Todavía no hay conciencia sobre los trabajos del futuro
Como
en ocasiones anteriores, hoy quiero compartir reflexiones y ratificaciones
sobre los desafíos para los nuevos empleos, a partir de una nueva nota del
tecnólogo Santiago Bilinkis, autor del libro “Pasaje al Futuro”.
La
nota fue publicada el 17 de junio de 2017, lleva el título “Los trabajos del futuro” y tiene directa relación con las que publiqué en
octubre del año pasado bajo los títulos “Viejos y nuevos empleos: ¿estamos calificados? Parte 1 y Parte 2”, “Argentina puede ser el Arabia
Saudita de las energías renovables” y “Aprender toda la vida”.
Bilinkis comienza con una suposición extrema que resulta un ejemplo claro y esclarecedor para introducir al tema, y dice:
“Imaginate
que recibís una carta anunciándote que vas a competir en los próximos Juegos
Olímpicos. ¡Ya está! Tenés tu lugar asegurado en Tokio 2020. Pero hay una
salvedad: no se sabe aún en qué disciplina te tocará competir. Eso se decidirá
en un sorteo el día anterior al comienzo de los Juegos y puede tocarte
cualquier alternativa: sea tiro al plato, levantamiento de pesas, maratón, lucha
grecorromana o clavado desde un trampolín. ¿Cómo te prepararías para esa
competencia?”.
Y
continúa:
“Ese es
el desafío que enfrentamos hoy todos con respecto a los trabajos del
futuro. Con creciente frecuencia diferentes estudios hablan de la
inminente destrucción de empleo que las tecnologías generarán en las próximas
dos décadas. Dos tercios de los trabajos
actuales, los informes auguran, van a desaparecer. En su lugar surgirán
roles nuevos muy diferentes de los que hoy desempeñamos. El cambio no será tan
repentino, hay tiempo de irnos preparando. Pero prepararnos, ¿para qué? ¡Lo
único que sabemos de esos nuevos empleos es que no tenemos idea de cómo serán!
El
problema, de todos modos, es mayor de lo que parece porque la mayoría de las personas desatendemos las alertas. A pesar de que
ve en los medios cada vez más notas sobre estos temas, seguimos adelante con nuestra vida sin hacernos cargo de lo que
acabábamos de leer. ¡Dos de cada tres trabajos actuales pronto dejarán de
existir!”
¡Dos de cada tres
trabajos actuales pronto dejarán de existir!
La toma
de conciencia
Santiago
nos cuenta que, en su columna radial de hace unas
semanas, realizó una encuesta a varios miles de personas para incorporar datos para
este trabajo. Los resultados fueron claros: 71% de las personas creen que su trabajo no desaparecerá. Y aun
cuando eso pasara, 69% se considera ya preparado para los nuevos trabajos que
surjan. ¿Tendrán razón o es una increíble falta de conciencia sobre el
problema?
Por eso sentencia:
“¡El
primer paso para solucionar un problema es reconocerlo como tal!”
También
nos dice que consultó los Gerentes de Adquisición y Retención de Talento de
varias de las mayores empresas que operan en el país. Les preguntó qué rasgos eran los más buscados al
seleccionar un candidato hace 10 años, cuáles ahora y cuáles estimaban que
serán los necesarios de aquí a una década. “La conclusión fue reveladora:
antes se buscaba conocimiento técnico y dedicación, es decir, habilidades duras
y cumplimiento de normas. Hoy lo más importante es el trabajo en equipo, la
empatía y la resiliencia (1),
habilidades más blandas. En el futuro, la clave será la flexibilidad, el
aprendizaje continuo y la creatividad/innovación, habilidades mucho más blandas
aún y la capacidad ya no de cumplir sino de romper las reglas”.
Y
así, Bilinkis remata su nota concluyendo que “la visión de estas personas nos
da una pista de cómo prepararnos para esos “Juegos Olímpicos” del ejemplo
inicial:
No importa tanto
aprender cosas específicas como desarrollar la capacidad de seguir aprendiendo
de manera constante e incentivar nuestra creatividad.
Y
propone preguntas que cada uno debería hacerse a sí mismo:
Una
primera pregunta sería si te parece que esas son las habilidades que privilegia
la institución que hayas elegido para
educar a tus hijos. Si apunta sobre todo al conocimiento técnico y el
cumplimiento de normas, debés concluir que ¡tus
chicos se están preparando para el año 2005 en vez de hacerlo para el 2025!
La
siguiente pregunta que propone pensar es si estás anticipando correctamente los cambios que se avecinan en tu
propia actividad profesional.
Y
finalmente, la última cosa para que te cuestiones es qué lugar ocupa tu propia
formación en tu vida y qué habilidades estás priorizando desarrollar. ¿Te estás preparando para seguir
aprendiendo siempre y para romper las reglas?
Concluye
enfáticamente diciendo que, seguramente, esto sea la clave para tu trabajo del
futuro.
Jóvenes y no tan jóvenes
No
hace falta decirlo (pero, por las dudas igual lo digo) que adherir y difundir
todas estas advertencias no tienen vinculación alguna con ningún tipo de
interés personal sobre el tema. Los que me conocen saben que estoy en la
frontera de la edad jubilatoria y este monumental cambio de paradigma sobre la
educación y el empleo impacta sobre los miles de jóvenes que estudian y
trabajan, los que están por ingresar al sistema educativo y también, peligrosamente, sobre aquellos que
están todavía en plena vida laboral activa, de más de 40 años, para quienes la
pérdida de su empleo podría resultar dramática por una muy dificultosa
reinserción.
Con la
excepción, por supuesto, de seguir practicando aquello de “Aprender toda la vida” porque, trabaje o no trabaje, estará vigente en
mí hasta el final de mis días.
En mis
notas anteriores, citadas al principio, decía que:
No veo que
se advierta de manera masiva que lo aprendido, o lo que hoy se enseña, servirá
para poco en los empleos que se ofrecerán en este futuro cercano.
Y
planteaba que, según los especialistas, en los próximos veinte años, la
tecnología avanzará más que en los anteriores mil. El avance del
conocimiento del genoma humano permitirá avances en la medicina no imaginados
hasta hace poco y hasta se piensa que se podrá prolongar la vida humana en diez
años cada cinco.
La
robótica y la Inteligencia Artificial (IA) se desarrollarán hasta ser capaces
de hacer hasta casi todo y, en algunas cosas, mejor que el cerebro humano. Tal
vez a muchos esto nos pone “la piel de gallina”, pero es lo que se viene. O,
mejor dicho, ya está entre nosotros. Pues, entonces, ¿en qué y con qué
capacitación, trabajarán las personas en ese futuro?
La
disrupción es el fenómeno más temido. Por eso,
avizorar el porvenir no es un juego de diletantes. Es
entrenarse para leer los signos ocultos de lo que puede acontecer y estar
preparado para enfrentarlo.
Es posible que los que pierdan su empleo carezcan de las
habilidades necesarias para competir por los nuevos empleos.
Si no nos anticipamos a la amenaza, tendremos que estar
dispuestos a pagar un altísimo costo económico y social.
Las
empresas tendrán que apostar por el desarrollo del talento como pilar mismo de
su crecimiento futuro. Más complejo es el papel que deberán cumplir los
políticos, que deberán liderar un cambio en el sistema educativo y la regulación del mercado
de trabajo, que llevan décadas de retraso en muchos países.
Los políticos deberán liderar un cambio en el sistema educativo.
El
último informe de Davos (Foro Económico Mundial) recomienda que los gobiernos y
las empresas deberán tomar acciones urgentes y específicas lo antes posible,
para gestionar la transición a corto plazo y generar una fuerza de trabajo con
habilidades a prueba de futuro. Solo así se puede hacer frente al
creciente desempleo y la desigualdad.
En
nuestra Argentina (aunque creo que es válido para cualquier país) también
tendrán que entender, y actuar en consecuencia, los sindicatos. Me refiero a
sus dirigentes.
Los sindicatos y sus dirigentes también deberán reaccionar
y contribuir a la capacitación de sus afiliados para que puedan defender sus
empleos o conseguir nuevos.
Conclusiones
Los expertos sostienen que la “fecha de expiración” del conocimiento no
llega hoy a los 10 años. Es decir, estamos en una era en la que los
conocimientos durarán cada vez menos tiempo y muchos tipos de empleos actuales
serán eliminados.
Por eso, en lugar de destinar el 100% del tiempo durante el
20% de la vida (de los 5 a los 25 años de edad) a aprender y después muy
poco pensando que ya se lo sabe todo, la propuesta es:
Pasar de estudiar el 100% del tiempo durante el 20% de la
vida, a estudiar el 20% del tiempo durante el 100% de la vida.
Así que,
más allá de los conflictos que el sistema educativo tiene, los salarios
docentes y la infraestructura deficiente, se trata de un “borrón y
cuenta nueva” en materia de contenidos. No se trata de “maquillar” una
reforma, se trata de concebir todo de nuevo y cambiarlo de cabo a rabo. De lo
contrario, para los nuevos empleos no habrá quien esté capacitado para
ocuparlos.
Un chico
que apenas termine el secundario (ni hablar si ni siquiera lo logra) o un
universitario con este sistema, no tendrá cabida en este nuevo paradigma. No
calificará y nadie lo tomará. Si no se cambia rápido, se pueden
perder una o dos generaciones a las que les costará tener una
salida laboral. Y aquí la pobreza será crónica.
Por eso
les dejo la misma conclusión que en mi nota anterior sobre este tema:
Espero
haberte ayudado a pensar. O mucho mejor que eso, a estimularte para que
te prepares, vos y tus hijos, para lo que está pasando. Como se suele
decir, el futuro es ahora.
Creo que
la disyuntiva es “de hierro”: o lo creés o te podés quedar afuera.
(1)
Resiliencia viene del término latín resilio: “volver atrás,
volver de un salto, resaltar, rebotar”. El término se adaptó al uso en
psicología y otras ciencias sociales para referirse a las personas que, a pesar
de sufrir situaciones estresantes, no son afectadas psicológicamente por ellas.
Sin embargo, el término desarrolla diferentes adaptaciones,
según sea la ciencia o disciplina en la que se aplique.
Resiliencia puede
referirse a:
·
La resiliencia;
en psicología, capacidad de las personas de sobreponerse a períodos de dolor
emocional y situaciones adversas.
·
La resiliencia;
en periodontología, capacidad los tejidos blandos de recuperar su forma natural
al hacer leve presión sobre el tejido, hay grosor adecuado que permite la
compresión ligera.
·
La resiliencia;
en sociología, capacidad que tienen los grupos sociales para sobreponerse a los
resultados adversos, reconstruyendo sus vínculos internos, a fin de hacer
prevalecer su homeostasis colectiva de modo tal que no fracasen en su propia
sinergia.
·
La resiliencia;
en ecología, capacidad de las comunidades y ecosistemas de absorber
perturbaciones sin alterar significativamente sus características de estructura
y funcionalidad, pudiendo regresar a su estado original una vez que la
perturbación ha cesado.
·
La resiliencia;
en ingeniería, energía de deformación (por unidad de volumen) que puede ser
recuperada de un cuerpo deformado cuando cesa el esfuerzo que causa la
deformación.
·
La resiliencia;
en sistemas tecnológicos, capacidad de un sistema de soportar y recuperarse
ante desastres y perturbaciones.
·
La resiliencia;
en la cultura emprendedora, capacidad que tiene el emprendedor para confrontar
situaciones que compliquen la generación y desarrollo de su plan de negocios o
su proyecto a emprender, generando sinergia con sus socios o colaboradores para
salir airoso y con determinación de ella; basado en la previsión del riesgo.
·
La resiliencia;
en derecho, capacidad de las personas, dentro del marco general de los derechos
humanos, de recuperar su estado original de libertad, igualdad, inocencia, etc.
después de haber sido sometidas a las acciones de fuerza del Estado.
·
La resiliencia;
en urbanismo, es la capacidad de la ciudad para resistir una amenaza, también
absorber, adaptarse y recuperarse de sus efectos de manera oportuna y
eficiente, incluye la preservación y restauración de sus estructuras y
funciones básicas.
·
La resiliencia;
en arte, es la capacidad de la obra de arte para conservar a través de
la estética su particularidad, a pesar del creciente subjetivismo.