutar acciones estratégicas y un modelo de sana administración que consolidó su autofinanciamiento y el respaldo a las grandes inversiones realizadas en su territorio.

La realidad presente de nuestro sistema de puertos bahienses, sin exageraciones, me permitió definirlo como un “Gigante Portuario”. Por eso hay que agradecer y homenajear a todos los que, desde cada lugar y desde los tiempos de la AGP hasta este cumpleaños, dejaron su impronta y su contribución al desarrollo de este Gigante.

A todos ustedes, ¡Gracias!

A los impulsores y artífices de la Ley de Puertos que revolucionó el sistema portuario argentino en 1992; a los bahienses que se unieron al desarrollo de esa nueva visión concibiendo las bases para la sanción de la Ley 11.414, que creó al Consorcio; a todos los presidentes y directores que se sucedieron en su conducción, apuntando siempre a la visión de intereses comunes por encima de los sectoriales; a la planta permanente del Consorcio, que son el alma operativa del funcionamiento del puerto, desde los niveles gerenciales, jefaturas y las funciones auxiliares y que son a quienes siempre llamé afectuosamente y con reconocimiento “El Equipo”; al Consejo Consultivo, que contribuye como caja de resonancia y el aporte de otras instituciones que no forman parte del Directorio, para completar la interacción con la dirigencia de nuestra ciudad; a todos los gremios que forman parte de la Intersindical Portuaria, por la madurez y sensatez que siempre han demostrado en la defensa de los intereses de los trabajadores; a las autoridades y el personal de todas las empresas que forman parte de la comunidad portuaria porque cada uno, desde su lugar, conforman la potencia de un puerto que realiza una gran contribución a las exportaciones de nuestro país traduciéndola en empleos y recursos que consumen y gastan donde viven; al Municipio de Bahía Blanca, el Concejo Deliberante y los legisladores bahienses y regionales que ayudan y tienen clara la importancia estratégica de este puerto como factor de crecimiento y desarrollo; a todas Universidades y el IADO que, con su soporte académico y científico, son interconsulta permanente en temas de alta sensibilidad o importancia técnica; a los medios de comunicación, locales y nacionales y, en especial, a todos y cada uno de los periodistas que ayudan a difundir, mejorar o corregir la gestión, multiplicando el conocimiento de la población; a la Prefectura Naval Argentina y a la Armada Argentina, por su conexión indisoluble con el puerto en el control y vigilancia de nuestro estuario; a los organismos nacionales como la Subsecretaría de Puertos y Vías Navegables de la Nación, AFIP, Aduana, SENASA, que deben garantizar la corrección de todas las operaciones portuarias; al Tribunal de Cuentas de la Provincia como vigía permanente de este modelo de administración; a las asociaciones y trabajadores de la pesca artesanal que, siendo los actuales protagonistas de una actividad ancestral, previa a la existencia misma de los puertos, comprendieron que había que concretar una reconversión para lograr nuevas formas y lugares de captura y mejorar la formalidad de sus actividades; a la Asociación Americana de Autoridades Portuarias y a la Asociación Internacional de Ciudades Puerto que, a través del tiempo, nos honraron con cargos importantes, producto del valor de nuestro puerto a nivel internacional; a las entidades, asociaciones y clubes de Ingeniero White porque son los verdaderos pilares de una comunidad que expresa siempre que quiere estar mejor en su localidad portuaria y con quienes el puerto debe comprometer su aporte; a todos los vecinos de Bahía Blanca y, en especial, a todos los vecinos de mi querido Ingeniero White, que siempre han otorgado al puerto reconocimiento social porque, aunque demandantes, reconocen la importancia de tener un gran puerto en la ciudad.


En tanto humanos, los éxitos y algunas frustraciones, los aciertos y los errores, las virtudes y los defectos, son de todos. Por eso, en aquel “Celebrando nuestro Puerto”, decía:

La historia no comienza con nosotros y, por supuesto, mucho menos termina con nosotros.
Los éxitos no son competitivos, son nuevos aportes que se suman a otros éxitos, y así se gesta una trayectoria exitosa.


El Gigante está intacto y mirando al futuro con vocación y ambición de ser cada vez más grande e importante, contribuyendo al comercio exterior de la Nación, a dar empleo a mucha gente, y a ser un motor de crecimiento y desarrollo de la ciudad que lo contiene. Es un modelo probado y efectivo de gestión portuaria y hago votos para que continúe siempre de esta manera.




Desde todo lugar, mientras viva, seguiré promoviendo, trabajando y aportando por el éxito del Puerto de Bahía Blanca.




Cr. Hugo Antonio Borelli
Presidente del C.G.P.B.B. 2012-2016

domingo, 22 de abril de 2018

No hay peor sordo que el que no quiere oír


La era de la disrupción y la metáfora del “pato negro”.

Cuando en octubre de 2016 publiqué la serie “Viejos y nuevos empleos ¿estamos calificados? Parte 1 y Parte 2, presenté el dilema del drama de la pobreza y el desempleo frente a la era de la disrupción, nuestro bajísimo punto de partida en estos dos flagelos y la aparición vertiginosa de las fuerzas de la disrupción cambiándolo todo.

También desarrollé algunos conceptos sobre el advenimiento de la Inteligencia Artificial (IA) y algunos dilemas éticos que esta tecnología seguramente planteará.

Pero mucho más importante fue que allí intenté dejar claro que la perspectiva que enfrentamos, en la era de la disrupción, con respecto a los avances vertiginosos en la innovación tecnológica, es el nuevo paradigma en los contenidos educativos que necesitamos implementar de manera urgente para poder acceder a los nuevos empleos que se generarán.

Estamos en una era en la que los conocimientos durarán cada vez menos tiempo y muchos tipos de empleos actuales serán eliminados.

Porque es posible que los que pierdan su empleo carezcan de las habilidades necesarias para competir por los nuevos empleos.

También busqué advertir que, si no nos anticipamos a la amenaza, tendremos que estar dispuestos a pagar un altísimo costo económico y social.

Y aquí el desafío es para todos:

Los políticos deberán liderar un cambio en el sistema educativo. Los docentes acompañar y contribuir con propuestas profesionales que modernicen los contenidos y la forma de enseñar.
Y los sindicatos y sus dirigentes también deberán reaccionar y contribuir a la capacitación de sus afiliados para que puedan defender sus empleos o conseguir nuevos.

Con los avances de la ciencia y la tecnología vamos, inexorablemente, hacia un mundo con vidas más prolongadas y menos capacidad de dar empleo para sostenerlas dignamente.

Entre cisnes y patos negros

Santiago Bilinkis es un tecnólogo, y autor del libro “Pasaje al Futuro”, que escribe habitualmente una columna en la Revista La Nación. Es un especialista en estos temas y sigo sus publicaciones con mucha atención.

En su última columna del 22 de abril de 2018, que tituló “El peligro de los patos negros”, vuelve a poner énfasis en este tremendo desafío con una adaptación de la conocida metáfora del “cisne negro”. La comparto con ustedes:



“Durante cientos de años en el mundo anglosajón se usó la expresión “cisne negro” como metáfora de cualquier cosa inexistente. Esto fue así hasta que en 1770 el Capitán James Cook llegó por primera vez a Australia y se encontró con que allí los cisnes negros abundaban. El famoso explorador llevó un par de ejemplares de regreso a Inglaterra y forzó a redefinir el sentido de la frase. Desde ese momento un “cisne negro” no simboliza algo inexistente sino a una cosa extremadamente rara”.

“Diez años atrás, Nassim Taleb, el notable académico y ensayista libanés, recuperó del olvido esta expresión y, en su libro del mismo nombre, popularizó el concepto de “cisne negro” para referirse a fenómenos con muy baja probabilidad de ocurrir pero de un enorme impacto si suceden (*). De acuerdo a Taleb, la tendencia humana a ignorar los escenarios muy improbables hace que los “cisnes negros” nos tomen siempre por sorpresa y mal preparados para sus devastadores efectos”.

(*) El estallido de la “burbuja” inmobiliaria y bancaria de 2008-2009 es un caso típico de “cisne negro”.

“Sin embargo, en mi actividad como divulgador científico y tecnológico me encuentro constantemente con un fenómeno distinto, mucho más generalizado y peligroso que el descripto por Taleb. ¡Quiero presentarles hoy al “pato negro”!

“Hace años me dedico a intentar concientizar a personas y organizaciones sobre el profundo impacto que la tecnología tendrá en todos los planos de nuestra vida en los próximos años. No estoy solo en esta cruzada. Tomemos como ejemplo el impacto que la inteligencia artificial y otros avances tendrán sobre el mundo del empleo, la próxima desaparición de muchos de los trabajos actuales y la incertidumbre respecto de las nuevas profesiones por surgir.

“Lo curioso es que, pese a la reiteración de advertencias y la profundidad de la disrupción, la gran mayoría de las personas continúa con su vida exactamente igual, sin prepararse de modo alguno para este escenario”.

Este es precisamente el “pato negro”: un fenómeno de ocurrencia probable, relativamente cercano, profusamente anunciado y para el cual, pese a ello, nadie se prepara.

“La razón para este aparente contrasentido es que existe un sesgo cognitivo psicológico mucho más fuerte que “ignorar lo improbable”, como menciona Taleb”.

“El verdadero villano no es otro que la “resistencia al cambio”, que nos hace ignorar, siempre que sea posible, todo aquello que nos confronta con la necesidad de cambiar. No importa cuán probable sea, si el problema no nos golpeó todavía en la nariz elegimos mantener la guardia baja. Y, para hacer las cosas peores, la repetición de advertencias nos va insensibilizando hacia los temas, dándonos la impresión errada de haber ya reaccionado y tomado cartas en el asunto”.

“No hay peor sordo que el que no quiere oír”, dice el popular refrán y es cierto que es difícil que un mensaje llegue al que se rehúsa a recibirlo. 

Pero hay un tipo de sordo aún peor: el que no acusa recibo de lo que oye y sin embargo está convencido de que ya escuchó.

Y así remata Bilinkis: “Te invito a cuidarte de los “patos negros” y pensar: ¿cuáles son los cambios que afectarán tu vida, tu carrera o tu organización y que la resistencia al cambio te está impidiendo ver?”.

Conclusiones

Como ya dije en mis notas anteriores, si todas estas advertencias no hacen que “se te vuele la cabeza” y reacciones en consecuencia, estás corriendo el riesgo de ser el peor de los sordos, que es el que no quiere oír, o peor aún, el que no acusa recibo de haberlo oído.

Baltasar Gracián, jesuita y escritor español del Siglo de Oro, decía: “No hay peor sordo que el que no quiere oír; otro hay peor, aquel que por una oreja le entra y por la otra le sale”.

Atención que la advertencia también vale para las decisiones políticas y de todos los seres humanos que las toman. ¿O tendremos que recurrir a la IA para que lo haga por ellos?

Esperemos que no. Sobre todo para los que pensamos que nunca habrá nada más completo que “la mente y el corazón” humanos, por falibles o imperfectos que nos parezcan.

Cuando hablo de estas cosas, algunos me preguntan ¿cuál es tu preocupación si vos ya estás en edad jubilatoria?




Precisamente. No es por mí, sino por los que vienen después.

Vuelvo con el mismo final:

Creo que la disyuntiva es “de hierro”: o te lo creés o te podés quedar afuera.