miércoles, 14 de marzo de 2018

Inflación, la “hija descarriada del déficit fiscal”, sigue vivita y coleando


Actualización de “El vaso medio vacío o medio lleno”

Por favor, vean con cuidado los resultados de esta nota, que es la actualización de otra anterior, porque este tema viene siendo “vapuleado” en casi todos los medios de comunicación, con análisis, entrevistas, diagnósticos y pronósticos.

Está concebida como una nota sobre economía en la vida cotidiana, que es la que mejor entendemos todos.

En casi todos los espacios en los que se trata nuestro actual proceso inflacionario se preguntan por qué los precios siguen subiendo, pero además, se plantea una pregunta que se contesta poco: ¿por qué muchos productos de consumo habitual (alimentos, ropa) son más caros que en el resto del mundo? Por supuesto, medidos en moneda dura.

En mi nota de agosto de 2016 “El vaso medio vacío o medio lleno - ¿El déficit fiscal subió o bajó?”y analizando el impacto de la inflación en la vida cotidiana, referencié un análisis publicado en setiembre de 2015 por Infobae, que resumía los resultados de la inflación de los últimos 12 años entre 2003 y 2015, para un listado de productos de consumo comunes y sus precios en supermercados conocidos (por simplificación, a los efectos de este análisis, me ubico en el final de 2015).



Al pie del cuadro dije que dejaba para otra oportunidad hacer una nueva comparación contra precios actuales de los mismos productos y en los mismos supermercados.

También definí en mi nota “Más fácil decirlo que hacerlo”, y como una verdad de Perogrullo, que “la inflación se detendrá cuando los precios dejen de subir”, que “la inflación es la hija descarriada del déficit fiscal” y que “las tasas de interés son las hijas obedientes de la inflación”.

Como está claro, son fenómenos “enganchados” y el dólar, como cualquier otra “mercadería”, tarde o temprano sigue la misma tendencia. Yo no me preocuparía por el valor del dólar como un dato aislado en sí mismo, sino por las causas que provocan su valor respecto de nuestro peso.

Los últimos 27 meses

Estos son los resultados para Marzo de 2018, donde se puede ver la evolución de los mismos precios en los últimos 2 años y tres meses (haga click en el enlace):


Como se ve, para los 12 años entre 2003 y 2015, la inflación para estos productos estuvo entre el 20 y el 30% anual acumulativo, sin solución de continuidad.

Para los siguientes 27 meses, hasta la actualidad, el impacto inflacionario no sólo no ha quedado a la saga de 2015, sino que ha sido superior, en términos de porcentaje anualizado, en la mayoría de los casos, salvo muy pocas excepciones (por caso, el aceite de girasol).

Además, nótese la gran dispersión de la evolución inflacionaria sobre los distintos productos. Incluso medidos en dólares, la mayoría de los productos ha aumentado su valor en esa moneda, en porcentajes asombrosos.

Esto indica, muy a priori, que los formadores de precios actúan de manera bastante disímil en las distintas categorías de productos, pero lo que queda muy claro es que NUNCA SE QUEDAN ATRÁS.

Contestando la pregunta del principio (precios más altos que en el resto del mundo) algunos analistas han respondido que el fenómeno es producto de una “cultura” crónica desarrollada, al menos, en los últimos 50 años. Esta cultura, en los que forman o ponen precios, los impulsa a la conducta del “me cubro por las dudas”.

Cuando, en nuestro país, se dice que tal o cual cosa (en general, negativa) es producto de una “cultura”, se tiende a minimizar el concepto porque parece un argumento genérico que dice poco. Pero, profundizándolo, es mucho más fuerte de lo que parece.

Muy superficialmente significa que, cuando nos acostumbramos a actuar de determinada manera y, sobre todo, cuando nos “afecta el bolsillo”, la razón se nos nubla y prevalece el “sálvese quien pueda”. Y para los que ponen precios, ni siquiera los cambios en el consumo y la falta de ventas les hace “poner la marcha atrás”.

La “trampa” de las promociones

Una demostración de este hecho la he notado desde hace tiempo y tiene que ver con las clásicas promociones de los supermercados, en particular, y de muchos comercios, en general:

Cuando ponen precios siguiendo esta cultura del “me cubro por las dudas”, en general se pasan de largo.

Entonces, atraen al público con “ofertas” de, por ejemplo, 50% de descuento en la 2da. unidad. Y van rotando de un producto a otro y de un fabricante a otro.

Esto demuestra que se pasaron de largo con el precio. Aunque el precio promocional ofrecido contenga una pequeña proporción de descuento real, el grueso de la “baja” es producto de un precio exagerado. Y de paso, venden 2 o más unidades.

Por ejemplo, en esta búsqueda actual de precios encontré muchos casos. Voy con uno: un supermercado ofrece un producto a $ 30,85 y “promociona” un 40% de descuento en la 2da. unidad. Y entonces publica: “llevando 2 $ 24,68 c/u.”

Estoy convencido que ese producto tendría que valer alrededor de $ 25.-, pero en la cadena de formadores de precios, se “pasaron de largo”. La manera de lograr el precio correcto es “disfrazarlo” de promoción y, de paso, es un buen marketing. El problema es que, cuando la promoción se corta para cambiarla por otra, vuelve a aparecer el precio lleno que está sobrevaluado. Y el diferencial de rentabilidad va a parar desde nuestros bolsillos a la cadena comercial.

Esta cuestión, cultural como le gusta decir a algunos, es una de las explicaciones de por qué muchos productos son más caros que en otros lugares del mundo medidos, por ejemplo, en dólares.

Como dije al principio, elegí actualizar el mismo cuadro de productos publicado en mi nota de agosto de 2016, tal lo comprometido, pero podría analizarse del mismo modo cualquier canasta de productos que usted prefiera.

Los números pueden verificarse en las páginas web de los supermercados citados:

El costo argentino

No obstante esta cultura de nunca olvidarse de remarcar, con motivo o por las dudas, la comparación con los precios internacionales para el mismo producto tiene, para muchos, el fundamento del “alto costo argentino”. Y no les falta razón.

La altísima presión tributaria, las altas cargas laborales, la falta de crédito a tasas razonables, y los altos costos logísticos, en particular, el transporte, agregan unos componentes a los precios que dan algo de justificación legítima a los que los forman.

Por ejemplo, para eliminar el perverso y regresivo Impuesto a los Ingresos Brutos que cobran las provincias, el gobierno se tomará cinco años. Mientras tanto, y aprovechando que el Pacto Fiscal se los permite, algunas provincias no sólo lo mantienen sino que aumentaron las alícuotas.

Parece mentira que, mientras la gente no puede más con los aumentos de todo, y aún con un dólar subiendo, los sueldos en la Argentina son más altos (en dólares) que en Brasil u otros países de la región e, incluso, mayores que en algunos países de Europa.

Como si todo esto fuera poco, y para agregar tensión a las cuentas nacionales que por sus desequilibrios producen inflación, seguimos sin poder dar vuelta una balanza comercial deficitaria en la que importamos mucho más que lo que podemos venderle al exterior.

¿Qué hacer?

Algún lector me dirá que esto es simple diagnóstico y descripción de la realidad, pero nada dice sobre cómo salir del problema. Primero digo que nos es mi responsabilidad hacerlo o, en todo caso, nadie me invitó a aportar algo. Pero algo diré, aunque la cuestión es extremadamente compleja para resumirla en pocas frases.

Tres conductas que creo imprescindibles:

El Gobierno: cortar lo más rápidamente posible con el déficit fiscal y, dentro de él, achicar o erradicar el creciente déficit comercial; dedicar el transitorio (espero que sea transitorio) endeudamiento externo a eliminar impuestos distorsivos y no a financiar gasto corriente; contribuir al achicamiento de los componentes del “costo argentino”, entre ellos las cargas laborales, el transporte y las tasas de interés para préstamos al sector productivo.

Los formadores de precios (fabricantes y supermercados): racionalizar sus costos de producción hasta el último centavo dejando de “cubrirse por las dudas”. Parece voluntarismo, pero no hablo de control de precios, sino de rendir cuentas (por ejemplo, ante la Secretaría de Comercio) de los grandes componentes del costo que terminan formando el precio.

Por ejemplo, el litro leche de La Serenísima (y otros de sus productos) vale $ 30 cuando otras marcas alternativas valen $ 20. Más allá de discusiones sobre la calidad, todos sabemos que el precio tiene un componente publicitario enorme. Creo en la libertad, pero a veces hay que ponerle ciertos límites cuando afecta a tanta gente.

Otro ejemplo: cuando Carrefour inició su campaña de “precios corajudos” para los productos de marca propia, manteniéndolos fijos durante 6 meses, todos sus clientes se dieron cuenta que, en el principio, esos precios eran bastante superiores a los de marcas alternativas. Cubrieron de antemano el “congelamiento”. Claro, con el tiempo las diferencias se fueron licuando hasta convertirse en "buenas ofertas", pero ¿y las diferencias iniciales?. No hay magia.

Los consumidores: estar muy atentos y no resignarse a absorber los precios que les ponen por delante. Si no les gusta, no compren y busquen una alternativa. La soberanía del consumidor es imbatible, es una conducta colectiva que tiene un poder inigualable.

Conclusiones

La inflación sigue muy presente en la Argentina con todas las explicaciones que se pueden dar sobre los factores macroeconómicos harto analizados (déficit fiscal, endeudamiento externo, emisión monetaria, tasas de interés, expectativas, confianza, etc. etc.), pero también tiene un componente “cultural” propiamente argentino por el que los actores económicos que forman precios nunca “aflojan” ni ceden nada. Y no hay pedido ni clamor desde las altas esferas de quienes gobiernan que les haga mella.

El proceso de cambio llevará mucho tiempo, si es que alguna vez cambia. Entretanto, los consumidores debiéramos ser más selectivos y, desde nuestro pequeño pero importante papel (porque somos los que ponemos la plata), darles una lección y, si notamos alguna “avivada”, dejar de comprar. 

Como corolario, y como lamentable ironía sobre el valor de nuestro peso, también dije en aquella nota: “Aunque, como el billete actual de 100 pesos no alcanza para nada, por lo menos tuvimos que admitir que hizo falta uno de 200 y otro de 500, para empezar”. Bueno, pues ya tenemos el de 1.000 también. Y su valor aún sigue siendo menor a 50 dólares.

Los títulos de las dos notas anteriores que motivaron esta actualización, “El vaso medio vacío o medio lleno” y “Más fácil decirlo que hacerlo”, lamentablemente mantienen toda su vigencia.

Más vale que el vaso empiece a llenarse y que todo lo que se dice con el optimismo del “vamos bien” se convierta en hechos. Más temprano que tarde. Porque en realidad parece que, por ahora, “no le encuentran el mango a la bocha”.

Menos violento y cruel que el monstruo de la guerra, pero no menos maligno, el monstruo de la inflación también es un “monstruo grande que pisa fuerte”.

Nos hemos acostumbrado tanto a vivir con inflación alta, con una batalla constante entre precios y salarios, que la tenemos incorporada “culturalmente” y nos hace creer que “la vamos llevando”. Pero pareciera que no tenemos idea del daño brutal que provoca, en el presente y en el futuro.


No debería ser así. Depende de todos, pero de algunos más que de otros.








miércoles, 20 de diciembre de 2017

Feliz Año Nuevo 2018

Deseo y augurio siempre presente… y hoy más que nunca.


Desde el año 2007 que comparto este deseo y augurio para el año que está por comenzar. 

Promover una “licencia para matar” desvalores fue una simple asociación, en aquel año, con el “007” y el código de identificación del célebre agente secreto inglés de ficción.

Como el deseo mantiene completa vigencia, lo reitero todos los años como el símbolo de una utopía constante, a la que me gusta aferrarme en la búsqueda de un mundo mejor.

El año que deje de publicar este deseo y augurio será, o porque yo ya no esté para hacerlo, o porque hayamos podido conseguir, al menos en una muy buena medida, la desaparición de los desvalores y el crecimiento de los Valores Compartidos.

Espero, de todo corazón, que sea por lo segundo.


Frente a una Humanidad que enfrenta
una lamentable crisis de valores,
trabajemos por revitalizarlos
en cada acto de nuestra vida,
por nosotros, por nuestra familia
y por toda la sociedad.

Por un 2018…

Que tenga licencia para matar a:

la debilidad
la imprudencia
la indiferencia
la negligencia
la inconstancia
la terquedad
la incomprensión
el desprecio
la envidia
el individualismo
la deslealtad
la traición
el fanatismo
la mentira
la injusticia
el egoísmo
el abandono
la enemistad
la cobardía
el desorden
el caos
la desvergüenza
la pereza
la presunción
la discriminación
el rencor
la desconfianza
la tontería
la violencia
y el odio


Y sea el símbolo de
la presencia y el crecimiento de
Valores Compartidos:




la generosidad
la Libertad
la fortaleza
la tolerancia
la sinceridad
la cooperación
el orden
la perseverancia
la laboriosidad
el pudor
la sobriedad
la sociabilidad
la Amistad
el Respeto
la sencillez
el Patriotismo
la prudencia
la flexibilidad
la responsabilidad
la honradez
la comprensión
la Lealtad
la audacia
la humildad
el optimismo
la Justicia
la Verdad
el entendimiento
el juego limpio
el reconocimiento
la igualdad
el reencuentro
la confianza
la Solidaridad
la valentía
la templanza

Y el AMOR

CUANDO LO IDEAL ES IMPOSIBLE,
LO POSIBLE...ES OBLIGATORIO.

¡FELIZ AÑO NUEVO!
PARA TODOS


 Hugo Antonio Borelli








lunes, 20 de noviembre de 2017

Evolución del Presupuesto Municipal de Bahía Blanca 2010-2017

El gasto público por habitante. Los efectos devastadores de la inflación.

Hoy que están en discusión los gastos del sector público y el intento de racionalizarlos, se me ocurrió hacer este trabajo que intentará demostrar si, para nuestra ciudad, el gasto público aumentó más o menos que la inflación, medido por habitante.

En estos días, el presidente Macri, en su alocución a los gobernadores, decía: “…Tenemos que ver cómo ordenar las ciudades, porque las ciudades es como que se han salido del curso…”

Y yo me pregunté, a través de las redes sociales, ¿A cuáles se habrá referido? ¿Está Bahía Blanca incluida en su afirmación? Bueno, intentaré ver con los números y datos duros si encuentro la respuesta a esta última pregunta.

Para ello tomaré como punto de partida el año 2010 (base=0), fecha del último censo y compararé en un Cuadro 1 los Cálculos de Recursos y Gastos municipales y su monto por habitante, desde 2010 hasta 2017.

Claro que en el período 2010-2017, para ajustar los valores nominales del Cuadro 1, y ver si los gastos públicos municipales por habitante (en términos reales) han subido o disminuido, hay que ajustarlos por la inflación ocurrida en esos años. Y aquí tenemos un problema: todos sabemos que, durante los mandatos de Cristina Fernández (2007-2015), se acusó al INDEC de falsear los números reales del Índice de Precios al Consumidor (IPC) y, tanto el Congreso como consultoras privadas, comenzaron a calcular el IPC por separado.

Por lo tanto, a la hora de realizar el ajuste, tenemos dos evoluciones del IPC que se diferencian bastante una de la otra. Además, en 2015, el gobierno anterior suspendió la publicación del índice con lo que la serie se corta. Por eso, trabajaré, entre 2010 y 2015, con la serie que contiene datos “extraoficiales”, que es con la que todos concuerdan como mejor aproximada a lo que ocurrió en realidad; y para los dos últimos 2016-2017 vuelvo a los datos oficiales del INDEC.

Población

Según un reciente informe del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (CIPPEC), publicado como “Bahía tomada como ejemplo negativo de desarrollo urbano”, el organismo considera que la población local aumentó a un ritmo anual de 0,5% en los últimos 10 años.

Este dato determina que, partiendo del número del último censo realizado en 2010 y que indicó que Bahía Blanca tenía 301.572 habitantes, estaríamos arribando a finales de 2017 a una población de 312.287.



Presupuesto Municipal

Los datos presupuestarios, de ingresos calculados y efectivamente percibidos y de los gastos ejecutados entre los años 2010 a 2017 fueron extraídos de la web municipal en este enlace 

En general, se observa que la diferencia en cada año entre los ingresos calculados y los efectivamente percibidos (estos últimos por debajo) se debe fundamentalmente a las entradas por defecto en las partidas comprometidas por la Nación y la Provincia, que siempre se han recibido en menor medida que las anunciadas a la hora de confeccionar el presupuesto.

Estas diferencias no resultan menores ni neutrales al interés de los habitantes ya que, en general, las partidas a recibir de la Nación y la Provincia, que se presupuestan según sus anuncios respectivos, están afectadas a obras o programas específicos. Cuando se terminan ejecutando parcialmente significa que parte de las transferencias no han llegado y, por lo tanto, se han hecho menos obras y concretado menos programas.

Obviamente, los datos finales de 2017 debí estimarlos razonablemente ya que el portal municipal incluye los ejecutados parciales al mes de octubre. 
Y el Presupuesto 2017, indicado en este otro enlace  fue de $ 3.566.765.429,93.

El Cuadro 1 demuestra que, partiendo de un gasto nominal por habitante de $ 1.817,14 en 2010, se arribaría a $ 11.207,65 en 2017. Es decir, un 516,77% más.

Evolución Presupuesto Municipal Bahía Blanca por Habitante
Cuadro 1
 Ingresos
 Egresos
 Población
 Gasto x Habit.
 % s/ año
 %

 Cálculo
 Percibido
 Gasto
1,005

 anterior
 Acumul.
2010
     680.000.000
     550.000.000
     548.000.000
301.572
         1.817,14
-
-
2011
     847.000.000
     651.000.000
     667.000.000
303.080
         2.200,74
21,11
21,11
2012
     996.000.000
     835.000.000
     838.000.000
304.595
         2.751,19
25,01
51,40
2013
  1.340.000.000
  1.093.000.000
  1.130.000.000
306.118
         3.691,38
34,17
103,14
2014
  1.550.000.000
  1.446.000.000
  1.435.000.000
307.649
         4.664,41
26,36
156,69
2015
  2.000.000.000
  1.854.000.000
  1.889.000.000
309.187
         6.109,57
30,98
236,22
2016
  2.960.000.000
  2.650.000.000
  2.640.000.000
310.733
         8.496,04
39,06
367,55
2017
  3.950.000.000
  2.980.000.000
 3.500.000.000
312.287
       11.207,65
31,92
516,77








2018
 4.200.000.000

 4.200.000.000
313.848
       13.382,27

636,44

En resumen: en 7 años la población habría aumentado un 3,5% (de 301.572 a 312.287); el presupuesto municipal creció un 539% (de 548 millones de pesos a 3.500 millones); y relacionando el gasto por habitante, el presupuesto habría aumentado un 516,77%.

Los años anteriores

A los fines meramente estadísticos y de información que dispongo de tiempos en los que me tocó trabajar como Secretario de Economía y Hacienda municipal, también muestro en un cuadro los presupuestos de los años anteriores, desde el año 2004 hasta llegar al 2010, año al que le asigné la base 0 para este trabajo.

Estos datos guardados, para el año 2010 (el año de corte mencionado) tienen una pequeña diferencia con los que aparecen hoy en la web municipal, pero que no generan ningún problema a los efectos del análisis propuesto (535 y 548 millones, respectivamente).

Esta evolución puede verse en el Cuadro 3.

Evolución Presupuesto Municipal Bahía Blanca por Habitante
Cuadro 3
 Ingresos
 Egresos
 Población
 Gasto x Habit.
 % s/ año
 %

 Cálculo
 Percibido
 Gasto


 anterior
 Acumul.
Censo1991



272.191



Censo 2001



284.776



2004
       93.597.205

       93.597.205
290.365
            322,34
-
-
2005
     111.222.200

     111.222.200
292.253
            380,57
18,06
18,06
2006
     149.360.400

     149.360.400
294.152
            507,77
33,42
57,52
2007
     178.765.400

     178.765.400
296.064
            603,81
18,91
87,32
2008
     364.862.766

     364.862.766
297.989
         1.224,42
102,78
279,85
2009
     325.674.045

     325.674.045
299.926
         1.085,85
-11,32
236,86
2010
     535.250.403

     535.250.403
301.572
         1.774,87
63,45
450,61

Aprovechando la combinación de los dos cuadros (1 y 3), que comprenden las intendencias de Rodolfo Lópes, Cristian Breitenstein, Gustavo Bevilacqua y medio mandato de Héctor Gay (14 años),  vemos que el gasto público municipal aumentó un 3.377% pasando de $ 322,34 por habitante en 2004 a $ 11.207,65 en 2017.


2018

También, con fines referenciales, y teniendo en cuenta que se encuentra en pleno trámite la presentación del Presupuesto 2018 al Concejo Deliberante, para su posterior análisis y aprobación, he agregado una línea en el Cuadro 1, imaginando un aumento pretendido del 20%, llevando el monto a 4.200 millones de pesos.

Si así fuera (y lo podemos ajustar cuando el dato real se conozca), y con una población estimada en 313.848 habitantes, habríamos alcanzado un gasto de $ 13.382,27 por habitante y un aumento del gasto por habitante desde 2010 del orden del 636,44%

El ajuste por inflación

Sería redundante insistir aquí sobre los efectos devastadores de la inflación para los habitantes de una ciudad o de un país, pero por lo dicho más arriba puede verse que, como en el resto de todas las cosas en las que se gasta o invierte en la vida cotidiana, los contribuyentes bahienses hemos debido absorber, en 14 años, un aumento del presupuesto municipal equivalente a más de 37 veces el del año 2004 (de $ 93.597.205 a $ 3.500.000.000 en 2017).

Y, en la mitad del tiempo, en los últimos 7 años, desde 2010 al corriente 2017, el aumento equivale a 6,4 veces (de $ 548.000.000 a 3.500.000.000).

Ahora bien, como dije al principio, para encontrar la dimensión, en términos reales, de los detallados aumentos presupuestarios desde 2010 a 2017, debemos ajustarlos por la inflación ocurrida a lo largo del período. Esta evolución puede verse en el Cuadro 2, y muestra que la inflación desde 2010 a 2017 sería del 482,08%.

Inflación anual y acumulada 2010-2017
Cuadro 2
Infl. anual
Infl. anual
IPC Base 0
IPC
% Inflación


s/ INDEC
Extraoficial
2010
Acumulado
Acumulada
2007

8,50
24,00

2008

7,20
23,80

2009

7,70
16,40

2010

10,90
25,90
-
-
                      -  
2011

9,50
24,00
1,2400
1,2400
                24,00
2012

10,80
26,00
1,2600
1,5624
                56,24
2013

10,90
23,30
1,2330
1,9264
                92,64
2014

23,90
38,50
1,3850
2,6681
              166,81
2015
(*)
Suspendido
26,80
1,2680
3,3832
              238,32
2016
(**)
39,20
39,20
1,3920
4,7094
              370,94
2017
(***)
23,60
23,60
1,2360
5,8208
              482,08
(*) 2015: El IPC de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (IPCBA) fue calculado en 26,9%
(**) 2016-2017: Con el INDEC puesto en valor, se unifican los índices.
(***) 2017: Acumulado a Octubre 19,4% Estimado a Diciembre 23,6%

En el Cuadro 4 muestro la diferencia real, para cada año, entre el aumento acumulado presupuestario por habitante y la inflación acumulada.


Cuadro 4
 Ind. Acumul.
Ind. Inflación
 % Diferencia


 Presup.x Hab.
Acumulada
 Real
2010

-
-
2011

1,2111
1,2400
-2,33
2012

1,5140
1,5624
-3,10
2013

2,0314
1,9264
5,45
2014

2,5669
2,6681
-3,79
2015

3,3622
3,3832
-0,62
2016

4,6755
4,7094
-0,72
2017

6,1677
5,8208
5,96

Como puede verse en la columna final, el presupuesto municipal ha aumentado entre 2010 y 2017, un 5,96% en términos reales, por sobre la adecuación inflacionaria.

Esto es, ajustado por inflación, el presupuesto por habitante de $ 1.817,14 en 2010 debió pasar a $ 10.577,21 en 2017 (+ 482,08%). En realidad, subió a $ 11.207,65 (+516,77%). En definitiva, un 5,96% en términos reales.

Esto indicaría, para los últimos 7 años, un aumento promedio, en moneda constante, del orden del 0,85% anual. Pero los cuadros demuestran que, en realidad, los aumentos presupuestarios se mantuvieron compensada y aproximadamente neutros entre 2010 y 2016, y prácticamente todo el incremento en términos reales fue alcanzado en 2017.

Empleo, Servicios, Programas y Obras

Conocidos los montos globales del gasto público bahiense y su evolución anual, un análisis más fino, que excede el alcance de este trabajo, sería desagregar cualitativamente si los aumentos que acompañaron a la inflación, se han traducido en una simple actualización de lo que se ha venido gastando en los distintos rubros como gastos en personal, servicios a los vecinos, programas y obra pública, o ha habido algún cambio a favor o en contra de cada uno de estos conceptos, siempre en términos reales.

El trabajo puede hacerse, pero mejor lo dejo para aquellos que quieran hacer una mejor explicación sobre cuánto gasta el municipio y en qué.

Conclusiones

He realizado este trabajo con el fin de intentar desmitificar el “espanto” que produce el crecimiento de los valores nominales de cada cosa medida en pesos, cuando han sido afectados por un proceso inflacionario de porcentajes calamitosos e inaceptables. Desmitificar el espanto, no el crecimiento inflacionario que es trágicamente alto y, lamentablemente, está muy lejos de ser un mito.

Nos hace perder la noción del valor real de los números y todo nos parece una barbaridad.

Pasamos de un Presupuesto de algo más de 93 millones de pesos en 2004 a uno de más de 3.500 millones en 2017. Y pronosticando uno de más de 4.000 millones para 2018.

Parece que, para contestar a la pregunta del principio, sobre la reflexión del presidente Macri, podría decirse que Bahía Blanca no ha excedido las generales de la ley, salvo mirar un poco mejor este último 2017.

De un análisis más riguroso y cualitativo podría responderse si los contribuyentes hemos tenido que financiar sólo la actualización de los valores recibiendo los mismos servicios y obras en cantidad y calidad, o estamos mejor atendidos.

Si de ajustar gastos y asignar mejor los recursos se trata, el equipo de quienes gobiernan es el responsable de hacer este tipo de análisis, siempre bajo la premisa de asumir que los vecinos contribuyentes siempre preferirán y apoyarán que se destinen a los servicios efectivos que se les deben prestar y a obras que beneficien al distrito y no a gastos improductivos o innecesarios.

Si les ha gustado este trabajo, y los datos y conclusiones son útiles, los invito a guardarlo en el entendimiento que ayuda a aclarar algunos conceptos que pueden tornarse erróneos por culpa de esta inflación que nos flagela y que no termina de irse.

Buena suerte y sabiduría a los que les toca administrar.