El Esquema Ponzi y sus nuevas variantes
Como siempre me gusta
hacer, propongo introducir al tema de esta nota con el dicho popular del título
que, en este caso, calza perfecto para el mismo. Veamos primero su origen, uso
y significado.
La limosna
consiste en objetos, generalmente dinero, que se entregan por amor a Dios o al
prójimo, más frecuentemente en colectas religiosas. A veces se ofrece a un
santo en particular y de ese hecho deviene la expresión.
En la vida
cotidiana se usa la frase, muy creativa por cierto, para advertir cuando una
persona recibe un favor, un obsequio, una ayuda o una alabanza desmedida, pues
se cree que hay algo desconfiable o sospechoso detrás de dicha acción.
La
desconfianza suele radicar en tres factores muy recurrentes: primero, se
sospecha a partir de la poca credibilidad de la que goza el sujeto que entregó
la limosna; segundo, es muy probable que quien efectuó la contribución tenga
intenciones ocultas, como pedir algo a cambio; por último, lo que se recibió,
quizás no posea el valor que aparenta.
En inglés
algo parecido ocurre con las siguientes expresiones:
- “You can't get something for nothing”: No puedes obtener algo a cambio de nada.
- “If it sounds too good to be true, it probably is”: Si suena demasiado bueno para ser verdad, probablemente así sea.
- “There is no such thing as a free lunch”: No hay tal cosa como un almuerzo gratis.
- “Beware the Greeks when they come bearing gifts”: Cuidado con los griegos cuando vienen con regalos (en clara referencia al homérico Caballo de Troya).
En definitiva, la expresión define que se trataría de un obsequio o ayuda que nos dan ocultando segundas intenciones. El refrán nos alerta del actuar de ciertas personas (o compañías, o corporaciones) que, para conseguir sus fines, aparentan ser inusualmente generosas.
Por supuesto que, a los
fines que me ocupan aquí, podés cambiar la palabra “limosna” por beneficio,
renta, ganancia, ingreso, utilidad, u otra parecida.
Y las razones de la nota
conllevan la advertencia que estas ofertas siguen existiendo, bajo formas
complejas y muy sofisticadas, que pueden atrapar al ingenuo desmedido en su
ambición o codicia.
Esa que “mata al hombre”
porque lo despoja de racionalidad o, mucho más simple, de la cuota adecuada de
sentido común.
El caso reciente
En estos días, el diario
Clarín publicó una nota titulada “Prometían ganancias fabulosas, pero era una estafa”,
cuyo autor es Mariano Gaik Aldrovandi, donde relata el desbaratamiento reciente
de una falsa empresa (DG Proyectos) de engorde de ganado en campos de Buenos
Aires y La Pampa, que captaba ahorristas para invertir en feedlots, ofreciendo una renta “asegurada” del 36% en dólares. La
maniobra duró desde 2008 hasta 2014.
Cuenta el autor que hay un
centenar de afectados por unos U$S 11.000.000 y plantea que esta historia
parece una versión criolla del caso Bernard
Madoff, el financista de Wall Street condenado a 150 años de prisión por un
fraude de unos 50 mil millones de dólares en 2009.
Bernard
Lawrence "Bernie" Madoff, nacido el 29 de abril de 1938,
fue el presidente de una firma de inversión que llevaba su nombre y que fundó
en 1960. Fue, durante muchos años, una de las más importantes en Wall Street. Fue uno de los desarrolladores de la NASDAQ, la
conocida bolsa de valores tecnológica.
En diciembre
de 2008 el banquero fue detenido por el FBI y
acusado de fraude. El juez federal Louis L.
Stanton congeló los activos de Madoff y se determinó que el fraude había
alcanzado los 52.000 millones de dólares, lo que lo convirtió en el mayor
fraude llevado a cabo por una sola persona. El 29 de junio de 2009 fue
sentenciado a 150 años de prisión.
La estafa
consistió en tomar capitales a cambio de grandes ganancias que al principio
fueron efectivas, pero que años más tarde se evidenció consistían en un sistema piramidal o esquema Ponzi. Así se convirtió en uno de los mayores fraudes de la historia.
El Esquema Ponzi o Sistema Piramidal
El esquema
Ponzi es una operación fraudulenta de inversión que
implica el pago de intereses a los inversores, de su propio dinero
invertido o del dinero de nuevos inversores.
Este sistema consiste
en un proceso en el que las ganancias que obtienen los primeros inversionistas
son generadas gracias al dinero aportado por ellos mismos o por otros nuevos
inversores que caen engañados por las promesas de obtener, en algunos casos,
grandes beneficios.
El sistema
funciona solamente si crece la cantidad de nuevas víctimas. Por lo tanto,
también es conocido como sistema piramidal, en el cual la única manera de
cubrir los altos retornos es por medio del dinero de otro participante de la
pirámide. Este sistema no invierte en instrumentos financieros, sino que
redistribuye el dinero de unos inversionistas hacia otros. Esto lo logra en la
medida que la pirámide vaya creciendo.
Una vez que
deja de entrar gente al "negocio", el estafador se ve impedido a
cumplir su promesa y la pirámide se cae.
Aunque
varios sistemas similares ya existieron anteriormente, el nombre de este plan
procede del estafador italiano Carlo Ponzi y de la estafa que
realizó en los años de 1920, y que alcanzó mayor repercusión que otras
estafas parecidas del pasado.
Carlo
Ponzi era un emigrante italiano que llegó a Estados Unidos alrededor
de la década de 1920. De muy bajos recursos como la mayor parte de inmigrantes que
llegaban a dicho país, al poco tiempo "descubrió", gracias a un
correo que recibió de Italia, que los cupones de respuesta
internacional de correos se podían vender en Estados Unidos más caros que en el
extranjero, por lo que el tipo de cambio terminaría por producir ganancias. Así
que se esparció el rumor y muchos decidieron no quedarse fuera del negocio
y apoyaron a Ponzi con capital.
Pero
aunque Ponzi estuviera recogiendo abrumadoras sumas de dinero y la gente
hiciera colas para confiarle sus ahorros, en realidad no estaba comprando los
cupones; estaba pagando beneficios de hasta el 100 % en tres meses
utilizando el capital de los sucesivos nuevos inversionistas.
Ponzi
convenció a amigos y a sus asociados de que apoyaran su sistema, ofreciendo un
retorno del 50% en una inversión en 45 días. Algunas personas invirtieron y
luego obtuvieron lo prometido en el lapso que se había acordado. La noticia se
empezó a esparcir, y el promedio de inversiones comenzó a crecer. Ponzi
contrató agentes y pagó generosas comisiones por cada dólar que pudieran traer.
En febrero de 1920, Ponzi obtuvo unos U$S $5.000, equivalentes a unos U$S $70.000
actuales.
La
histeria masiva se estaba construyendo y Ponzi comenzó a expandirse a Nueva
Inglaterra y Nueva Jersey. En su tiempo los que invertían obtenían grandes
beneficios, y estos inversores regaban la palabra y motivaban a otros a
invertir.
Ya
para mayo de 1920 había logrado recaudar unos U$D 420.000. Ponzi comenzó a
depositar su dinero en el Hanover Trust Bank of Boston (un pequeño banco
italoestadounidense en la calle de Hanover y más que todo al norte de la calle
Italiana), en espera de que a lo largo del tiempo se pudiera convertir en el
presidente del banco o pudiera imponer sus decisiones sobre éste. En realidad
logró controlar el banco al comprar sus acciones.
En
julio de 1920 ya tenía millones. Muchas
personas vendían o hipotecaban sus casas con la esperanza de lograr altos
intereses. El día 26 de ese mes gran parte del plan comenzó a hundirse
después de que el Boston Post cuestionara las prácticas de la empresa de Ponzi.
Finalmente
la empresa fue intervenida por el Estado, que detuvo todas las nuevas
captaciones de dinero. Muchos de los inversores reclamaron enfurecidos su
dinero, momento en el cual Ponzi les devolvió su capital a aquellos que lo
solicitaron, lo que causó un aumento considerable en el apoyo popular hacia él:
muchos le proponían que se adentrara a la política.
El
emporio y los sueños de Ponzi crecieron aún más porque hasta planeaba manejar
un nuevo tipo de banco, en el cual las ganancias se repartieran por igual entre
los accionistas y aquellos que ingresaran dinero en el banco. Hasta planeó
reabrir su empresa bajo un nuevo nombre "Charles Ponzi Company", cuyo
principal objetivo era invertir en empresas alrededor del mundo.
Gracias
a este esquema, Ponzi comenzó a vivir una vida llena de lujos: compró una
mansión con aire acondicionado y un calentador para su piscina, y además trajo
a su madre de Italia en primera clase. Muy pronto este inmigrante de bajos
recursos obtuvo no solo una gran cantidad de dinero sino que se colmó de los
lujos más extravagantes para su esposa y para sí mismo.
En
agosto de 1920 los bancos y medios de comunicación declararon a Ponzi en
bancarrota. Él mismo confesó más tarde que en 1908 había sido partícipe de una
estafa muy similar en Canadá, que ofrecía a los inversores grandes beneficios.
Este
es el sistema que, muchos años después, puso en práctica Bernard Madoff y que
colapsó en 2009.
Hacen falta dos para bailar el tango
Como dije al principio,
estas estafas no tendrían lugar si, a partir del organizador (estafador) y
primer bailarín, no existieran los numerosos compañeros de baile que,
deslumbrados por una ganancia exorbitante que se les promete, aceptan el
convite de ingresar con sus ahorros, pensando que encontraron una fuente de
ingresos fabulosa que no resiste el más mínimo análisis racional. La codicia
les hace pensar que es verdad y allí quedan atrapados y sin defensa. Porque,
cuando la pirámide cae se lleva todo con ella, el estafador desaparece o va a
la bancarrota y lo invertido no se recupera.
Como dice otro
dicho: hacen falta dos para bailar el tango.
El economista Iván Carrino
nos cuenta de otra estafa que hizo eclosión el año pasado, que se denominaba “El
Telar o la Flor de la Abundancia”, a través de la cual Julieta Magalí Ruiz,
vecina del Chamical, provincia de La Rioja, promovía que los participantes
ingresaran con un aporte de $ 3.000 y que, después de conseguir más miembros
para el “círculo de confianza”, recibirían un reembolso de $ 24.000 (700%).
Luego esta “Flor de la
Abundancia” pasó a un aporte inicial de $ 18.000 y se ofrecía la expectativa de
recibir $ 144.000 una vez que uno lograra el objetivo de incluir 8 personas más
en el sistema (también 700%). Esquema muy sencillo en el que, simplemente, los
8 adherentes que conseguías “financiaban” tu retorno prometido.
Los sistemas de estafas piramidales son bastante
sencillos de entender. Se trata de una persona que solicita dinero a cambio de
un retorno futuro que está totalmente por encima del promedio. Luego, a quienes
invierten, se les exige que busquen también ellos inversores. Así, una vez que
aparecen los nuevos inversores, el dinero crece, de manera que a los primeros
inversores se les puede pagar el retorno prometido.
Sin embargo, toda la “rentabilidad del negocio” depende
de que haya nuevas víctimas listas para ingresar en esta red. A los primeros
inversores se les paga con el dinero de los siguientes, pero para que todos
cobren, el sistema debería extenderse al infinito, algo que es obviamente
imposible.
Así es que llega
un momento que la cosa no da para más, el castillo de naipes se desploma y el
organizador desaparece con el dinero que acumuló hasta el momento.
La intención del estafador nunca fue generar un sistema sostenible, sino
hacerse del dinero de los incautos, y acusarlos a ellos por no haber podido
extender la red.
Entonces, van dos consejos muy prácticos para darte
cuenta si estás frente a un esquema de estafa piramidal:
Primero:
Estamos hablando de una
ganancia absolutamente fuera de lo común, demasiado buena para ser real.
Por ejemplo, un plazo fijo hoy está pagando entre 18 y 20% anual; una letra del
Banco Central paga 26,75% anual. El índice Merval, que contiene las acciones
más importantes de la bolsa de valores local, avanzó 61,1% en comparación
contra el año pasado. Es decir, los activos financieros rinden entre 20% y 60%.
Nada mal, pero muy lejos del astronómico 700%.
Segundo: Se debe entender qué hay detrás del
rendimiento. Una acción de Google cotizaba alrededor de U$S
146 en noviembre de 2008, mientras que hoy se deben desembolsar U$S 813 por
cada título. Esto es un retorno de 457% en dólares para todo el período,
equivalente a un nada despreciable 23,9% anual. Pero lo que pasa con Google lo
entiende cualquiera. Lo que hay “detrás” de sus ganancias es una empresa que
ofrece un servicio a sus clientes y que en la medida que sea bueno, recibirá
dinero de quienes quieren auspiciar en la página. El negocio de Google es
vender publicidad, y si vende mucho, el valor de su acción subirá.
Con los esquemas piramidales nunca está claro
de dónde sale el dinero y qué genera la ganancia.
Todo se envuelve y oscurece en un lenguaje casi místico, y los aportantes
permanecen en la absoluta ignorancia respecto de cuál es el negocio que genera
los resultados.
Conclusión
Obviamente, las preguntas
que uno se hace son:
¿Cómo es posible que, si
desde la estafa de Ponzi han pasado ya casi 100 años, estos engaños hayan
continuado prosperando?
¿Cómo sucedió que, siendo
archi conocido el llamado Efecto Ponzi o Sistema Piramidal en EEUU, un
personaje prominente de las finanzas como Bernard Madoff haya logrado, desde
los más altos niveles de Wall Street, perpetrar la misma estafa ya comenzado el
siglo 21?
¿Cómo puede ser que haya
funcionado la maniobra urdida por estos señores Dálmaso, Varela y sus socios
con las inversiones para engorde de ganado, reportado por Clarín en su segmento
de Policiales?
¿Cómo fue posible que la
señora Ruiz se haya podido alzar con $ 7.000.000 con un esquema tan elemental
como su “Telar de la Abundancia?
¿Habrá otros casos que, porque la pirámide aún no colapsó, están todavía
vigentes y captando incautos?
La única respuesta posible
es que, no en vano, la codicia es un pecado capital. La ambición de una
ganancia extraordinaria nubla la razón de muchos que, para cuando se dan cuenta
que han sido estafados, es demasiado tarde.
Cada quien decide en
libertad, pero vuelvo al título: “Cuando la “limosna” es grande, hasta el santo
desconfía”.
Se puede creer en los
milagros, pero sólo en el plano místico o religioso. En las finanzas o con el
dinero, eso no pasa. Al menos en el plano honesto y legal.
Y hablando de tango… alguien
dirá: “que siga el baile”.