martes, 28 de febrero de 2017

Cuando la limosna es grande, hasta el santo desconfía

El Esquema Ponzi y sus nuevas variantes

Como siempre me gusta hacer, propongo introducir al tema de esta nota con el dicho popular del título que, en este caso, calza perfecto para el mismo. Veamos primero su origen, uso y significado.

La limosna consiste en objetos, generalmente dinero, que se entregan por amor a Dios o al prójimo, más frecuentemente en colectas religiosas. A veces se ofrece a un santo en particular y de ese hecho deviene la expresión. 

En la vida cotidiana se usa la frase, muy creativa por cierto, para advertir cuando una persona recibe un favor, un obsequio, una ayuda o una alabanza desmedida, pues se cree que hay algo desconfiable o sospechoso detrás de dicha acción.

La desconfianza suele radicar en tres factores muy recurrentes: primero, se sospecha a partir de la poca credibilidad de la que goza el sujeto que entregó la limosna; segundo, es muy probable que quien efectuó la contribución tenga intenciones ocultas, como pedir algo a cambio; por último, lo que se recibió, quizás no posea el valor que aparenta.

En inglés algo parecido ocurre con las siguientes expresiones:

  • “You can't get something for nothing”: No puedes obtener algo a cambio de nada.
  • “If it sounds too good to be true, it probably is”: Si suena demasiado bueno para ser verdad, probablemente así sea.
  • “There is no such thing as a free lunch”: No hay tal cosa como un almuerzo gratis.
  • “Beware the Greeks when they come bearing gifts”: Cuidado con los griegos cuando vienen con regalos (en clara referencia al homérico Caballo de Troya).


En definitiva, la expresión define que se trataría de un obsequio o ayuda que nos dan ocultando segundas intenciones. El refrán nos alerta del actuar de ciertas personas (o compañías, o corporaciones) que, para conseguir sus fines, aparentan ser inusualmente generosas.

Por supuesto que, a los fines que me ocupan aquí, podés cambiar la palabra “limosna” por beneficio, renta, ganancia, ingreso, utilidad, u otra parecida.

Y las razones de la nota conllevan la advertencia que estas ofertas siguen existiendo, bajo formas complejas y muy sofisticadas, que pueden atrapar al ingenuo desmedido en su ambición o codicia.

Esa que “mata al hombre” porque lo despoja de racionalidad o, mucho más simple, de la cuota adecuada de sentido común.


El caso reciente

En estos días, el diario Clarín publicó una nota titulada “Prometían ganancias fabulosas, pero era una estafa”, cuyo autor es Mariano Gaik Aldrovandi, donde relata el desbaratamiento reciente de una falsa empresa (DG Proyectos) de engorde de ganado en campos de Buenos Aires y La Pampa, que captaba ahorristas para invertir en feedlots, ofreciendo una renta “asegurada” del 36% en dólares. La maniobra duró desde 2008 hasta 2014.

Cuenta el autor que hay un centenar de afectados por unos U$S 11.000.000 y plantea que esta historia parece una versión criolla del caso Bernard Madoff, el financista de Wall Street condenado a 150 años de prisión por un fraude de unos 50 mil millones de dólares en 2009.

Bernard Lawrence "Bernie" Madoff, nacido el 29 de abril de 1938, fue el presidente de una firma de inversión que llevaba su nombre y que fundó en 1960. Fue, durante muchos años, una de las más importantes en Wall Street. Fue uno de los desarrolladores de la NASDAQ, la conocida bolsa de valores tecnológica.

En diciembre de 2008 el banquero fue detenido por el FBI y acusado de fraude. El juez federal Louis L. Stanton congeló los activos de Madoff y se determinó que el fraude había alcanzado los 52.000 millones de dólares, lo que lo convirtió en el mayor fraude llevado a cabo por una sola persona. El 29 de junio de 2009 fue sentenciado a 150 años de prisión.

La estafa consistió en tomar capitales a cambio de grandes ganancias que al principio fueron efectivas, pero que años más tarde se evidenció consistían en un sistema piramidal o esquema Ponzi. Así se convirtió en uno de los mayores fraudes de la historia.




El Esquema Ponzi o Sistema Piramidal

El esquema Ponzi es una operación fraudulenta de inversión que implica el pago de intereses a los inversores, de su propio dinero invertido o del dinero de nuevos inversores.

Este sistema consiste en un proceso en el que las ganancias que obtienen los primeros inversionistas son generadas gracias al dinero aportado por ellos mismos o por otros nuevos inversores que caen engañados por las promesas de obtener, en algunos casos, grandes beneficios.

El sistema funciona solamente si crece la cantidad de nuevas víctimas. Por lo tanto, también es conocido como sistema piramidal, en el cual la única manera de cubrir los altos retornos es por medio del dinero de otro participante de la pirámide. Este sistema no invierte en instrumentos financieros, sino que redistribuye el dinero de unos inversionistas hacia otros. Esto lo logra en la medida que la pirámide vaya creciendo.
Una vez que deja de entrar gente al "negocio", el estafador se ve impedido a cumplir su promesa y la pirámide se cae.

Aunque varios sistemas similares ya existieron anteriormente, el nombre de este plan procede del estafador italiano Carlo Ponzi y de la estafa que realizó en los años de 1920, y que alcanzó mayor repercusión que otras estafas parecidas del pasado.
Carlo Ponzi era un emigrante italiano que llegó a Estados Unidos alrededor de la década de 1920. De muy bajos recursos como la mayor parte de inmigrantes que llegaban a dicho país, al poco tiempo "descubrió", gracias a un correo que recibió de Italia, que los cupones de respuesta internacional de correos se podían vender en Estados Unidos más caros que en el extranjero, por lo que el tipo de cambio terminaría por producir ganancias. Así que se esparció el rumor y muchos decidieron no quedarse fuera del negocio y apoyaron a Ponzi con capital.
Pero aunque Ponzi estuviera recogiendo abrumadoras sumas de dinero y la gente hiciera colas para confiarle sus ahorros, en realidad no estaba comprando los cupones; estaba pagando beneficios de hasta el 100 % en tres meses utilizando el capital de los sucesivos nuevos inversionistas.
Ponzi convenció a amigos y a sus asociados de que apoyaran su sistema, ofreciendo un retorno del 50% en una inversión en 45 días. Algunas personas invirtieron y luego obtuvieron lo prometido en el lapso que se había acordado. La noticia se empezó a esparcir, y el promedio de inversiones comenzó a crecer. Ponzi contrató agentes y pagó generosas comisiones por cada dólar que pudieran traer. En febrero de 1920, Ponzi obtuvo unos U$S $5.000, equivalentes a unos U$S $70.000 actuales.
La histeria masiva se estaba construyendo y Ponzi comenzó a expandirse a Nueva Inglaterra y Nueva Jersey. En su tiempo los que invertían obtenían grandes beneficios, y estos inversores regaban la palabra y motivaban a otros a invertir.
Ya para mayo de 1920 había logrado recaudar unos U$D 420.000. Ponzi comenzó a depositar su dinero en el Hanover Trust Bank of Boston (un pequeño banco italoestadounidense en la calle de Hanover y más que todo al norte de la calle Italiana), en espera de que a lo largo del tiempo se pudiera convertir en el presidente del banco o pudiera imponer sus decisiones sobre éste. En realidad logró controlar el banco al comprar sus acciones.
En julio de 1920 ya tenía millones. Muchas personas vendían o hipotecaban sus casas con la esperanza de lograr altos intereses. El día 26 de ese mes gran parte del plan comenzó a hundirse después de que el Boston Post cuestionara las prácticas de la empresa de Ponzi.
Finalmente la empresa fue intervenida por el Estado, que detuvo todas las nuevas captaciones de dinero. Muchos de los inversores reclamaron enfurecidos su dinero, momento en el cual Ponzi les devolvió su capital a aquellos que lo solicitaron, lo que causó un aumento considerable en el apoyo popular hacia él: muchos le proponían que se adentrara a la política.
El emporio y los sueños de Ponzi crecieron aún más porque hasta planeaba manejar un nuevo tipo de banco, en el cual las ganancias se repartieran por igual entre los accionistas y aquellos que ingresaran dinero en el banco. Hasta planeó reabrir su empresa bajo un nuevo nombre "Charles Ponzi Company", cuyo principal objetivo era invertir en empresas alrededor del mundo.
Gracias a este esquema, Ponzi comenzó a vivir una vida llena de lujos: compró una mansión con aire acondicionado y un calentador para su piscina, y además trajo a su madre de Italia en primera clase. Muy pronto este inmigrante de bajos recursos obtuvo no solo una gran cantidad de dinero sino que se colmó de los lujos más extravagantes para su esposa y para sí mismo.
En agosto de 1920 los bancos y medios de comunicación declararon a Ponzi en bancarrota. Él mismo confesó más tarde que en 1908 había sido partícipe de una estafa muy similar en Canadá, que ofrecía a los inversores grandes beneficios.
Este es el sistema que, muchos años después, puso en práctica Bernard Madoff y que colapsó en 2009.

Hacen falta dos para bailar el tango

Como dije al principio, estas estafas no tendrían lugar si, a partir del organizador (estafador) y primer bailarín, no existieran los numerosos compañeros de baile que, deslumbrados por una ganancia exorbitante que se les promete, aceptan el convite de ingresar con sus ahorros, pensando que encontraron una fuente de ingresos fabulosa que no resiste el más mínimo análisis racional. La codicia les hace pensar que es verdad y allí quedan atrapados y sin defensa. Porque, cuando la pirámide cae se lleva todo con ella, el estafador desaparece o va a la bancarrota y lo invertido no se recupera.

Como dice otro dicho: hacen falta dos para bailar el tango.

El economista Iván Carrino nos cuenta de otra estafa que hizo eclosión el año pasado, que se denominaba “El Telar o la Flor de la Abundancia”, a través de la cual Julieta Magalí Ruiz, vecina del Chamical, provincia de La Rioja, promovía que los participantes ingresaran con un aporte de $ 3.000 y que, después de conseguir más miembros para el “círculo de confianza”, recibirían un reembolso de $ 24.000 (700%).





Luego esta “Flor de la Abundancia” pasó a un aporte inicial de $ 18.000 y se ofrecía la expectativa de recibir $ 144.000 una vez que uno lograra el objetivo de incluir 8 personas más en el sistema (también 700%). Esquema muy sencillo en el que, simplemente, los 8 adherentes que conseguías “financiaban” tu retorno prometido.

Los sistemas de estafas piramidales son bastante sencillos de entender. Se trata de una persona que solicita dinero a cambio de un retorno futuro que está totalmente por encima del promedio. Luego, a quienes invierten, se les exige que busquen también ellos inversores. Así, una vez que aparecen los nuevos inversores, el dinero crece, de manera que a los primeros inversores se les puede pagar el retorno prometido.




Sin embargo, toda la “rentabilidad del negocio” depende de que haya nuevas víctimas listas para ingresar en esta red. A los primeros inversores se les paga con el dinero de los siguientes, pero para que todos cobren, el sistema debería extenderse al infinito, algo que es obviamente imposible.


Así es que llega un momento que la cosa no da para más, el castillo de naipes se desploma y el organizador desaparece con el dinero que acumuló hasta el momento. La intención del estafador nunca fue generar un sistema sostenible, sino hacerse del dinero de los incautos, y acusarlos a ellos por no haber podido extender la red.



Entonces, van dos consejos muy prácticos para darte cuenta si estás frente a un esquema de estafa piramidal:

Primero: Estamos hablando de una ganancia absolutamente fuera de lo común, demasiado buena para ser real. Por ejemplo, un plazo fijo hoy está pagando entre 18 y 20% anual; una letra del Banco Central paga 26,75% anual. El índice Merval, que contiene las acciones más importantes de la bolsa de valores local, avanzó 61,1% en comparación contra el año pasado. Es decir, los activos financieros rinden entre 20% y 60%. Nada mal, pero muy lejos del astronómico 700%.

Segundo: Se debe entender qué hay detrás del rendimiento. Una acción de Google cotizaba alrededor de U$S 146 en noviembre de 2008, mientras que hoy se deben desembolsar U$S 813 por cada título. Esto es un retorno de 457% en dólares para todo el período, equivalente a un nada despreciable 23,9% anual. Pero lo que pasa con Google lo entiende cualquiera. Lo que hay “detrás” de sus ganancias es una empresa que ofrece un servicio a sus clientes y que en la medida que sea bueno, recibirá dinero de quienes quieren auspiciar en la página. El negocio de Google es vender publicidad, y si vende mucho, el valor de su acción subirá. 

Con los esquemas piramidales nunca está claro de dónde sale el dinero y qué genera la ganancia. Todo se envuelve y oscurece en un lenguaje casi místico, y los aportantes permanecen en la absoluta ignorancia respecto de cuál es el negocio que genera los resultados.


Conclusión

Obviamente, las preguntas que uno se hace son:

¿Cómo es posible que, si desde la estafa de Ponzi han pasado ya casi 100 años, estos engaños hayan continuado prosperando?

¿Cómo sucedió que, siendo archi conocido el llamado Efecto Ponzi o Sistema Piramidal en EEUU, un personaje prominente de las finanzas como Bernard Madoff haya logrado, desde los más altos niveles de Wall Street, perpetrar la misma estafa ya comenzado el siglo 21?

¿Cómo puede ser que haya funcionado la maniobra urdida por estos señores Dálmaso, Varela y sus socios con las inversiones para engorde de ganado, reportado por Clarín en su segmento de Policiales?

¿Cómo fue posible que la señora Ruiz se haya podido alzar con $ 7.000.000 con un esquema tan elemental como su “Telar de la Abundancia?

¿Habrá otros casos que, porque la pirámide aún no colapsó, están todavía vigentes y captando incautos?

La única respuesta posible es que, no en vano, la codicia es un pecado capital. La ambición de una ganancia extraordinaria nubla la razón de muchos que, para cuando se dan cuenta que han sido estafados, es demasiado tarde.

Cada quien decide en libertad, pero vuelvo al título: “Cuando la “limosna” es grande, hasta el santo desconfía”.

Se puede creer en los milagros, pero sólo en el plano místico o religioso. En las finanzas o con el dinero, eso no pasa. Al menos en el plano honesto y legal.

Y hablando de tango… alguien dirá: “que siga el baile”.







domingo, 19 de febrero de 2017

Vender más barato te puede hacer ganar más

La rotación rinde más que la remarcación

Dicen los analistas que la recesión es generalizada, que la caída de ventas no se detiene y que cuesta vislumbrar una recuperación en el corto plazo.

Más allá del tema de los “precios transparentes” de los bienes durables y los cambios en los precios de contado y en cuotas, también dicen que es importante la caída en las ventas de indumentaria. Notemos que en nuestra ciudad, como en cualquier otra, las zonas comerciales céntricas están mayoritariamente ocupadas por este tipo de negocios.

Ahora bien, además de apuntar sólo a la política económica global como responsable del problema, los comerciantes también deberían revisar su política comercial.

No digo que todos, pero una gran mayoría sigue ignorando a la ROTACIÓN como un componente esencial de la renta que pretende.

La mercadería para la venta es una inversión en capital de trabajo que genera, para el comerciante o vendedor, una renta sobre ese capital que se relaciona con el neto producido entre el margen de remarcación sobre el costo menos los gastos de funcionamiento y con la rotación que tiene dicho capital. 

Y el beneficio sobre el capital invertido se obtiene así:

Beneficio = Margen x Rotación de existencias



Veamos un ejemplo extremadamente simple:

Un comerciante de indumentaria compra al fabricante o mayorista 20 camisas a $ 400 c/u. Inversión: $ 8.000.-
Período de tiempo para la medición: 1 mes

Caso 1: remarca con alrededor del 148% y pone el precio de venta en $ 990.-
Hipótesis: vende las 20 en 2 meses.
Rotación mensual: 0,5
Monto bruto de venta en los 2 meses: $ 19.800.-
Beneficio = 148% x 0,5 = 74%
El comerciante habrá obtenido una renta del 74% sobre los $ 8.000.- invertidos, es decir, $ 5.900.-



Caso 2: remarca con alrededor del 98% y pone el precio de venta en $ 790.-
Hipótesis: vende las 20 en un mes.
Rotación mensual: 1
Monto bruto de venta en 1 mes: $ 15.800.-
Beneficio = 98% x 1 = 98%
El comerciante habrá obtenido una renta del 98% sobre los $ 8.000.- invertidos, es decir, $ 7.800.-

Caso 3: remarca con alrededor del 48% y pone el precio de venta en $ 590.-
Hipótesis: vende las 20 en una semana.
Rotación mensual: 4
Monto bruto de venta en 1 semana: $ 11.800.-
Beneficio = 48% x 4 = 192%
El comerciante habrá obtenido una renta del 192% sobre los $ 8.000.- invertidos, es decir, $ 15.200.-

Es muy simple: el comerciante habrá rotado las 20 camisas (los $ 8.000) 4 veces en el mes y, con la reinversión habrá obtenido una renta del 192% sobre el capital invertido.

Este es un ejemplo casi infantil por su simpleza, pero lo expongo porque, por supuesto, creo que la mayor parte de los comerciantes de este rubro tienen como política el Caso 1. Están dominados por los costos fijos (altos alquileres, sueldos, impuestos, etc.) y cargan sobre el producto dándole poca importancia al “efecto rotación”. Y, obviamente, la venta se endurece.

Como les conté en mi nota “Un sobreprecio que no se justifica”, este análisis vale para cualquier producto, desde un café en el bar o los cigarrillos, los repuestos automotores, los electrodomésticos o los autos.

En estos días se ha visto, en muchas vidrieras céntricas, cambios de precios hacia abajo, con carteles de liquidaciones y otros descuentos.

Es sólo la necesidad desesperada de hacer caja, o habrán decidido tener en cuenta esto de la rotación

En cualquier caso, es bueno para los consumidores.








lunes, 6 de febrero de 2017

Resumen de Notas del Blog 9

Desde el 1 de Diciembre de 2016 al 31 de Enero de 2017

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El Puerto de Bilbao: un ejemplo útil para ver y comparar








El Puerto de Long Beach. También llamado el “Puerto Verde”.